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miércoles, 23 de enero de 2013

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Un oficio peligroso

Washington Uranga recoge un informe elaborado por la Comisión de Investigación de Atentados a Periodistas (CIAP) asociada con la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) y la Organización Internacional de Periodistas (OIP), que denuncia asesinatos y desapariciones de periodistas en América latina durante el año 2012.

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Por Washington Uranga

Durante el pasado año 2012 un total de 45 periodistas fueron asesinados en América latina y el Caribe, según se desprende de un informe elaborado por la Comisión de Investigación de Atentados a Periodistas (CIAP), organismo de índole regional fundado en 1991 en forma conjunta por la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) y la Organización Internacional de Periodistas (OIP).

De acuerdo al informe del organismo internacional, los asesinatos de los trabajadores de prensa ocurrieron en ocho países de América latina y el Caribe en situaciones de trabajo profesional y sin que exista actualmente en la región ninguna situación de guerra o conflicto bélico reconocido y que podría ser motivo principal de estas muertes. Entre las víctimas se cuentan cuatro mujeres, estudiantes de periodismo y trabajadoras de prensa. Entre el 2007 y el 2012 el estudio registra un total de 209 asesinatos de periodistas, entre quienes se cuentan 15 mujeres. La cantidad de muertos en el 2012 es la más alta que se registra en el período estudiado por encima del 2010 (40) y del 2011 (39).

El país con mayor cantidad de víctimas es México (17), seguido de Brasil (10) y Honduras (9). En Bolivia se registraron cuatro muertes, en Colombia dos y una en Argentina, Ecuador y Haití. En el caso argentino el informe de la CIAP-Felap denuncia que “Alexis Céparo, de 22 años, comunicador y conductor de radio en Cerrito, localidad de Paraná Campaña, provincia de Entre Ríos, murió el 25 de enero (de 2012) a consecuencia de tres balazos recibidos cuatro días antes”. Y agrega que “el autor fue identificado como Adrián Molaro, un amigo de la víctima”.

Las muertes en México se adjudican a los enfrentamientos internos, en particular por la presencia de grupos mafiosos vinculado al narcotráfico y a la represión desatada por el anterior presidente mexicano Felipe Calderón. En el mismo país se informó también de seis desapariciones forzadas. “Adela Jazmín Alcaraz López, periodista mexicana, desapareció el 26 de octubre en Río Verde, estado San Luis Potosí” y luego “dos hijos de la presentadora de noticias de TV cable canal 12 fueron devueltos a su abuela materna”, dice el informe de CIAP-Felap. Entre los desaparecidos se cuentan también Mario Alberto Segura Segura, director del semanario El Sol del Sur, estado Tamaulipas; Oscar Díaz Peniche (72 años), que fue visto por última vez en Cancún el 16 de julio; Zane Alejandro Plemmons Rosales (30 años), periodista independiente mexicano-norteamericano que desapareció el 21 de mayo mientras cubría la información acerca de un enfrentamiento armado en Nuevo Laredo (Tamaulipas); Federico García Contreras (57 años), reportero gráfico desapareció el 16 de mayo en Tanquian de Escobedo (San Luis Potosí) y Miguel Morales Estrada (35 años), reportero y fotógrafo del Diario de Poza Rica, desapareció en Veracruz el 19 de julio de 2012.

Según la misma fuente, desde 2003 hasta el momento han ocurrido 23 desapariciones forzadas de periodistas en México. Cuatro de ellos fueron hallados muertos y 19 continúan en condición de desaparecidos. Según la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos (Fapermex), durante los seis años del gobierno de Felipe Calderón en México fueron asesinados 87 periodistas y otros 17 desaparecieron.

En Brasil los asesinatos ocurren en las zonas fronterizas, donde también hay narcotráfico y contrabando de armas. De acuerdo al informe de la Felap, “la frontera entre Brasil y Paraguay se ha convertido en zona de riesgo para la cobertura periodística, por tratarse de un área sin ley, de gran corrupción política y de relevante tránsito del contrabando y drogas”. Agrega el mismo documento que “además de asesinatos y atentados, son frecuentes las amenazas de muerte, como las sufridas por el corresponsal paraguayo Cándido Figueredo, asignado en Pedro Juan Caballero, ciudad de Paraguay que comparte la frontera con su gemela Ponta Porâ, del Mato Grosso del Sur, separadas solo por una avenida”.

En el caso de Honduras, en la última década fueron asesinados 32 periodistas, 27 de ellos después del golpe de Estado ocurrido el 28 de junio de 2009 contra el presidente Manuel Zelaya. El pasado 29 de junio el Parlamento Centroamericano solicitó al gobierno hondureño encabezado por Porfirio Lobo que investigue hasta esclarecer los asesinatos de periodistas y Ramón Custodio, Comisionado Nacional de Derechos Humanos (Conadeh) del país centroamericano, envió un informe al Congreso de su país en el que denuncia amenazas de muerte, persecución, atentados y agresiones policiales en los últimos tres años.

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Comunicación y sociocultura

A partir de una conversación veraniega, Sandra Massoni invita a una exploración de aquello que el lenguaje hace en otro lado para explicar el paradigma de la comunicación estratégica.

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Por Sandra Massoni *

* Desde Rosario

De vacaciones y en la playa me encuentro con un amigo que hacía tiempo no veía. Tomamos unos mates a la orilla del mar y en medio de recuerdos, comentarios e intercambio de noticias sobre los conocidos, salta la pregunta: ¿Me podés decir qué es eso del nuevo paradigma de la comunicación? Vi que hace poco diste un curso en no sé dónde bajo ese título...

Probamos. Nos salió una disquisición/explicación breve y veraniega que conformó a mi amigo. Comenzamos por repensar la idea de comunicación social tradicional, aquella que se corresponde con alguna de las dimensiones del fenómeno que refieren sólo a lo comunicativo y que típicamente abordan las teorías de la comunicación desarrolladas en el siglo XX.

¿No será otra moda, che? Esto de lo viejo y lo nuevo no me va. Porque queda bien decir “el nuevo paradigma comunicacional”. Muchos lo dicen y sanseacabó: discusión cerrada. Comentario finiquitado. Nada más que agregar.

Los enfoques que se incluyen en los nuevos paradigmas, en contraposición, buscan desplegar una mirada sobre lo comunicacional en reemplazo de lo comunicativo. Reconocen que, ante todo, cualquier comunicación es una relación. Ese es su foco. Allí ubicados, lo que toca luego es explorar ese fenómeno como una conversación multidimensional, compleja, fluida, en la que interesa analizar cómo opera el encuentro entre quienes hablan. No se trata de cualquier conversación: no una charla entre vos y un Fulano, sino un vínculo intersubjetivo que configura el mundo deseable y posible tanto para vos como para el Fulano pero cuyos ejes y tonos se resuelven siempre a medio camino entre lo individual y lo colectivo. Ese es el recorte de lo comunicacional. Al examinar lo que ocurre en esa situación, los autores de los nuevos paradigmas hablamos del sentido enactuado. Claro, ese registro antes no se consideraba... ¿por eso también desde los nuevos paradigmas se plantea una especificidad para la comunicación social y antes se la ubicaba sólo como un tema de investigación que abordaban a veces otros científicos sociales?

Entre mate y mate, pasamos a revisar la cuestión de qué hacemos hoy los comunicadores ubicados en los nuevos paradigmas. El asunto del recorte específicamente comunicacional requirió situar esta nueva comunicación que plantean numerosos teóricos e investigadores en el campo de estudios comunicacionales actuales. Tomamos como referencia al mexicano Jesús Galindo Cáceres, quien habla de la tercera fundación de la comunicación que hoy se registra en Latinoamérica. Repasamos congresos y jornadas internacionales en los que se debatió el tema en el último año en diferentes países y ubicamos a algunos coterráneos de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario. Ocurre que los comunicadores estratégicos no nos ocupamos de las subjetividades (esto lo hacen, entre otros, los psicólogos y los educadores), tampoco de las sociedades (esto lo hacen, entre otros, los sociólogos y los antropólogos); los comunicadores estratégicos nos ocupamos de la comunicación como espacio que emerge a medio camino entre ambos. De allí que definimos la comunicación como encuentro sociocultural. Una tensión que brota, a veces más cerca de un polo... a veces más cerca del otro... siempre en situación. La interlocución hace al tono y por consiguiente la comunicación, lejos de reducirse a la dimensión informativa, se despliega en dimensiones múltiples. Nos detuvimos a comentar casos cercanos en los que es evidente que lo comunicacional genera ciertas reverberancias colectivas que a veces nos resuenan en el cuerpo –individualmente, claro–, pero que también compone silencios como espacios socialmente cooperados. En esa dirección pensamos que nuestro trabajo de comunicadores implica también una exploración de aquello que el lenguaje hace en otro lado –como dice Noé Jitrik–, y –agrego yo– de aquello que se hace más acá y más allá de las metáforas o aun de otros diversos dispositivos de la dominación.

Nos gustó comprobar que los nuevos paradigmas de la comunicación nos ayudan a visualizar cierta ampliación de nuestras competencias como productores y consumidores de medios masivos. La comunicación desde los nuevos paradigmas es un eco, una sinergia individual/colectiva, una sintonía que incluye y a la vez excede lo simbólico, porque lo rebasa. Nuestra tarea actual desde estos registros de la cuestión comunicacional es más diversa, en tanto se interesa por las relaciones de afectación mutua de los actores sin concentrarse exclusivamente en códigos y mensajes.

Se nos acabó el agua del termo y, como hacía calor, nos fuimos a nadar.

* Doctora en Ciencias Sociales. Maestría en Comunicación Estratégica Univ. Nacional de Rosario.

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