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miércoles, 8 de mayo de 2013

medios


MEDIOS Y COMUNICACION

Todos los medios son públicos

Néstor Piccone afirma que todos los medios son públicos y sólo se diferencian por su modelo de gestión y sostiene que, ante el predominio del modelo oligopólico, los gobiernos, a través de los medios estatales, están en todo su derecho de defenderse.

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Por Néstor Piccone *

¿Los gobiernos (nacional, provincial y municipal) tienen derecho a utilizar los medios públicos estatales para difundir sus políticas y a través de los mismos fijar su posición frente a las polémicas que se plantean cotidianamente desde los demás sectores? Intentaré responder a este interrogante y sumar algunas ideas al pertinente debate propuesto por Hugo Muleiro en Página/12 el pasado 17 de abril.

El modelo mediático hegemónico que se instaló en los años noventa disfraza de periodismo independiente su dependencia política, ideológica, técnica y cultural de los grandes grupos concentrados de la economía y del modelo de mercado, que son quienes los sostienen económica y judicialmente. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) habilitó la legalidad para que otros sectores avancen sobre ese modelo de medios. Así están los medios universitarios, que a partir de la promulgación de la ley accedieron a licencias para manejar frecuencias audiovisuales. Hay otro sector, en el que se incluyen los medios administrados por las micro y pequeñas empresas de arraigo local, el sector cooperativo y comunitario y los pueblos originarios.

La distorsión que en los ’90 produjeron los grandes medios concentrados, más conocidos como monopolio mediático, llevó a que la aplicación de la ley (que garantiza espacios para todos) se postergara por más de tres años.

En esta distribución de espacios que hizo la LSCA se preservó un 33 por ciento para las organizaciones sin fines de lucro y se garantizaron radios y canales para los pueblos originarios.

Pero no todos están en las mismas condiciones para enfrentar el desa-fío de la libertad de expresión. Los únicos que no tienen garantizada su sostenibilidad en el sistema de medios son los del 33 por ciento, los pueblos originarios y las micro y pequeñas empresas de arraigo local.

Todos los medios son públicos, sólo se diferencian por su modelo de gestión. Los grandes integran un dispositivo tecno-económico-cultural que promueve el modelo socio-económico-cultural de mercado. Son impulsores de las políticas neoliberales y sostenedores del sistema capitalista, atado a la financiarización de la economía. En ellos se defiende a la banca mundial, la concentración económica, se impulsa el Estado mínimo y la privatización de la sociedad. Condicionan a los gobiernos desde esta posición dominante y sustraen la verdad a los públicos. Públicos que son el sujeto de derecho: a la información y a la libertad de expresión.

Los medios estatales manejados por los gobiernos nacional, provincial o municipal, según los postulados de los grandes, tendrían que ser estatales no gubernamentales y en sus contenidos debería reproducirse la agenda que ellos manipulan día a día y en la que nunca se ve, por ejemplo, la obra pública o la gestión gubernamental.

Las universidades no han logrado, hasta el momento, entrar al sistema con algún grado de potencia; los casos más destacados son los de Córdoba (que desde la aprobación de la LSCA, logró poner al aire el primer canal de noticias del interior del país y mantener las radios AM y FM y el canal de televisión abierta), y Tucumán y La Plata, que también tienen canales propios con un impacto importante.

Ningún sector de los mencionados está en condiciones de enfrentar al monopolio que concentra el manejo del cable, conexión hasta ahora necesaria para que el público acceda a la mayor cantidad de canales de televisión. Es por eso que se demanda un rol activo del Estado y los gobiernos (en todos sus niveles y encuadramientos políticos) para que se garantice el funcionamiento integral del sistema habilitado por la ley.

Desde esta posición se puede sostener que ante el predominio del modelo oligopólico de gestión y de producción de contenidos noticiosos, artísticos y de entretenimiento, los gobiernos, a través de los medios estatales, están en todo su derecho de defenderse de los ataques permanentes y tienen la obligación de utilizar el espacio para dar a conocer la gestión gubernamental, negada sistemáticamente por el mercado.

En las condiciones en las que se desarrolla hoy el sistema de medios, la democracia (según la ley de SCA) admite medios públicos privados (sin monopolio), medios públicos estatales (manejados por los gobiernos) y medios públicos no estatales ni gubernamentales. Es cuestión de que la democracia (no sólo el kirchnerismo y el Ejecutivo nacional) respete el texto integralmente y garantice su total aplicación. La última palabra para cerrar esta etapa que definirá si la democracia se impone al monopolio la tiene un puñado de personas que integran la Corte Suprema de Justicia.

* Periodista, psicólogo. Integrante de la Mesa de Coordinación de la Coalición por una Comunicación Democrática.

MEDIOS Y COMUNICACION

Agenda, Estado y convergencia

Según Diego Vesciunas, a partir de la convergencia y la multimedialidad los Estados están en condiciones de redefinir su utilización de la comunicación, para dar lugar a mayores espacios de participación y creatividad por parte de los ciudadanos.

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Por Diego Vesciunas *

La convergencia de medios, tan en boga en estos últimos años, podría resumirse como la conjunción de tres industrias: informática, telecomunicaciones y de contenidos. Su aparición y posterior vigencia comenzaron a generar un fuerte cambio en las formas de consumo, almacenamiento, producción y circulación de información. Hoy, con un único dispositivo móvil, es posible consumir y producir cualquier tipo de material audiovisual. La convergencia resulta entonces, además de un fenómeno económico y tecnológico, un proceso cultural y transmediático capaz de trastrocar nuestras prácticas sociales. Los Estados pueden tomar nota de las características e impactos de estos cambios para impulsar estrategias que potencien su posible vinculación con la ciudadanía.

En el caso específico de la instalación de una temática en la agenda pública, es necesario que redefinan las acciones impulsadas hasta hoy: campañas obsoletas que desestiman al ciudadano y pierden terreno frente a la intervención mediática. Las campañas de concientización o sensibilización sobre un tema particular necesitan contemplar los pareceres de la sociedad civil. Estas ya no pueden construir un ciudadano aquietado y expectante, sino que deben perfilar uno inquieto, activo y capaz de complementar el contenido producido. Los códigos de interpelación también constituyen un elemento a redefinir por parte del sector público. Requieren un relevamiento y análisis de lo que los formatos multimediales están generando en relación con conceptos, expresiones, sentidos de pertenencia, nuevas identidades, nuevos tipos de participación, demandas ciudadanas que circulan en nuevos espacios, etcétera.

El Estado puede instalar temáticas, por ejemplo, a través de las redes sociales. En ellas se suceden fuertes discusiones sobre temáticas vinculadas con el ser ciudadano. Y, muchas veces, dichos intercambios se generan sobre la base de issues impuestos mediáticamente (inseguridad, inflación, etc.), bajo intereses y tiempos que no se corresponden con las complejidades de los mismos. Por eso resulta importante analizar las oportunidades que la interactividad, la multimedialidad y la velocidad de distribución ofrecen para instalarlos.

En relación con la interactividad, la creación de un perfil en una red social puede generar una fuerte humanización del Estado. Esto es, una mayor cercanía con el ciudadano desde una faceta desburocratizada y centrada en el intercambio. Existen, actualmente, varios antecedentes interesantes: Aerolíneas Argentinas (@Aerolineas_AR, www.facebook.com/Aerolineas.argentinas), Presidencia de la Nación (@casarosadaar, www.facebook.com/casarosadaargentina), Anses (@ansesgob, www.facebook.com/ ANSES), Ministerio de Planificación Federal, Inversión, Pública y Servicios (@minplan, www.facebook.com/minplan), etcétera.

En relación con la multimedialidad, el desafío es crear plataformas que permitan un contacto ameno y recíproco con el ciudadano. Conformar un espacio en donde este último sea convocado para desasnarse, pero también para crear y sugerir alternativas con respecto a la información que se ofrece, pudiendo recoger inquietudes que colaboren en la instalación de futuros temas. En este sentido, la página www.proyectowalsh.com.ar, creada por Alvaro Liuzzi y Vanina Berghella, presenta una interesante interrelación con las diferentes redes sociales que brindan un contexto de fuerte socialidad alrededor de la plataforma. El objetivo aquí es rectificar al Estado como promotor de iniciativas verticales de contacto con el ciudadano basadas solo en la instrucción.

En relación con la distribución, es posible pensar un proceso de difusión y sensibilización abarcativos. La convergencia brinda la posibilidad de instalar viralmente la temática con velocidades inusitadas. A partir de la simultaneidad, permite poner en marcha el proceso rápidamente y en diferentes territorios. La conformación de un canal en YouTube puede colaborar en este sentido (algunos ejemplos, Aerolíneas Argentinas: www.youtube.com/user/AerolineasAR, ANSES: www.youtube.com/ansesgob).

En definitiva, los Estados están en condiciones de redefinir su utilización de la comunicación. La verticalidad, la subestimación del ciudadano y la exclusiva atención de consultas deberían dar paso a la horizontalidad en la constitución de información de trascendencia pública, promoviendo un ciudadano activo en la discusión sobre temáticas que nunca dejaron de involucrarlo directamente.

* Docente de Políticas y Planificación de la Comunicación (UBA).

 

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