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miércoles, 23 de enero de 2013

Por qué los libros en papel nunca morirán

El debate de la permanencia de los libros de papel a propósito de lo digital siempre está más o menos presente.
En ocasiones con picos de interés y afluencia debido en parte a artículos de mayor proyección o audiencia. Estos días parece que estamos en uno de estos picos, en los que Mashable –de la mano de Josh Catone- y Paid Content –de la mano de Mathew Ingram- inciden el que parece será un eterno debate. O no tanto.
Catone recoge opiniones de diversos artículos (ver enlaces en el artículo señalado) que han tenido últimamente alguna trascendencia sobre ebooks vs libros, si se puede plantear así. Desde el acertado punto de vista en el que no se supone al ebook como un formato superior, sino sencillamente diferente, el cual ofrece otro tipo de experiencias, distinguir ebook y libro puede ser pertinente. Ingram se centra en Nicholas Carr y Clay Shirky, es decir, la suspicacia frente al optimismo, ¿o quizá de nuevo el hábito –el yo- frente a la lógica –generación? Evidentemente, la permanencia del primero puede seguir calando en la segunda. Por eso el debate se seguirá alargando.
El debate se suele centrar en la experiencia personal, en el hábito que tenemos, y los hábitos son importantes en este encuentro. Tanto como la cuestión generacional. La experiencia y el placer de tocar y tener los libros en casa puede durar lo que duremos las generaciones que con este placer nos hemos formado. Es más que posible que las nuevas generaciones no el encuentren ese mismo placer, o lo reserven para muy extrañas ocasiones, casi de coleccionista. No han tenido –o tendrán- estos una relación tan fluida con el papel como la que muchos hemos tenido. Menos aún la tendrán la siguiente.
El libro de papel tiene un componente de gusto por el objeto –casi fetiche-, efectivamente, que difícilmente soporta el formato digital. Pero, aparte del objeto, ¿no se trataba de leer, de la lectura, de lo que se cuenta, del contenido? Desde esta perspectiva, lo digital es más que suficiente. Volviendo a la cuestión de la experiencia, “tocar papel” en la era digital significa, por ejemplo, interactuar o adentrarse en lo que estamos descubriendo y compartir esa experiencia de lectura visual con otras personas con las mismas afinidades.
No es la primera vez que sugerimos que llegará un momento en que el libro de papel sea un objeto de coleccionista, un capricho para bibliómanos, y posiblemente antes de lo que muchos suponían. Como en todas las bibliotecas habrá libros intocables, valga la paradoja, es decir, aquellos que queramos tener en nuestras estanterías y poder tocar toda nuestra vida. Mientras, el curso del sector editorial publicará paulatinamente en digital, hasta que sea este el único formato para la gran mayoría de las editoriales o autores que por alguna razón quieran editar su obra en hoja impresa.
Como hemos señalado en más de una ocasión, en otras ocasiones, la imprenta no es más que una tecnología inventada hace ya 500 años. Y las tecnologías se acaban sucediendo unas a otras. Lo cual no obliga, claro, a que esto signifique el final absoluto del libro de papel.

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