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domingo, 12 de mayo de 2013

El activismo social, global y ambicioso

Enfoques
Con eje en Internet, cada vez más organizaciones en todo el mundo logran movilizar a millones de personas para aportar a causas humanitarias
Por   | El País
Campañas que logran recaudar hasta un millón de euros en apenas 48 horas para ayudar a Haití; iniciativas para frenar el desalojo de un poblado indígena en Brasil; redes locales capaces de recabar y repartir toneladas de alimentos; plataformas que promueven la economía del trueque en barrios de grandes capitales como Madrid o Barcelona... En los últimos años hemos asistido a una auténtica explosión de nuevas formas de activismo social a menudo movidas a través de Internet. Muchas han puesto en marcha sólidas estructuras organizativas y algunas han conseguido ser viables económicamente.
En la orilla del sector público, algunas administraciones han decidido incorporar como herramienta de trabajo métodos similares a los de estas organizaciones de la sociedad civil. El resultado es un ecosistema que cambia de manera vertiginosa y en el que cada día es más borrosa la línea que tradicionalmente dividía lo público y lo privado.
"La frontera entre iniciativas públicas, privadas y de la sociedad civil se está desdibujando y está generando un nuevo modelo de gestión más profesionalizada y enfocada a los resultados", explica David Murillo, profesor de la escuela de negocios Esade y coautor, junto con la investigadora especializada en temas medioambientales Heloise Buckland, de Innovación social . Caminos para el cambio sistemático sobre los modelos y el impacto de estas iniciativas.
Buckland explica que, de acuerdo con los resultados de su estudio, hay cinco variables que caracterizan la innovación social: la transformación social y el impacto que se consigue; la colaboración entre empresas, gobiernos y sociedad civil para desarrollar mejores productos y servicios; la sostenibilidad económica y la viabilidad a largo plazo, y la innovación, orientada de manera muy especial a que pueda ser reaprovechada más adelante por otros.
La capacidad para que una iniciativa innovadora sea emulada en otro ámbito es valorada de manera muy especial por los promotores de este tipo de acciones, "porque muchos de los problemas sociales en los que inciden estas iniciativas son globales", resalta la investigadora. Esto es aplicable tanto a las cuestiones relacionadas con el medio ambiente (cambio climático, desertización, despoblación de las reservas oceánicas) como a las relativas a cuestiones sociales (desde la pobreza y la promoción de la educación, la salud o la libertad de expresión hasta la defensa de los derechos humanos más básicos). La innovación social generada en un país aporta ideas que a menudo pueden exportarse a otros territorios.
¿En qué consiste la llamada innovación social? "Son nuevas ideas que se transforman en proyectos que funcionan para afrontar un reto social concreto, y lo de menos es quién esté detrás. Puede ser un organismo sin ánimo de lucro o no, o una iniciativa autofinanciada, pero lo importante es que resuelva el problema abordado", responde Luis Morago, director de campañas de la plataforma de activismo social Avaaz. "Se trata de buscar lo mejor del funcionamiento de todos: empresas, administraciones y ONG, y utilizarlo para obtener un impacto social. Y en este momento de crisis sistémica, de cambio de modelo del capitalismo, la sociedad se moviliza y hay que estar atentos a las nuevas maneras que van surgiendo para dar respuesta a los problemas."

Simple, claro y novedoso

Un ejemplo destacado es el de la propia Avaaz, una plataforma creada a finales de 2007 para "organizar a ciudadanos de todas las naciones con vistas a alcanzar un mundo mejor". Avaaz ha tenido un crecimiento espectacular en estos años. Pero su capacidad de movilización ha sido notable desde un principio. Nada más nacer, y tras realizar una campaña en apoyo a los defensores de la democracia en Myanmar, consiguió el primer millón de miembros. En abril de 2008 tenían el doble. En abril del año 2010 alcanzaron los 10 millones y en la actualidad cuenta ya con 21 millones de miembros.
Según Morago, la clave de su éxito "es que el problema que se trata de abordar se exponga de una forma muy, muy clara. También es importante que se ofrezca a los ciudadanos una forma sencilla de unirse a la petición para obtener un resultado. Que la gente vea claro el camino que va desde su acción particular hasta el impacto", explica Morago.
Las herramientas tecnológicas disponibles para hacer estas campañas son muchas en estos momentos. Pero el correo electrónico todavía es una de las más eficientes. "Sigue siendo una de las mejores maneras de conseguir la implicación de la gente, aunque Twitter y Facebook tengan su impacto, porque las personas comparten su correo electrónico con una lista de personas que conocen. Además, en un mensaje de este tipo tenemos la posibilidad de escribir siete u ocho párrafos que expliquen en detalle en qué consiste la acción y para qué, y de aportar enlaces para que lean artículos de periódicos o informes antes de decidirse a firmar por una campaña."
Esta organización sin ánimo de lucro, presente en 194 países, cuenta con unas 40 personas que trabajan en contacto permanente con los técnicos. En total son unos 70 profesionales, muchos de ellos con alta calificación y experiencia en grandes organizaciones internacionales. Cada semana proponen ideas para el lanzamiento de nuevas campañas. Si la campaña es urgente, en menos de 24 horas desarrollan los materiales y hacen las pruebas. Cada campaña se manda primero a un número representativo de gente (por ejemplo, 5000 personas) y, si llega a unos números mínimos de participación (por ejemplo, si más del 40% de personas abre el mensaje) se deciden a lanzarla con carácter masivo.
Morago hace hincapié en algo que repiten la mayoría de los especialistas: "Aunque Internet es lo que permite maximizar los impactos y los logros, tiene que haber una fusión de activismo entre el ciberactivismo y el presencial", explica. Hay otras organizaciones dedicadas a la movilización social por Internet. Algunas tienen millones de socios, como Change.org o Move on. Otros ejemplos son 38 Degrees, en el Reino Unido, que cuenta con unos 850.000 miembros, y Get Up, en Australia, con alrededor de 600.000 socios..

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