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domingo, 10 de junio de 2012

tendencias en la argentina

 

Casados sin hijos: Casi 250 mil parejas eligen convivir, pero sin ser padres

Por Diego Geddes

Es en todo el país. Tienen entre 25 y 39 años y se dedican a invertir sus ingresos en ellos mismos. Eligen viajar y consumir. Priorizan el desarrollo profesional y no creen en el mandato tradicional de la familia tipo.
10/06/12
Hubo un tiempo sin dramas: había mujeres y hombres bendecidos por la santa unión y muchos hijos, y se hablaba de la “familia tipo” prácticamente como un deber ser. Se contraía enlace para avanzar en la construcción de ese ideal. El hombre proveía, la mujer dedicaba la vida a la crianza. La televisión tenía su estereotipo en una familia de apellido Falcón, que lo resumía todo: costumbres, trabajo, tradición, herencia. Pero más tarde hubo conquistas y la diferencia de géneros se equiparó: las mujeres ganaron autonomía, se lanzaron al mundo del trabajo y ciertos tabúes quedaron al descubierto. Hubo una ley de divorcio y llegaron los ensambles familiares –los tuyos, los míos, los nuestros–. Y luego hubo hombres que se enamoraron y, ley mediante, se casaron y también avances científicos, nuevas formas de fertilización y hasta hijos que ahora están aprendiendo a vivir con dos mamás. Se trata de una historia posible de la Argentina (como muestra la ilustración de la nota) , que llega a la actualidad y que debe, además, incluir a un grupo que crece. En el país, hay medio millón de personas que se casaron o conviven, pero que se mantienen firmes en un objetivo de fondo: no ser padres.
Según una encuesta de la consultora Ignis, dentro de este segmento, en la Argentina hay 492 mil personas, casi 250 mil parejas.El 47% reside en Capital Federal y Gran Buenos Aires. Tienen entre 25 y 40 años y dedican el tiempo libre a invertir sus ingresos en ellos mismos, cualidad hedonista característica de este nuevo modelo familiar.
Son parejas que priorizan su desarrollo profesional y no comparten el mandato tradicional de la familia tipo. Se las conoce como DINK –en inglés “double income, no kids”, que quiere decir “doble ingreso, sin hijos”– y por tratarse de un grupo con un ingreso económico importante, es un objeto de estudio muy deseado por las empresas. Los casados sin hijos suelen ser clase media–alta (el 78% del total), con estudios terciarios o universitarios (el 59%) y con un vínculo muy fuerte con la tecnología. “Hace 15 años no te encontrabas con parejas que postergaran el proyecto de ser padres –dice Tina Geracaris, vicepresidenta de la consultora que realizó la encuesta sobre un total de 10 mil casos–. Pero hoy hay otras prioridades y las parejas ya no sienten que haya que cumplir con eso de casarse y después tener hijos”.
Myriam Mitrece de Ialorenzi, asesora técnica del Instituto para el Matrimonio y la Familia de Universidad Católica Argentina (UCA), explica que las parejas sin hijos representan “un nuevo segmento de consumidores, con trabajo bien remunerado y perfil económico medio–alto. Aspiran a crecer profesionalmente, viajar, tener auto, mantener status social”.
“Muchas veces hay decisiones que implican enfrentarse a la sociedad: ‘¿Cómo no vas a querer tener hijos?’, es lo que escuchan las personas que deciden no tenerlos. Pero hay que enfrentar ese prejuicio y pensarlo como una elección posible”, explica María Esther de Palma, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar.
Los números oficiales apoyan el fenómeno. La tasa de fecundidad viene cayendo en Capital Federal desde 1990. Hace veinte años era de 2,1 hijos por mujer. Desde mediados de los 2000 se mantiene fija en 1,5. En 1980, las mujeres que al final de su vida reproductiva no habían tenido hijos representaban un 14%, mientras que en 2001 la cifra había trepado a 17% y en 2005 superaba el 20%. Según datos de la Encuesta Anual de Hogares de la Ciudad, en 2009 los hogares porteños compuestos por dos integrantes habían alcanzado su mayor porcentaje histórico: 30,8%. Pero además, según datos del Censo 2010, menos del 40% de las estructuras familiares responden actualmente a modelos tradicionales.
“Hasta no hace mucho, el mandato social era formar familia. Si no eras madre no eras mujer –dice Irene Loyácono, psicóloga y directora del Centro de Terapias con enfoque familiar–. Hoy hay gente que elige otra cosa y es muy honesto que alguien se plantee no tener hijos como elección de vida”. La especialista concluye: “Es válido que haya parejas que decidan dedicarse a las cosas que les dan placer o a la profesión, siempre que sea una elección meditada”. Está claro: en el fin de la posmodernidad, no hay categorías y pocos mandatos quedan en pie. Escuchar la voz interior para luego avanzar, de eso se trata. Con o sin hijos.

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