MEDIOS Y COMUNICACION
FM En
Tránsito: 25 años
Alejandro Wassileff conmemora los
25 años de la radio comunitaria FM En Tránsito, subraya la importancia de la
condición de cooperativa y reivindica el rol de transformación social de este
tipo de emisoras. El estudio de FM En Tránsito lleva el nombre de Nora
Cortiñas.
El 9 de julio pasado se
cumplieron 25 años del nacimiento de la primera radio cooperativa del país. FM
En Tránsito 93.9 (de Castelar, en Morón, provincia de Buenos Aires) es quizá la
radio comunitaria más vieja de la Argentina. Tiempo suficiente también para ver
cambiar su condición de “clandestina” a ser reconocida por el Estado (nacional,
provincial y municipal), de “trucha” a comunitaria y asimilada por sus vecinos
y vecinas.
Lo que comenzó a mediados de los
años ochenta, esa marea que trajo miles de radios de baja potencia, abrió un
debate sobre la propiedad, el contenido y el acceso a los medios de
comunicación que fue desvaneciéndose en los noventa. Lo que dejó sin resolver
el debate social lo hizo el mercado: aniquiló a las experiencias radiales
vinculadas con organizaciones populares, fortaleció a empresarios emergentes y
consolidó cadenas de radio.
Fue una época muy dura que
atravesamos en estado latente. Hoy, muchos años después, entendemos que la
propiedad del medio fue una de las razones para poder sostener el proyecto. FM
En Tránsito nació de una cooperativa de periodistas, un grupo de mujeres y
hombres que usaban la comunicación como una herramienta de transformación
social.
Lo que comenzó con la búsqueda de
nuevas tecnologías y estéticas para optimizar el discurso y con una agenda para
reflejar las necesidades de nuestros vecinos y vecinas, sobrevivió a los ’90
gracias al marco legal, ideológico y ético que impone una cooperativa y a la
tenacidad de quienes la componen, pero todo el proyecto sintió el impacto.
Luego, el recambio generacional
reavivó el trabajo para mantener una radio comprometida con su comunidad,
generadora de información y debates entre vecinos, con organizaciones sociales,
deportivas y culturales.
En estos 25 años hemos aprendido
mejor nuestro oficio, hemos construido lazos y establecido convenios con
instituciones y colegas que comulgan con este objetivo: difundir, debatir,
comunicar, estudiar, proyectar y construir una sociedad más justa, solidaria, y
hacerlo cuanto antes, aquí, en el barrio. Por eso es tan necesario construir
con otras radios comunitarias una red con miles de medios regionales
autosustentables.
Si un medio comunitario de
comunicación se ha comprometido a ser una herramienta de transformación social,
entonces la producción de contenido, la estética de su discurso y la cobertura
y transmisión de las noticias pertinentes deben tener impacto en la comunidad
donde está inserto.
Es una responsabilidad
profesional (incluso social) la búsqueda de la mayor calidad posible en la
comunicación comunitaria. Además, en la cultura hegemónica la palabra
comunitario aparece como antónimo de calidad, por eso también resulta muy
estimulante una búsqueda estética que optimice nuestro discurso, además de una
investigación permanente para aprovechar mejor los recursos técnicos de los
medios comunitarios, con ingenio y experimentación.
Sin embargo, a pesar de la
ebullición, todavía nos sentimos en deuda. No podemos o sabemos medir el
impacto que han logrado 25 años de comunicación comunitaria. Por ahora, y
durante todo 2012, celebramos este aniversario con actividades (fotos y agenda
en www.fmentransito.org.ar) para celebrar que la radio sigue de pie y
manteniendo el espíritu con el que comenzó a caminar desde 1987: trabajar,
difundir otro tipo de información y nuevas ideas, pero manteniendo un camino
independiente, con fuerte compromiso ético y profesional para brindar
accesibilidad a los vecinos a un sistema nacional de comunicación.
Durante estos 25 años recibimos
afecto, regalos y reconocimientos, pero lo más emotivo, lo trascendente, fue
ponerle nombre a nuestro estudio de radio. Ahora se llama Nora Cortiñas. En FM
En Tránsito el estudio es el espacio que sintetiza el trabajo de todos y todas:
pasión, compromiso y aportes de operadores, productores, periodistas y vecinos.
Nora Cortiñas es sinónimo de todo eso. Es vecina de Morón y como integrante
histórica de la Línea Fundadora de las Madres de Plaza de Mayo ha llevado una
vida intensa de participación, de solidaridad, de reclamo y lucha frente a las
injusticias y ha sabido comunicar su mensaje alrededor del mundo. Su cercanía
histórica a FM En Tránsito nos ha llenado de cariño, pero también ha velado
para que en todas las generaciones que pasaron por la radio se cumpla con esos
principios básicos en un medio de comunicación. Ese es nuestro mayor
reconocimiento.
* Socio de la Cooperativa de
Trabajo para la Comunicación Social.
MEDIOS Y COMUNICACION
ShowMatch:
graduados en los noventa
Apelando a las referencias de dos
programas televisivos (ShowMatch y Graduados), Pablo Castillo interpela acerca
de la necesidad de usar creativamente la televisión para dar la batalla
política de los sentidos y de la interpretación.
Una mirada descarnada –y quizás
un poco sesgada– diría que en el interior de la pelea entre Graduados y
ShowMatch, por ver cuál de los dos programas acapara mayor audiencia, se
exterioriza un juego poblado de sobre y malos entendidos. Hay una irrupción –en
el primer plano televisivo– de las huellas de un pasado que, simplificando,
podría expresarse como las marcas culturales de una época que va desde el fin
de la ilusión de la “primavera radical” hasta el “menemismo”. No es la única
lectura, pero sí una posible.
De un lado, tenemos a los
simpáticos y algunos hasta queribles personajes de la novela del canal de las
pelotas. Como dice la canción de Serrat: “un buen colegio de pago/el mejor de
los bocados...”, donde la libertad que hay que defender es la individual,
frente a una sociedad que trata de oprimirnos y un Estado que sólo en la
ficción puede figurar como ausente. Seguramente ya fueron arrancadas las
etiquetas con RA (Raúl Alfonsín/República Argentina) de sus carpetas escolares.
Hoy, los imprevistos y los desencantos de la vida cotidiana, combinados con la
entrada a los cuarenta de los protagonistas principales, parecen volverse un
cóctel explosivo. Equiparando, bastante democráticamente, encontramos que los
tonos angustiantes y resbaladizos que transitan estos sujetos nos demuestran
fácticamente que aparentemente solo con la plata no alcanza para ser feliz...
Por el otro, nos topamos con un
Marcelo Hugo disfrazado simultáneamente de mago y equilibrista junto a los
hijos de Claudio Paul Caniggia y Mariana Nannis, dándole visibilidad a esa
mezcla de pizza con champagne reactualizada; hablada desde los márgenes de
Marbella, de la Europa eterna, nunca en crisis. De la ausencia-presencia de un
padre que es más como uno. Porque solo en la vida y en el fútbol nos pueden
pelotear todo el partido –como Brasil nos arrinconó, en el Mundial de 1990– y
casi milagrosamente hacer aparecer una oportunidad que transforme, de repente,
todo el relato. Un descuido, una desatención, una negligencia de los
dominadores basta para filtrarte entre líneas y cambiar la Historia (con y sin
mayúscula). Sólo se trata de estar ahí y, llegado el momento, navegar en el
justo límite que, según lo que uno decida y cómo lo ejecute, nos convierte en
héroe o villano, sin mediación simbólica que valga.
Es cierto que en los dos
programas pasan otras cosas, gestos tiernos y nuevas complicidades (algunas tan
marketineras como efectivas) pero que funcionan en un segundo plano. Las marcas
ordenan los discursos y, cuando hay que tomar alguna decisión sobre el futuro
de los hijos, las respuestas siempre están allende los mares. Para pasarla bien
o estudiar, tanto los Caniggia como la familia de Martín, el hijo de Loly en la
ficción de Telefe, miran a Europa o Estados Unidos.
Podríamos concluir con algo así
como que los millones de espectadores que miramos en forma permanente o a
través del zapping estas emisiones televisivas nocturnas lo hacemos desde otro
lugar al acostumbrado. Los que padecimos los noventa hoy podemos entretenernos
con sus restos anclados en otro territorio cubiertos por una dignidad, antes no
alcanzada. Pero lo cierto es que, como imagen, puede tranquilizar pero es
insuficiente.
La lucha por el sentido, por
fijar la verdad de una posición, es también una disputa de poder. Y el campo de
la masividad de lo mediático es una batalla pendiente que debemos abordar
creativamente; en el marco de los cambios que la nueva Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual permite, pero entendiendo que la televisión en
particular tiene sus propias especificidades. Sin prejuicios elitistas pero
tampoco, parafraseando a Néstor Kirchner, “dejando las convicciones en las
puertas de un estudio de televisión...”.
La política siempre va a ser el
principal bagaje con el que contarán los silenciados por la historia escrita
por los vencedores de Caseros, para alcanzar visibilidad y transformar el yo
(liberal o fenomenológico) en un nosotros. Por eso mismo, no reflexionar sobre
cómo se conforman esos movimientos, las percepciones (muchas de ellas
contradictorias) que nuestros televidentes tienen de sus triunfos y fracasos,
de sus alegrías y tristezas, de sus formas de entretenerse y pasarla bien, es
para la academia un error conceptual grave pero, para los que militamos en la
ancha alameda de lo comunicacional, supone asumir una actitud casi suicida.
* Psicólogo UBA. Magister en
Planificación y Gestión de Procesos Comunicacionales, UNLP.
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