Adherentes de la pagina

martes, 22 de marzo de 2011

opinion

GLOBAL | UN PAÍS QUE ASOMBRA AL MÁS INCRÉDULO

El perfeccionismo propio de la cultura japonesa los llevará a la reconstrucción


(Advertising Age) - ¿Otra vez están haciendo del grupo algo más importante que las preocupaciones personales?
  • Foto El autor, Dave McCaughan, es un director de planeamiento estratégico de McCann WorldGroup Asia-Pacifico con sede en Tokio.

En los últimos tres años, alrededor del día 13 de cada mes, he enviado un newsletter a clientes, colegas y amigos en todo el mundo llamado Japan&Change. Todo empezó cuando me pedían constantemente que diera charlas a visitantes acerca de por qué ellos deberían tomar a Japón muy en serio. El newsletter es una compilación de historias tomadas de la prensa de negocios japonesa, datos económicos y cosas que oímos de gente japonesa del común cuando hablan en nuestro programa McCann Pulse acerca de sus vidas, deseos, temores y esperanzas.
Por supuesto, el intento fue recordar a cualquier interesado en que aunque Japón tuvo sus problemas, el país sigue siendo una fuente fabulosa de innovación, inspiración y lugar de muchas compañías únicas, líderes en todo tipo de rama industrial.
Y la llamamos Japan&Change porque vimos en forma patente que la gente de todas las edades nos estaban diciendo que estaban realmente ansiosas por el desarrollo de sus vidas en Japón. No por los continuos problemas económicos que siguieron al estallido de la burbuja de oro, sino porque podían ver al país cambiando en muchas formas y querían estar seguros de que ellos podrían ser capaces de ajustarse a la nueva realidad.
La burbuja explotó hace 20 años, y en ellos se ha producido multitudes de cambios. Muchos han sido buenos. En nuestro panorama bi-anual de las palabras que usa la gente para describir sus propias vidas y su inmediato futuro, hallamos en los últimos siete años un uso incrementado de la palabra “freedom”. Tal vez no freedom en el sentido de cómo se puede vivir, sino en su propia perspectiva. Para las mujeres que entran a la fuerza de trabajo y encuentran modelos de rol. O un nuevo padre, libre de disponer de más tiempo para sus hijos que el de su propio padre asalariado tuvo para él. O un baby boomer japonés, “dankei” en el país con el más extenso período de vida post-jubilación de todo el mundo, incluyendo pensiones muy importantes.
Hemos venido oyendo constantemente a gente que habla del cambio y dice que había algo que podía ser económico y que estaba faltando. Y en verdad Japón fue una fuente real de novedades y cambios tal vez mal apreciado por los empresarios en su carrera por enamorarse con los mercados más hot del mundo.
No hubo Japan&Change el 13 de marzo. La habíamos escrito, en realidad. Ito-san, mi brillante jefe de insights en Japón, me había enviado un borrador. Yo lo usé para intentar la redacción final. Después hablamos de las citas correctas que había que agregar. Pero a media tarde del viernes 12 de marzo quedó todo archivado. Nos amontonamos en el piso de nuestro edificio de 20 plantas, mirándonos todos, viendo los rostros de colegas que habían crecido con los temblores semanales, como fue la vida en Tokio hasta que se produjo el peor terremoto que hayamos tenido. Salimos todos a la calle y ahí nos reconocimos. Nos preocupamos por familiares y amigos, volvimos a casa en una ciudad helada, descubriendo gradualmente la devastación del norteño Honshu, y tratando de averiguar quién tenía parientes allí.
Y en los días que siguieron, la historia sólo se hizo más y más tensa. Las réplicas constantes, las noticias permanentes de más amenazas nucleares, la pérdida de servicios básicos, incluyendo al más confiable sistema de transporte del mundo, ahora sin electricidad para funcionar. Las noticias eran siempre peores.
Pero ahí uno levanta la cabeza, mira alrededor y ve qué es lo que hace grande a Japón. Por supuesto que para un extranjero es fácil hablar de una ética grupal, de responsabilidad comunal, calmo estoicismo y gentileza extrema. Estos últimos seis días han sido para mí un testamento de que todo eso es más real de lo que yo podría haber imaginado. Un colega senior me explicó al otro día que “occidentales y japoneses reaccionan en forma diferente frente a una crisis; nosotros nos preocupamos por hacer completo al grupo otra vez, más que en nuestras preocupaciones personales”. Una exageración, tal vez. Pero después otro colega me recordó su experiencia al pasar el terremoto que devastó Kobe hace una década. Esa vez se estimó que el 12% del producto bruto del país fue destruido en pocos minutos, y que tomaría 10 años reconstruir y recuperar. Tomó 18 meses. Esa es una prueba viva de que aun en un Japón post-burbuja, el país pudo todavía mostrarle al mundo que podía hacer cosas asombrosas. Lo que yo sé es que mis amigos japoneses ahora van a reenfocar, reinnovar y reconstruir. El perfeccionismo que está realmente en el corazón de la cultura japonesa no les permitirá hacer otra cosa que eso”.

No hay comentarios: