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miércoles, 9 de marzo de 2011

medios

Mujeres en las plazas de Italia

Descripción: http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Mela Bosch *
Desde Milán
Diarios, canales de televisión, productoras de cine y espectáculos de un país concentrados en una sola empresa que es además propiedad del primer ministro desplegaron todo su arsenal:
“Son un grupo de izquierdistas chic”. Y ellas iban a las plazas, algunas citaban a la Madre Teresa.
“Es una bolsa de gatas que se empezarán a pelear en cualquier momento.” Seguían llegando, con sus diferencias, bailando en las plazas, con bufandas blancas que me recordaban el blanco de otras plazas. También clamaban por la vida, cada una la suya: las precarias, su trabajo; las obreras, paridad; las desempleadas, oportunidad; las migrantes, trabajo reconocido; las madres, jardines de infantes; las que aún no pueden serlo, fecundación asistida; otras, no tocar la ley del aborto.
Los hombres venían también. Algunos atónitos arrastrados por sus esposas, otros orgullosos de sus compañeras se ponían la bufanda blanca, otros enamorados se la enrollaban en el mismo cuello que su novia. Otros venían a ver mujeres lindas y terminaban con una cinta rosa atada en la muñeca, transformados en hombres feministas, no mujeriegos. Y llegaban los gay, las trans, las travestis. Algunos acompañando amigas, otros porque sentían que debían estar.
“Dividen entre mujeres honestas y putas.” Y llegaban las columnas de las prostitutas que decían en sus carteles: “Cobramos el sexo, el amor es gratis”.
“Son unas moralistas.” Y se besaban las lesbianas mientras las heteros las aplaudían.
“Están siendo instrumenalizadas.” Y continuaban llegando mujeres, sin banderas, sin partidos. La mayor parte no sabía o no les interesaba quién las había convocado. Llegaban con sus hijos e hijas, con sus perros, con sus viejos en sillas de rueda.
Fue la concentración más grande en Italia en los últimos 25 años, en más de doscientas plazas desde Roma hasta Arcore, la pequeña ciudad donde nació Berlusconi y donde tenían lugar las fiestas del “bunga bunga”. Se calcula que se movilizaron más de un millón de mujeres.
Ahora, en los días siguientes, en todos los gabinetes de políticos, sindicalistas, periodistas intentan entender qué y cómo pasó.
Reponiendo mi garganta de los adesso, adesso (ahora, ahora), que era el grito que unificaba y que respondía a Se non ora, quando? (Si no es ahora, cuándo) de la convocatoria, juzgada por algunos demasiado abstracta para ser captada, también me dedico a hacer mis averiguaciones.
Intenté una forma de ingeniería inversa que se resume en la simple pregunta: “y vos, ¿cómo te enteraste?”.
He aquí mis oficiosos resultados: el “cómo” más difundido no fue Facebook, ni los blog, tampoco obviamente los medios masivos. Fue fundamentalmente el instrumento histórico de la comunicación entre mujeres: la información de boca en boca, el encuentro con amigas complementado con el teléfono celular, algo de Twitter, también mucho a través de programas de radio. Mucho de viejos medios, con algo de nuevos.
Esta combustión espontánea presentó otro fenómeno en las plazas mismas: la organización fue superada por el número de asistentes. Especialmente en Milán bajo una lluvia que no las desanimó, la oradoras importaban poco, lo que importaba era estar ahí, sin protagonismos, sin grandes personajes.
Tampoco estaban presentes los cartelones o banderas al estilo de las canchas de fútbol o del aparato de los partidos políticos. En lugar de eso había una selva de carteles. Eran en el papel A4 de los escritorios, de las oficinas, impresos o escritos a mano, caían al piso, se los levantaba, se lucían, se prestaban, se les sacaba fotos con el celular, como quien muestra un nuevo par de zapatos, de la frivolidad a la crítica.
La creatividad era explosiva, con muchísimo humor con juegos de palabras de doble sentido que no me atrevo a traducir. Estos “cartelli” expresión variadísima, descontrolada, individual, se transformaron en uno de los grandes protagonistas de la manifestación. Al punto de que el diario La Repubblica dedicó una galería fotográfica en línea para mostrarlos.
Aquí tendría que ofrecer una conclusión, sólo que no la tengo. No es Egipto, no es Túnez, países en dictadura con un pueblo que resiste, o que está migrando desesperadamente a Europa por oportunidades.
Aquí se trata de un grupo transversal a los partidos políticos y a las organizaciones. Muchas de las que estaban en las plazas eran mujeres de derecha. Es el caso de una de las oradoras Giulia Bongiorno. Y hubo sindicalistas como Susanna Camusso. También, más obvio, feministas, militantes de izquierda, y cantantes, artistas, estudiantes, inmigrantes, así como monjas católicas y mujeres musulmanas.
El objetivo va mucho más allá que exigir la dimisión de un primer ministro acusado de tener sexo pago con menores de edad. Hay un sector de una sociedad que necesita mirarse unas a otras y unos a otros, reírse, indignarse, escribirse mensajes individuales, tomar la palabra y estar presente sin mediaciones ni mediadores.
* Consultora lingüística. Docente on line de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.
Internet y la política
Descripción: http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Julián Maradeo *
Las últimas revueltas pusieron en el eje del debate la utilización de Internet para diferentes fines interrelacionados. De inmediato, los especialistas realizaron sus análisis del fenómeno. Sin embargo, permanece la sensación de que no se consigue aprehender en su amplitud el suceso, que se inscribe en un contexto marcado tanto por nuevas formas de militar como por causas de diverso orden. Por esto, tal vez, en lugar de hilvanar una serie de afirmaciones, conviene interrogar a esas mismas preguntas que nacen de las afirmaciones, sin la pretensión de agotarlas.
Una de las características entre quienes usan Internet para seguir una problemática –lo cual muchas veces significa expresarse y realizar una convocatoria– es la reticularidad en oposición a la información que circula sólo de manera cerrada entre los involucrados. ¿Esto es bueno en sí mismo? ¿Que la información se dirija hacia receptores inciertos garantiza algo? ¿Qué cambios sufrió el mensaje de una situación a la otra? ¿Cuáles son los perjuicios y los beneficios de esta transformación? ¿En qué se favorece la circulación y la recepción por el hecho de que se difumine el emisor original? ¿El emisor pierde su identidad? ¿Surge una nueva? ¿La circulación en red opaca la imagen del emisor? ¿O directamente la condena a un segundo plano?
Otro elemento que se acostumbra a enfocar es la inmediatez para difundir hechos que los medios “tradicionales” no cubren, ya sea por estar desinformados, porque no los consideran noticiables o porque afectan sus intereses. ¿La inmediatez pasó a convertirse en una virtud? ¿Las propiedades de la circulación inciden en la potencia simbólica del mensaje? ¿La inmediatez sólo pone la nota en la transformación del tiempo y del espacio en el nuevo ethos militante? ¿Tan distinto sería el desarrollo de los hechos sin ella? ¿Es apenas un grado mayor a la espontaneidad tan debatida otrora? ¿Significa un revés para la burocracia de muchas organizaciones sectoriales?
Existe consenso sobre la idea de que está emergiendo una contraparte de los medios de comunicación, entendidos éstos como eminentes factores de poder. Esta vía “ciudadana” parecería erigirse con un aura menos contaminada por intereses político económicos. ¿Comienza a gestarse un nuevo estándar de la información? ¿La red se convirtió en una sólida forma de circulación alternativa de información? En este proceso, ¿el riesgo es la proliferación de mensajes alarmistas y de sospechosa verosimilitud? ¿Nuestros periodistas se adaptarán con facilidad? ¿Representa una forma de presión sobre las empresas periodísticas que muchas veces están digitadas, ante todo, por la rentabilidad económica? ¿Se les impone buscar la forma de amoldarse a los tiempos que corren, desechando dudosos intentos al estilo de TN y la gente?
Por último, algunas preguntas sobre el mensaje, el acceso y la democracia directa: ¿la eficacia del mensaje varía de acuerdo con la etapa de la protesta? ¿Lo hace según la magnitud de la opresión, que no tiene por qué ser nada más que gubernamental sino que también puede ser cultural, por ejemplo a través de la concentración de la propiedad de los medios o de la producción de contenidos? ¿Es un tímido paso hacia la democracia directa, que, por otra parte, tiene expresiones claras en las asambleas de autoconvocados que se están manifestando a raíz de los efectos de las fumigaciones o la minería a cielo abierto? ¿Se modifica en algo la compleja matriz de los conflictos sociales del presente? ¿Es una forma de intervención política que surge –al igual que el escrache y el piquete– en un contexto en el que no hay una reacción institucional satisfactoria? A la vista de los últimos sucesos, ¿el acceso se ha convertido en un derecho fundamental para ejercer en plenitud la ciudadanía? A la hora de organizarse y difundir su demanda, ¿existe una división abismal entre quienes acceden y quienes no pueden hacerlo? ¿La imposibilidad de acceder es una nueva forma de dominación?
* Periodista.

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