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domingo, 8 de abril de 2012

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Qué dicen los mil y un rostros de un Boudou incómodo y tensionado

La conferencia que brindó el jueves lo exhibió preocupado y molesto. Un especialista en análisis de gestos disecciona su discurso y sus muecas. Lo que denotan y también lo que esconden.

Por Sergio Rulicki
07/04/12 - 11:15
 

Siguiendo al Dr. Paul Ekman, autoridad mundial en la detección del engaño a través de los indicios ofrecidos por el lenguaje de los gestos (comunicación no verbal), existen dos formas fundamentales de mentir: la ocultación y el falseamiento.
En la ocultación se ofrecen verdades a medias, secundarias y datos menores o tangenciales como si fuesen toda la verdad y lo realmente importante; mientras se retiene la información verdadera, central al caso en cuestión, y de la que se tiene cabal conocimiento. En el falseamiento se brinda información ficticia, errónea o infundada como si fuese cierta y bien fundamentada. Ambas formas de mentir suelen presentarse en combinación, y pueden ser delatadas por indicios corporales y paralingüísticos debido a dos tipos de causas: una relacionada con procesos cognitivos y la otra con los emotivos.
Los procesos cognitivos se entorpecen cuando el mentiroso no puede dar una respuesta adecuada a una pregunta comprometedora. La sinceridad se manifiesta en respuestas ofrecidas sin rodeos, de manera inmediata, clara y completa. Pero cuando la sinceridad no es el caso, aparecen signos que evidencian que la persona evalúa cuidadosamente lo que está diciendo, al mismo tiempo que lo está diciendo.
En el caso de la conferencia ofrecida por el vicepresidente Boudou, llama la atención que su estilo de enunciación sea muy diferente del que podemos observar, como parte de su comportamiento habitual, en conferencias de prensa o reportajes anteriores a este escándalo. La mayor parte del tiempo, y a lo largo de todo su discurso, son muy notorias las pausas que hace entre cada palabra, o grupo de dos o tres palabras, cuando en un discurso normal las pausas se producen entre frases que denotan diferente sentido.
Este patrón de comportamiento paralingüístico corresponde a la actitud de tener extremo cuidado con lo que se está diciendo, debido a la conciencia de que cada palabra podría tener efectos demasiado importantes como para permitirse un descuido. Sin embargo, la persona que así actúa no se da cuenta de que esta manera de hablar constituye un desliz que revela la intención de ser en extremo precavido. Ante este tipo de comunicación, los expertos en detección de mentiras se preguntan: ¿tiene algo que ocultar?
Por otro lado, el acto de mentir suscita emociones que interfieren con la puesta en escena, y de esta forma, los intentos de ocultación o falseamiento pueden ser traicionados por la filtración de microexpresiones faciales muy fugaces, que de manera inconciente ponen de manifiesto las emociones que escapan al esfuerzo o el interés del mentiroso por inhibirlas o enmascararlas.
En el caso de la conferencia ofrecida por Boudou, llama la atención que en forma coincidente con el fin de su introducción y el anuncio de que dará comienzo a la explicación del tema por el cual está siendo cuestionado, el vicepresidente produce un microgesto de orgullo narcisista: una fugaz sonrisa unilateral, que en lunfardo es conocida como “sonrisa de langa” o “canchero”. El orgullo narcisista es una emoción congruente con el placer que puede sentir alguien que está dispuesto a engañar debido a la confianza que tiene de que su mentira será creída, o de que es inmune, es decir, que aún en el caso de que su mentira sea descubierta, no recibirá castigo por sus actos.
En la ciencia de la comunicación no verbal, ningún indicio es tomado en forma aislada. Para alcanzar una conclusión sólida, es necesario enmarcarlos dentro de conglomerados de comportamientos que combinan actos verbales y no verbales. Antes de comenzar a hablar, y varios instantes después, el vicepresidente aparece más nervioso de lo habitual, con un alto nivel de estrés. Sabemos esto debido a que realiza numerosas manipulaciones sobre los objetos a su alrededor: mueve de lugar sus anteojos, un vaso, una botella, vuelve a mover los lentes, acomoda el micrófono. Cuando una persona se siente molesta o confusa por algún motivo, el número y la frecuencia de sus manipulaciones aumenta.
Tan importante como lo que se muestra, es lo que debería estar presente y no aparece. En este sentido, Boudou no manifiesta señales de dos emociones que una acusación falsa normalmente desencadenaría: el enojo está prácticamente ausente, así como la tristeza, mientras que lo que predomina es el desdén, señalado no solo por contenidos verbales, sino también por la abundante emisión de sonrisas de superioridad y diversión, totalmente extemporáneas dada la gravedad del caso.
Desde la perspectiva del análisis del contenido verbal, son varios los puntos que resultan interesante mencionar. Generalmente, el discurso de las personas inocentes que reciben una falsa acusación se enfoca, primera y principalmente, en demostrar que el argumento de los acusadores carece de lógica. Pero en cambio, el discurso de Boudou se concentra en el ataque a sus acusadores y al juzgado que tramita la denuncia, en sermonear y aleccionar a los periodistas, y en situarse en la posición de víctima al tiempo que se ensalza a sí mismo moralmente. Estas son estrategias que normalmente se utilizan cuando no se tienen argumentos concretos para esgrimir a favor de la propia causa.
La falta de una argumentación defensiva que pueda considerarse lógicamente sólida, queda plasmada cuando al mencionar el allanamiento a su departamento de Puerto Madero, reconoce que es suyo, pero dice que estaba alquilado y allí termina abruptamente su respuesta, proponiéndonos que aceptemos su desvinculación instantánea con cualquier hecho que tuviese relación con esa propiedad, simplemente por haberla alquilado (pensemos en el caso de los departamentos-prostíbulo del Dr. Zaffaroni). Boudou no ofrece ningún dato concreto que contradiga las versiones que vinculan dicho domicilio con Vandenbroele, por ejemplo, el nombre del verdadero inquilino y su relación con él.
Otro ejemplo de debilidad en su argumentación son las repetidas referencias a su legitimidad como funcionario electo por la voluntad “popular”, cuando es un dato de los estudios sociológicos que los votos fueron para CFK, y no para él en forma directa. Es interesante que en dos ocasiones de las tres en las que menciona la palabra “popular,” desvía la mirada hacia abajo, acto no verbal que, como señal de vergüenza, implica la conciencia de que el argumento que se acaba de esgrimir es engañoso, puesto que el hecho de que haya sido electo democráticamente no guarda ninguna relación lógica de necesidad con que la acusación sea por tanto falsa.
Tampoco existe ninguna relación entre el supuesto caso de que algunos de sus acusadores sean realmente “mafiosos” y la falsedad de la acusación, ya que no existen impedimentos para que un “mafioso” acuse a otro de algo cierto, aunque sí impedimentos morales en términos de sus códigos internos.
Finalmente, sería muy interesante investigar otro indicio. Los periodistas que siguen el caso, aún estando ya habituados a mencionar el apellido del supuesto testaferro Vandenbroele, tienen dificultades para pronunciarlo, y al hacerlo recurren a la fonética castellana. Resulta curioso que Boudou lo haga en forma fluida y utilice una fonética parecida a la del idioma neerlandés: “Vandenbrouile”. La hipótesis sería que Boudou sabe la forma en que debe pronunciarse dicho apellido debido a su manejo de idiomas extranjeros, o bien que lo sabe porque ha tenido trato con la persona en cuestión. Sería necesario contrastar los indicios ofrecidos por el discurso verbal y no verbal del vice con los de la ex esposa de Vandenbroele, y con los del propio Vandenbroele.
La ciencia de la comunicación no verbal y el análisis de contenidos verbales ofrecen un aporte que es sólo parte de la posibilidad de llegar a la verdad, y por supuesto que, más allá de los indicios, sin pruebas documentales legitimadas por la justicia no puede afirmarse ni negarse definitivamente ninguna apreciación o creencia. Pero como ciudadano común siento que los argentinos merecemos una explicación más clara por parte de Boudou, y no me conforma lo que he escuchado y visto hasta ahora, y como científico social dedicado al estudio de la detección de la mentira, creo que si Boudou es realmente inocente de lo que se lo acusa, entonces está utilizando una estrategia equivocada para defenderse.
*Doctor en Comunicación Social y autor de los libros Comunicación no Verbal y Detective de Sonrisas. Endorser científico del lanzamiento regional de la serie Lie to Me.

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