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miércoles, 6 de noviembre de 2013

¿La palabra más usada es la más representativa?

06.11.2013 |
EL ESPACIO DE ALBERTO BORRINI


En el marco del VI Congreso de la Lengua Española, que se desarrolló en Panamá, se les pidió a veinte escritores de cada país que eligieran la palabra que representara al suyo. En el caso de Argentina, votó Juan Gelman y se decidió por “boludo”. Alberto Borrini analiza esta situación y relexiona sobre el papel de la publicidad en el uso de la palabra.

  • Borrini: “Si bien los avisos no siempre son mejores que los programas de televisión, resultan más exigentes y respetuosos del idioma”.

El poeta Juan Gelman, invitado a elegir la palabra más representativa de sus compatriotas, los argentinos, durante las reuniones del reciente Congreso de la Lengua celebrado en Panamá, se decidió por “boludo”.
El término integra desde ahora el “atlas sonoro” del idioma español, junto con los seleccionados por cada uno de los delegados de los restantes países americanos, acaso la tarea más curiosa del sesudo evento iberoamericano. Otros delegados argentinos propusieron “quilombo”, o su revés,  “bolonqui”, que no hubieran desentonado demasiado con la finalista, además de algunas más obvias, como “mate” y “asado”. ¿Y por qué no también “morfar”?
Gelman pudo haber sido más piadoso, pero no se lo puede acusar de injusto, siempre que se acepte que la palabra más usada sea realmente la más representativa, con lo que me permito disentir. “Boludo” es, en efecto, la muletilla más usada; se tratan así, amablemente, padres e hijos, y hasta, por distracción biológica, muchísimas mujeres.
Una vez, cansado de escuchar el término a un grupo de chicas amigas que estaban estudiando en casa, les advertí de pasada que si seguían insistiendo, con el tiempo iban a tener próstata, por aquello de que “la realidad termina por imitar al arte”.
Lo más lamentable, para mí, es que sin lugar a dudas es representativa de la pobreza de nuestro lenguaje, producto del creciente desinterés por la lectura, su principal nutriente, y rendida ante el monopolio de la imagen.
Las palabras no dicen lo mismo habladas que escritas. “Cretino”, una de las que mejor define al italiano, cobra su verdadera dimensión despectiva cuando se la pronuncia como saboreándola y entre dientes: “Cre-ti-no”. Es como apretar el gatillo tres veces seguidas sobre el culpable.
“Boludo” figura en el “Diccionario del habla de los argentinos”, compilado por la Academia Argentina de Letras, que la explica como “necio, tonto”. Cuando viene acompañada de “alegre”, me entero, significa “tonto sin malicia”. El término en cuestión se ha colado también en la literatura popular y ni qué decir en los programas de mayor rating de la televisión, que de no existir lo habrían inventado.
Pero sorprende que no haya prosperado también en la publicidad convencional, lo que puede verse como una evidencia más de que los avisos, que si bien no siempre son mejores que los programas de televisión, en cambio resultan más exigentes y respetuosos del idioma.
La excepción son los mensajes comerciales que circulan a través de las redes sociales, más desenfadadas y difíciles de controlar en este y otros aspectos. Como soy de los que todavía no ventilan su intimidad a los cuatro vientos, ni tengo tiempo para escuchar el striptease de los demás, no conozco las características de la publicidad que, como en otros medios, forma parte de su contenido.
Pedí ayuda a mi amigo Miguel Daschuta, directivo del Consejo Argentino de Autorregulación Publicitaria. Sabía que podía darme una mano, e inmediatamente me envió tres ejemplos provenientes de las redes. En uno de ellos, el actor Facundo Aranda solicita ayuda para la Cruz Roja Internacional valiéndose del término, en una original versión bien público de “boludo”, presente también en una publicidad de Samsung-Fibertel. El tercero, protagonizado por el Kun Agüero, figura en un mensaje para celebrar el Día de la Madre de la marca Lay’s. Es el que más se justifica, porque considerando el idioma que baja de las tribunas, “boludo” tiene categoría académica.
 

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