Educación y trabajo
Jóvenes en el mundo laboral: falta conexión y compromiso
Por Mariana García
Un estudio del BID, con datos de Argentina, analizó las habilidades sociales de las nuevas camadas de empleados. Según el 80% de las empresas, escasean estas cualidades. Y la secundaria no las enseña.
Saber no es todo. El estudio del Banco Interamericano de Desarrollo señala que la formación académica no alcanza. Y que las empresas necesitan gente que asuma responsabilidades.
18/03/12
No tienen ni idea de cómo redactar un currículum. La impuntualidad no es algo que los abochorne. No se incomodan cuando no pueden dar una respuesta adecuada y expresar un problema a sus jefes les resulta una tarea titánica. A los jóvenes latinoamericanos, el mundo del trabajo se les presenta tan lejano y extraño como un planeta de otra galaxia. Influyen, sí, la calidad y la cantidad de educación recibida. Pero el mejor promedio no los convertirá necesariamente en un buen trabajador.Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), basado en datos de la Argentina, indagó sobre las condiciones en que los jóvenes ingresan al mercado laboral: “Se requieren políticas educativas urgentes no sólo para abordar el problema de la calidad de la educación, sino de la pertinencia de la misma cuando se trata de facilitar las transiciones de los jóvenes al mundo del trabajo”, concluye el informe.
Marina Bassi, una de las autoras, lo explica así: “Los conocimientos académicos no son suficientes para el desarrollo de los jóvenes en su vida adulta. La escuela tiene que cambiar y desarrollar metodologías que les permitan a los jóvenes poder desempeñarse en el mundo del trabajo”.
“Desconectados. Habilidades, educación y empleo en América Latina”, señala que cerca del 80 por ciento de las empresas consultadas consideró que las destrezas que más escasean son las que están relacionadas con el comportamiento, la cortesía, el compromiso y la responsabilidad.
A partir de los datos que ya existían sobre el desempeño académico de los jóvenes latinoamericanos, el informe del BID se propuso, por primera vez en la región, averiguar cuáles eran esas habilidades que se necesitan para poder moverse con soltura en un trabajo. Así, señala Bassi, determinaron que “los jóvenes no vienen preparados, no saben cumplir un horario, no saben identificar un problema ni comunicarlo a sus jefes y no saben trabajar en equipo”.
Para llevar adelante esta investigación, se realizaron dos encuestas. Una en la que participaron 6.200 jóvenes de entre 25 y 30 años de Argentina y Chile. En la otra, se registró la opinión de 1.200 empresas de ambos países además de Brasil. En los dos sondeos se midieron dos tipos de habilidades, las cognitivas –que están relacionadas con el capital intelectual y la inteligencia dura– y las socioemocionales que están vinculadas con, por ejemplo, la capacidad para poder planificar tareas, de liderar grupos o interactuar con otras personas, pero también con la percepción que cada uno tiene de sí mismo.
El estudio partió de algunas premisas: que cada vez más jóvenes pueden acceder al sistema educativo, pero que al mismo tiempo disminuye la cantidad de los que logran permanecer hasta el final del ciclo. También que “las habilidades adquiridas en la escuela secundaria son menos valoradas por los empleadores”. Por caso, sólo el 15 por ciento de los jóvenes que busca un empleo lo consigue –en los años 80 era del 5 por ciento– y el 50 por ciento de los que poseen estudios secundarios no puede acceder a un trabajo formal.
“La escuela secundaria es el último contacto con el sistema educativo –dice el informe– y la plataforma desde la cual ingresan al mercado laboral. Es por ello que el sistema educativo de la región tiene el enorme desafío de retener a los jóvenes hasta culminar su formación y de proporcionarles las destrezas que el trabajo y la sociedad les exigirán después”.
Iniciativa para pensar nuevas estrategias, poder hacerse oír en un grupo, comprender las instrucciones y transmitirlas a otros. Esas fueron algunas de la preguntas que se tuvieron en cuenta para desarrollar este informe.
Así, se pudo determinar que, por ejemplo, sólo 12 por ciento de los empresarios encuestados dijo que no tenía dificultades a la hora de encontrar las habilidades requeridas entre los jóvenes que se presentaban a un empleo.Además, el 55 por ciento de estos empresarios señaló que el comportamiento era la habilidad más buscada pero a la vez, la más dificil de encontrar. En segundo lugar, quedó el conocimiento –30 por ciento– y por último, las habilidades específicas a cada rubro –15 por ciento–.
Bassi explica que si bien la calidad de la educación recibida proporciona más habilidades para desempeñarse en el mundo laboral, a partir de este estudio se pudo establecer que existen “otras habilidades socioemocionales que proporcionan una ventana más amplia para reducir las desigualdades. Aún si los jóvenes tuvieron un mal desarrollo académico, se pueden estimular estas habilidades para que les pueda ir muy bien en su vida laboral y así reducir las brechas entre unos y otros”.
Estas carencias socioemocionales en el trabajo se reflejan en que en Argentina el 65 por ciento de los jóvenes no pasa más de un año en un mismo empleo, según un estudio del año pasado del CEPP (ver Para los especialistas...). El secundario parece haber quedado muy atrás para ofrecer las herramientas necesarias para dar el primer paso en el mundo adulto, un mundo cada vez más competitivo pero también que ofrece empleos cada vez más precarizados.
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