ARGENTINA EN EL RECIENTE NÚMERO DE ADLATINA MAGAZINE SE DESTACA UNA INVESTIGACIÓN DE ALGUNAS PROPUESTAS QUE SIGUEN ESTA NUEVA TENDENCIA
El arte con nombre de marca
(Por Martín Bonadeo para Adlatina Magazine) - Itaú Cultural, Fundación YPF, Fundación OSDE y Espacio Fundación Telefónica son algunos de los ejemplos de empresas que se suman a la movida de galerías de arte asociadas con las marcas. También se destacan marcas que otorgan premios de arte como Petrobrás, Chandón, Arnet, Banco Ciudad, Banco Nación y otras instituciones sin nombre de marca como la Fundación Proa (con respaldo de Techint) que están transformando la cultura local.
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Una de las muestras que se reseñan en la nota.
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Revuélquese y Viva, de Marta Minujín, brilla en la muestra Pop.
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Fashion Fiction, una fantasía de moda pop en los 60 de Eduardo Costa.
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El espíritu flower power en OSDE con la recreación de Love and Life de D. Cancela y P. Mesejean.
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Detalle del luminoso espacio del Banco Itaú.
Anochece en la esquina de la Avenida 9 de Julio y Viamonte, la fachada recién restaurada del Teatro Colón brilla con vista a su apertura en el Bicentenario. Los reflectores del teatro están apagados pero la fachada está iluminada gracias al reflejo de los carteles publicitarios de la 9 de Julio. Centenares de marcas brillando desde neones y miles de watts desplegados sobre esta ancha avenida. A la derecha de este templo de la cultura porteña se ubica una torre de 27 pisos coronada por el enorme logo del Banco Itaú y su correspondiente letrero de LEDs que indica la hora y temperatura. Al nivel de la calle, en el lugar que antes ocupaba una sucursal, se encuentra un nuevo espacio de arte. Con esta propuesta, el Banco Itaú se suma a la movida de galerías de arte con nombre de marca.
Una gran vidriera que exhibe arte
Paraconstrucción es el nombre de la segunda muestra que se exhibe en el espacio Itaú Cultural. La forma en la que está pensada la exposición, curada por Jimena Ferreiro Pella y Patricia Hakim, es claramente la de vidriera o cubo de cristal. El espacio que el Banco Itaú le dio al arte es una esquina con un alto valor comercial y con mucha visibilidad. Usado del modo que plantearon las curadoras, el espacio brilla. Lo primero que se destaca es el enorme mural de Andrea Cavagnaro. Tal vez sea por sus colores cálidos y casi fosforescentes, tal vez por la temperatura que imprime el tratamiento de materiales textiles como si fueran pinceladas de diversos espesores, o tal vez por una cuestión más sencilla: su tamaño. Las monumentales dimensiones de este mural atraen desde lejos. Funciona como un anzuelo que compite en una de las zonas más contaminadas por carteles de vía pública. Gana la atención gracias a una diferencia básica con el entorno: el mural no tiene marca, no quiere vender nada y propone un refugio para el ojo que hipnotiza al transeúnte porteño y lo invita a entrar.
Una vez dentro del espacio, no todo es tan amable.
Apenas cruzamos el umbral nos amenaza la obra de Luciana Lamothe. Suspendida en diagonal de frente a la entrada en ochava, hay una especie de viga naranja. Posicionada en una diagonal que viene desde lo más alto del espacio una punta nos enfrenta. Si recorremos el espacio vemos que es una ex-marquesina en la que se lee Buen Ayre-Itau. Este texto está tapado con duct tape negro, tachando la marca y mostrándonos la transición y los pases de las carteras de clientes de mano en mano. Nos remite a la época de los cacerolazos, de los bancos blindados para protegerse de los ataques de los ahorristas. Lo trash en la imagen corporativa bancaria. Lamothe presenta también una escultura compuesta por una serie de maderas con un peso tan importante que una de las maderas está totalmente arqueada a pesar de las ménsulas metálicas que la suspenden en forma paralela al piso. Da miedo pasar por debajo, da miedo pasar cerca, pero no se cae. Puede ser un comentario sobre la economía. Y otra vez nos acordamos que estamos dentro de un banco.
La última obra es Fiat Europa de Jorge Tirner. Una placa de madera cruda funciona como base para esta escultura-automóvil. El vehículo está pintado de rojo, pero no con pintura para autos sino con un esmalte sintético como el que se usa para pintar una puerta o una mesa. Lo neumáticos en llanta implican que este bólido no va a ninguna parte. Considerado siempre como un auto muy ágil, este Fiat da la sensación de todo lo contrario. Si miramos por las ventanillas todo es gris. Litros y litros de cemento llenan el habitáculo. El vacío lleno. ¿Habrá alguien sepultado al volante? ¿Cuál será la forma de la escultura de concreto si sacamos el auto que funciona como molde? Son algunas de las preguntas. Hay algo de la palabra construcción (presente en el título de la muestra) que se hace evidente en este material. Desde afuera esta pieza le da al espacio el look de agencia de autos retro, porque no advertimos que hay cemento en el interior.
Todo es mucho más atractivo que una sucursal de un banco. Por cierto es una gran alegría ver la transformación de este lugar.
Petro Arte
Entre todas las nuevas torres que rasgan el cielo porteño en Puerto Madero, se destaca la que ocupa YPF. Este ícono urbano, diseñado por el prestigioso César Pelli, presenta un extraño «bosque indoors de eucalipto» ubicado en el cielo, entre los pisos 26 y 31. Debajo de esta mole, en la planta baja, la Fundación YPF inaguró recientemente un espacio en el que se desarrolla un programa de arte curado por Fernando Farina.
La primera intervención en este espacio se titula metro cuadrado y fue realizada por la artista rosarina Graciela Sacco. El planteo de Sacco parte de una simple pregunta por el valor del metro cuadrado en distintas ciudades del mundo. La pregunta no es inocente en la zona más cara de Buenos Aires. Esta unidad de medida es tomada por Sacco como el espacio mínimo que un individuo necesita y lo presenta con extrañas fotos contrapicadas de personas en una escalera con escalones de vidro. De esta forma se ve la suela de los zapatos en primer plano. Las fotografías están copiadas en un soporte transparente a escala 1:1 y pegadas en las ventanas del lobby de recepción. A esta instalación específica le sucederán, durante 2010, muestras de Nicola Costantino, Edgardo Giménez, Gabriel Valansi y Adrián Villar Rojas.
Aires del Di Tella en la Fundación OSDE
Desde hace algunos años el antiguo espacio que ocupaba la mueblería Maple en la calle Suipacha está ocupado por OSDE y dedicado al arte. En la actualidad sus salas exhiben una muestra con el espíritu del legendario Instituo Di Tella. Tal vez la primera marca que en Argentina decidió abrir un espacio de arte y sostenerlo en el tiempo, por los años sesenta. La exposición curada por María José Herrera se llama Pop! La consagración de la primavera y reúne un grupo de obras creadas entre 1961 y 1966 que fueron denominadas pop. Un grupo muy colorido de pinturas, esculturas, instalaciones y registros de los primeros happenings y performances. Escribir puntualmente sobre las obras resulta difícil. Mientras recorría la sala pensaba que me gustaría ver a los autores. Estaba solo en el espacio y estas alegres obras se veían un poco desalmadas sin los artistas alrededor. Mucho más cuando se trata de una serie de personajes adorables como Marta Minujín o Federico Peralta Ramos que vivían agitando la realidad. No viví la época del Di Tella y si bien la muestra retoma su producción, siento que falta algo. Es una excelente muestra, pero en la sala faltan sus autores dándole vida. Una movida inteligente en este sentido son las actividades paralelas que se organizaron, como encuentros con la curadora o la charla "Nosotros cometimos un happennig" en la que artistas plásticos, actores y performers compartieron sus experiencias. La muestra también incluye videos que intentan reproducir algo más de la época.
En el recorrido se comprueba cómo el Pop penetró lo popular a través de todos los medios masivos: las revistas, la televisión y hasta el cine. Me interesó particularmente la esquina dedicada a Federico Peralta Ramos, en la que podemos verlo en una gran fotografía vendiendo un buzón, al lado de sus mandamientos gánicos. Se destaca una grabación de audio con sus canciones y relatos de delirantes poesías.
En síntesis, Pop, la consagración de la primavera es una experiencia tan interesante que dan ganas de tener la máquina del tiempo para volver a esa época.
Espacio Fundación Telefónica: un clásico
El Espacio de la Fundación Telefónica tiene una trayectoria más larga que todas los anteriores. De hecho, en este momento se está exhibiendo en sus salas la muestra de la sexta edición de los premios Arte, Ciencia y Tecnología que entrega conjuntamente con el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Tal vez esta sea una de las muestras más sólidas de los últimos tiempos en Telefónica. Si bien una convocatoria tan ambigua como "arte que usa nuevas tecnologías" puede dar un resultado heterogéneo, las obras de los ganadores de premios y menciones conforman un grupo sólido. Una cuestión interesante es que en el currículum de casi todos ellos aparece, de una u otra forma, su pasado en la Fundación. Algunos son reincidentes en el premio, otros cursaron seminarios o realizaron exposiciones financiados por Telefónica. Porque esta empresa brindó, y continúa brindando, a muchos artistas un espacio de formación gratuita, de contactos con figuras internacionales, de exhibición, de producción de obra e incluso de publicación de catálogos. Alejandra D´Elia, directora del espacio de Arte y Nuevas Tecnologías está haciendo un impecable trabajo de producción y documentación que incluye, además de sus numerosas publicaciones en papel, el alojamiento en sus servidores del proyecto Bola de Nieve (www.boladenieve.org.ar). Un proyecto de la fundación Satrt que nuclea el trabajo de 989 artistas elegidos por artistas. Un ejemplo a seguir para todas las marcas que quieran incursionar en el rubro.
Una obra que resume una nueva forma de hacer arte
Volviendo al espacio de exhibición en Telefónica, voy a describir uno solo de los proyectos de la muestra. No se trata de ninguno de los premios principales puesto que solo recibió una de las menciones de honor en la categoría proyectos. Pero es uno de mis favoritos y por muchas razones: The new artist (working title), un proyecto dirigido por Axel Straschnoy, un apellido que suena conocido en este ámbito. Este proyecto presenta varias particularidades que lo destacan. En primer lugar, mientras que la mayoría de los proyectos están terminados, The new artist se exhibe como la documentación de un proceso de trabajo en equipo y no como una obra concluida.
Es el único trabajo grupal. La lista de autores incluye a Ben Brown, jefe de proyectos científicos del Robotics Institute de la Carnegie Mellon University, uno de los laboratorios más avanzados del mundo y a varios de sus investigadores: Garth Zeglin, Paul Scerri y Marek Michalowski especialistas en robótica, Geoffrey Gordon del Machine Learning Department (Departamento de Aprendizaje Automático) y Sue Ann Hong, estudiante de doctorado del Computer Science Department. También forma parte del equipo Iheanyi Umez-Eronini, estudiante de doctorado de la University of Pittsburgh. Piritta Puhto es la productora afincada en Helsinki, Finlandia, detrás de esta red internacional. Luego de varios años trabajando juntos y compartiendo este tipo de experiencias, Piritta y Axel se van a casar este año. Este detalle puede sonar un poco "cholulo", pero da la pauta de un ingrediente importante para desarrollar este tipo de obra: el amor. Sí, estoy afirmando que para hacer arte robótico hace falta una cuestión emocional fuerte, de confianza en otros y de renuncias a ciertos individualismos. De hecho, Axel figura último en la mayoría de los créditos. Uno de los grandes trabajos que hizo Straschnoy en este proyecto fue armar una red de colaboradores y gran parte de la obra está ahí. Estamos hablando de un proyecto trinacional cofinanciado por diez instituciones públicas y privadas.
Tengo la suerte de conocer a Axel hace años y su obra nunca es fácil de leer, siempre está buscando los límites de los lenguajes y desde su erudición pide más del espectador y de la gente que lo rodea. Lo interesante es que lo consigue. Con su particular encanto, ganó el premio ArteBA/PetroBras en 2005 y fue becario en el Palais de Tokyo, una de las residencias para artistas jóvenes más codiciadas del mundo.
Luego de todo este preludio paso a relatar la obra en sí. El soporte de la obra son una serie de monitores color con entrevistas a los autores y especialistas que explican la obra y hablan del desafío de hacer máquinas con funcionalidad artística y crítica. En otros monitores blanco y negro se muestran a dos robots, ninguno con forma humana. Uno es un brazo anclado al piso con dos patas como resortes que salta en forma constate, es el performer, y otro que es el robot espectador. Se trata de arte robótico para robots, una extraña paradoja en la que una máquina hace morisquetas y la otra aprueba o desaprueba. Cada artefacto fue desarrollado por un equipo independiente de investigadores. Los mensajes del autómata espectador no son interpretables por los humanos, pero sí por el performer que, en función a estas señales, continúa con su rutina o la cambia. Una metáfora fuerte, un proceso complejo. El espectador como dictador y el performer intentando complacerlo. Las lecturas son múltiples en el mundo del arte tan influenciado por los mercados. El artista en la obra es el robot. ¿O son los humanos que crean el robot?
Mientras en Buenos Aires vemos sólo videos documentales, en Helsinki tuvieron la suerte de ver la performance en vivo de los robots interactuando. Seguramente, con la persistencia de Axel, es muy posible que pronto lo veamos en Buenos Aires.
Más marcas involucradas
Unas breves líneas merecen marcas que producen premios de arte como Petrobrás, Chandón, Arnet, Banco Ciudad, Banco Nación y otras instituciones sin nombre de marca como la Fundación Proa (con Techint detrás) que están transformando la cultura local. Son cada vez más las marcas de todos los rubros que esponsorean arte. La ciudad de Buenos Aires está implementando, desde 2009, su nueva Ley de Mecenazgo. El arte contemporáneo en Buenos Aires crece día a día y es un placer estar participando de esta tendencia. Ojalá sea contagiosa y esta nota inspire a otras marcas más a animarse a invertir en arte.
El arte con nombre de marca
(Por Martín Bonadeo para Adlatina Magazine) - Itaú Cultural, Fundación YPF, Fundación OSDE y Espacio Fundación Telefónica son algunos de los ejemplos de empresas que se suman a la movida de galerías de arte asociadas con las marcas. También se destacan marcas que otorgan premios de arte como Petrobrás, Chandón, Arnet, Banco Ciudad, Banco Nación y otras instituciones sin nombre de marca como la Fundación Proa (con respaldo de Techint) que están transformando la cultura local.
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Una de las muestras que se reseñan en la nota.
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Revuélquese y Viva, de Marta Minujín, brilla en la muestra Pop.
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Fashion Fiction, una fantasía de moda pop en los 60 de Eduardo Costa.
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El espíritu flower power en OSDE con la recreación de Love and Life de D. Cancela y P. Mesejean.
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Detalle del luminoso espacio del Banco Itaú.
Anochece en la esquina de la Avenida 9 de Julio y Viamonte, la fachada recién restaurada del Teatro Colón brilla con vista a su apertura en el Bicentenario. Los reflectores del teatro están apagados pero la fachada está iluminada gracias al reflejo de los carteles publicitarios de la 9 de Julio. Centenares de marcas brillando desde neones y miles de watts desplegados sobre esta ancha avenida. A la derecha de este templo de la cultura porteña se ubica una torre de 27 pisos coronada por el enorme logo del Banco Itaú y su correspondiente letrero de LEDs que indica la hora y temperatura. Al nivel de la calle, en el lugar que antes ocupaba una sucursal, se encuentra un nuevo espacio de arte. Con esta propuesta, el Banco Itaú se suma a la movida de galerías de arte con nombre de marca.
Una gran vidriera que exhibe arte
Paraconstrucción es el nombre de la segunda muestra que se exhibe en el espacio Itaú Cultural. La forma en la que está pensada la exposición, curada por Jimena Ferreiro Pella y Patricia Hakim, es claramente la de vidriera o cubo de cristal. El espacio que el Banco Itaú le dio al arte es una esquina con un alto valor comercial y con mucha visibilidad. Usado del modo que plantearon las curadoras, el espacio brilla. Lo primero que se destaca es el enorme mural de Andrea Cavagnaro. Tal vez sea por sus colores cálidos y casi fosforescentes, tal vez por la temperatura que imprime el tratamiento de materiales textiles como si fueran pinceladas de diversos espesores, o tal vez por una cuestión más sencilla: su tamaño. Las monumentales dimensiones de este mural atraen desde lejos. Funciona como un anzuelo que compite en una de las zonas más contaminadas por carteles de vía pública. Gana la atención gracias a una diferencia básica con el entorno: el mural no tiene marca, no quiere vender nada y propone un refugio para el ojo que hipnotiza al transeúnte porteño y lo invita a entrar.
Una vez dentro del espacio, no todo es tan amable.
Apenas cruzamos el umbral nos amenaza la obra de Luciana Lamothe. Suspendida en diagonal de frente a la entrada en ochava, hay una especie de viga naranja. Posicionada en una diagonal que viene desde lo más alto del espacio una punta nos enfrenta. Si recorremos el espacio vemos que es una ex-marquesina en la que se lee Buen Ayre-Itau. Este texto está tapado con duct tape negro, tachando la marca y mostrándonos la transición y los pases de las carteras de clientes de mano en mano. Nos remite a la época de los cacerolazos, de los bancos blindados para protegerse de los ataques de los ahorristas. Lo trash en la imagen corporativa bancaria. Lamothe presenta también una escultura compuesta por una serie de maderas con un peso tan importante que una de las maderas está totalmente arqueada a pesar de las ménsulas metálicas que la suspenden en forma paralela al piso. Da miedo pasar por debajo, da miedo pasar cerca, pero no se cae. Puede ser un comentario sobre la economía. Y otra vez nos acordamos que estamos dentro de un banco.
La última obra es Fiat Europa de Jorge Tirner. Una placa de madera cruda funciona como base para esta escultura-automóvil. El vehículo está pintado de rojo, pero no con pintura para autos sino con un esmalte sintético como el que se usa para pintar una puerta o una mesa. Lo neumáticos en llanta implican que este bólido no va a ninguna parte. Considerado siempre como un auto muy ágil, este Fiat da la sensación de todo lo contrario. Si miramos por las ventanillas todo es gris. Litros y litros de cemento llenan el habitáculo. El vacío lleno. ¿Habrá alguien sepultado al volante? ¿Cuál será la forma de la escultura de concreto si sacamos el auto que funciona como molde? Son algunas de las preguntas. Hay algo de la palabra construcción (presente en el título de la muestra) que se hace evidente en este material. Desde afuera esta pieza le da al espacio el look de agencia de autos retro, porque no advertimos que hay cemento en el interior.
Todo es mucho más atractivo que una sucursal de un banco. Por cierto es una gran alegría ver la transformación de este lugar.
Petro Arte
Entre todas las nuevas torres que rasgan el cielo porteño en Puerto Madero, se destaca la que ocupa YPF. Este ícono urbano, diseñado por el prestigioso César Pelli, presenta un extraño «bosque indoors de eucalipto» ubicado en el cielo, entre los pisos 26 y 31. Debajo de esta mole, en la planta baja, la Fundación YPF inaguró recientemente un espacio en el que se desarrolla un programa de arte curado por Fernando Farina.
La primera intervención en este espacio se titula metro cuadrado y fue realizada por la artista rosarina Graciela Sacco. El planteo de Sacco parte de una simple pregunta por el valor del metro cuadrado en distintas ciudades del mundo. La pregunta no es inocente en la zona más cara de Buenos Aires. Esta unidad de medida es tomada por Sacco como el espacio mínimo que un individuo necesita y lo presenta con extrañas fotos contrapicadas de personas en una escalera con escalones de vidro. De esta forma se ve la suela de los zapatos en primer plano. Las fotografías están copiadas en un soporte transparente a escala 1:1 y pegadas en las ventanas del lobby de recepción. A esta instalación específica le sucederán, durante 2010, muestras de Nicola Costantino, Edgardo Giménez, Gabriel Valansi y Adrián Villar Rojas.
Aires del Di Tella en la Fundación OSDE
Desde hace algunos años el antiguo espacio que ocupaba la mueblería Maple en la calle Suipacha está ocupado por OSDE y dedicado al arte. En la actualidad sus salas exhiben una muestra con el espíritu del legendario Instituo Di Tella. Tal vez la primera marca que en Argentina decidió abrir un espacio de arte y sostenerlo en el tiempo, por los años sesenta. La exposición curada por María José Herrera se llama Pop! La consagración de la primavera y reúne un grupo de obras creadas entre 1961 y 1966 que fueron denominadas pop. Un grupo muy colorido de pinturas, esculturas, instalaciones y registros de los primeros happenings y performances. Escribir puntualmente sobre las obras resulta difícil. Mientras recorría la sala pensaba que me gustaría ver a los autores. Estaba solo en el espacio y estas alegres obras se veían un poco desalmadas sin los artistas alrededor. Mucho más cuando se trata de una serie de personajes adorables como Marta Minujín o Federico Peralta Ramos que vivían agitando la realidad. No viví la época del Di Tella y si bien la muestra retoma su producción, siento que falta algo. Es una excelente muestra, pero en la sala faltan sus autores dándole vida. Una movida inteligente en este sentido son las actividades paralelas que se organizaron, como encuentros con la curadora o la charla "Nosotros cometimos un happennig" en la que artistas plásticos, actores y performers compartieron sus experiencias. La muestra también incluye videos que intentan reproducir algo más de la época.
En el recorrido se comprueba cómo el Pop penetró lo popular a través de todos los medios masivos: las revistas, la televisión y hasta el cine. Me interesó particularmente la esquina dedicada a Federico Peralta Ramos, en la que podemos verlo en una gran fotografía vendiendo un buzón, al lado de sus mandamientos gánicos. Se destaca una grabación de audio con sus canciones y relatos de delirantes poesías.
En síntesis, Pop, la consagración de la primavera es una experiencia tan interesante que dan ganas de tener la máquina del tiempo para volver a esa época.
Espacio Fundación Telefónica: un clásico
El Espacio de la Fundación Telefónica tiene una trayectoria más larga que todas los anteriores. De hecho, en este momento se está exhibiendo en sus salas la muestra de la sexta edición de los premios Arte, Ciencia y Tecnología que entrega conjuntamente con el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Tal vez esta sea una de las muestras más sólidas de los últimos tiempos en Telefónica. Si bien una convocatoria tan ambigua como "arte que usa nuevas tecnologías" puede dar un resultado heterogéneo, las obras de los ganadores de premios y menciones conforman un grupo sólido. Una cuestión interesante es que en el currículum de casi todos ellos aparece, de una u otra forma, su pasado en la Fundación. Algunos son reincidentes en el premio, otros cursaron seminarios o realizaron exposiciones financiados por Telefónica. Porque esta empresa brindó, y continúa brindando, a muchos artistas un espacio de formación gratuita, de contactos con figuras internacionales, de exhibición, de producción de obra e incluso de publicación de catálogos. Alejandra D´Elia, directora del espacio de Arte y Nuevas Tecnologías está haciendo un impecable trabajo de producción y documentación que incluye, además de sus numerosas publicaciones en papel, el alojamiento en sus servidores del proyecto Bola de Nieve (www.boladenieve.org.ar). Un proyecto de la fundación Satrt que nuclea el trabajo de 989 artistas elegidos por artistas. Un ejemplo a seguir para todas las marcas que quieran incursionar en el rubro.
Una obra que resume una nueva forma de hacer arte
Volviendo al espacio de exhibición en Telefónica, voy a describir uno solo de los proyectos de la muestra. No se trata de ninguno de los premios principales puesto que solo recibió una de las menciones de honor en la categoría proyectos. Pero es uno de mis favoritos y por muchas razones: The new artist (working title), un proyecto dirigido por Axel Straschnoy, un apellido que suena conocido en este ámbito. Este proyecto presenta varias particularidades que lo destacan. En primer lugar, mientras que la mayoría de los proyectos están terminados, The new artist se exhibe como la documentación de un proceso de trabajo en equipo y no como una obra concluida.
Es el único trabajo grupal. La lista de autores incluye a Ben Brown, jefe de proyectos científicos del Robotics Institute de la Carnegie Mellon University, uno de los laboratorios más avanzados del mundo y a varios de sus investigadores: Garth Zeglin, Paul Scerri y Marek Michalowski especialistas en robótica, Geoffrey Gordon del Machine Learning Department (Departamento de Aprendizaje Automático) y Sue Ann Hong, estudiante de doctorado del Computer Science Department. También forma parte del equipo Iheanyi Umez-Eronini, estudiante de doctorado de la University of Pittsburgh. Piritta Puhto es la productora afincada en Helsinki, Finlandia, detrás de esta red internacional. Luego de varios años trabajando juntos y compartiendo este tipo de experiencias, Piritta y Axel se van a casar este año. Este detalle puede sonar un poco "cholulo", pero da la pauta de un ingrediente importante para desarrollar este tipo de obra: el amor. Sí, estoy afirmando que para hacer arte robótico hace falta una cuestión emocional fuerte, de confianza en otros y de renuncias a ciertos individualismos. De hecho, Axel figura último en la mayoría de los créditos. Uno de los grandes trabajos que hizo Straschnoy en este proyecto fue armar una red de colaboradores y gran parte de la obra está ahí. Estamos hablando de un proyecto trinacional cofinanciado por diez instituciones públicas y privadas.
Tengo la suerte de conocer a Axel hace años y su obra nunca es fácil de leer, siempre está buscando los límites de los lenguajes y desde su erudición pide más del espectador y de la gente que lo rodea. Lo interesante es que lo consigue. Con su particular encanto, ganó el premio ArteBA/PetroBras en 2005 y fue becario en el Palais de Tokyo, una de las residencias para artistas jóvenes más codiciadas del mundo.
Luego de todo este preludio paso a relatar la obra en sí. El soporte de la obra son una serie de monitores color con entrevistas a los autores y especialistas que explican la obra y hablan del desafío de hacer máquinas con funcionalidad artística y crítica. En otros monitores blanco y negro se muestran a dos robots, ninguno con forma humana. Uno es un brazo anclado al piso con dos patas como resortes que salta en forma constate, es el performer, y otro que es el robot espectador. Se trata de arte robótico para robots, una extraña paradoja en la que una máquina hace morisquetas y la otra aprueba o desaprueba. Cada artefacto fue desarrollado por un equipo independiente de investigadores. Los mensajes del autómata espectador no son interpretables por los humanos, pero sí por el performer que, en función a estas señales, continúa con su rutina o la cambia. Una metáfora fuerte, un proceso complejo. El espectador como dictador y el performer intentando complacerlo. Las lecturas son múltiples en el mundo del arte tan influenciado por los mercados. El artista en la obra es el robot. ¿O son los humanos que crean el robot?
Mientras en Buenos Aires vemos sólo videos documentales, en Helsinki tuvieron la suerte de ver la performance en vivo de los robots interactuando. Seguramente, con la persistencia de Axel, es muy posible que pronto lo veamos en Buenos Aires.
Más marcas involucradas
Unas breves líneas merecen marcas que producen premios de arte como Petrobrás, Chandón, Arnet, Banco Ciudad, Banco Nación y otras instituciones sin nombre de marca como la Fundación Proa (con Techint detrás) que están transformando la cultura local. Son cada vez más las marcas de todos los rubros que esponsorean arte. La ciudad de Buenos Aires está implementando, desde 2009, su nueva Ley de Mecenazgo. El arte contemporáneo en Buenos Aires crece día a día y es un placer estar participando de esta tendencia. Ojalá sea contagiosa y esta nota inspire a otras marcas más a animarse a invertir en arte.
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