Probando el Motorola RAZR HD: viene con LTE (aunque todavía no se pueda usar)
Vengo probando hace un tiempo el Motorola RAZR HD, el equipo más poderoso que Motorola tiene en el país, y el tercero de la línea RAZR, contando el RAZR original que reseñé acá (hace casi un año), el RAZR i con chip Intel que evalué en este post y este RAZR HD anunciado en septiembre último, y sin contar las versiones MAXX, que agregan una batería de gran capacidad pero que no se venden oficialmente en el país. Incluye una antena para redes LTE (como las que habrá algún día en la Argentina) aunque obviamente todavía no se puede usar.
El RAZR HD compite, por precio y porte, con el Samsung Galaxy SIII y el HTC One X.
Tiene un precio de $ 3349 con Claro, y de $ 3299 con Personal y con Movistar (en todos casos con un abono de $ 200) y en lo que refiere al hardware incluye:
Al frente del teléfono está la muy buena pantalla Super AMOLED, con buena visibilidad al aire libre, y una densidad de pixeles de 312 pixeles por pulgada. Está muy bien, y tiene botones virtuales, por lo que cuando se apaga la pantalla en la cara del smartphone sólo se ve, arriba, la cámara para videollamadas, el discreto logo de Motorola, el auricular y, entre ellos, la excelente luz de notificación (una barra, más bien), que brilla con varios colores y alerta ante llamadas perdidas, mensajes recibidos, etc.
El costado derecho tiene los botones de bloqueo (la ubicación ideal, para mí) y volumen (de metal) sobre un aro también metálico que rodea el equipo. Del otro lado, los conectores para USB y HDMI, y una bandeja para la micro SIM y la micro SD, que se eyecta con el ya clásico pin metálico que popularizó Apple.
La espalda es de kevlar y es suave al tacto, con la cámara, el flash y el parlante en la parte superior, y el logo de Motorola al medio. El kevlar es una tela que permite una estructura delgada, liviana y resistente, y es agradable contra la palma de la mano, pero en la unidad que probé en algunos puntos el final de la tela (duro) sobresalía respecto del aro metálico. Dependiendo de los dedos de uno puede ser imperceptible o levemente molesto.
El resultado es un look atractivo, muy sobrio y -tal como lo han descripto algunos- algo masculino. Va bien en la mano. No escapa a las generalidades de los teléfonos con pantallas de este porte: ocupa un lugar importante en el bolsillo, los que tengan manos pequeñas tendrán más dificultades para usarlo con una sola mano (aunque no es imposible), etcétera.
Según Motorola el equipo es resistente -como otros de la compañía- a salpicaduras y sudor, aunque no es sumergible como el Defy.
No cuenta, como el RAZR i, con un botón físico para la cámara, que tampoco tiene una
respuesta tan veloz. Como es usual en otros Motorola, la cámara es correcta (y la interfaz de uso es muy sencilla) pero la calidad no descolla. No es mala cámara: simplemente hay mejores.
Un GB de RAM y un chip Qualcomm S4 de doble núcleo a 1,5 GHz (presente en una gran cantidad de teléfonos) son más que suficientes para cualquier tarea. Las pruebas de laboratorio dicen que hay más veloces. En general no se nota demasiado si no tenés el otro equipo al lado para comparar. El resultado es que todo carga rápido y en forma fluida, y el equipo no entra, como otros, en un limbo de un segundo mientras resuelve tareas en segundo plano. ¿Hay más rápidos? Sí. ¿Se nota a simple vista? No tanto. Como cualquier computadora, sin embargo, a futuro siempre es conveniente tener más músculo.
Para ser un teléfono con 8,4 mm de grosor, la batería es importante: 2350 mAh. Aquí debo hacer una salvedad: todas las reseñas destacan la duración cuasi eterna de la batería (un día, ponele). Con el 3G funcionando todo el tiempo, a mí que alcanzaba para una jornada, pero casi sin margen. El RAZR i, por las razones que sean, tenía un poco más de más resto. Igual en esto supera, por ejemplo, al HTC (que no llega a completar un día de trabajo sin apagar el 3G o cambiarlo a 2G).
La recepción de las llamadas es buena, lo mismo que la conectividad Wi-Fi o el GPS. Extrañé la radio FM. El teléfono viene con una antena -y un chip- para redes LTE, con las frecuencias asignadas por el Estado a tales fines. Así que algún día podrán usar -luego de que el teléfono se actualice a Jelly Bean- las redes LTE nacionales, una vez que se haga la licitación correspondiente, se armen las redes, etcétera. Es decir: no 2013.
En lo que refiere a la vista inicial, la pantalla de bloqueo permite poner el teléfono en silencio, muestra la hora y, desde el círculo de desbloqueo, permite gestos que llevan a cuatro aplicaciones: teléfono, mensajes, cámara o la vista en la que quedó el equipo cuando se bloqueó. No es configurable.
El primer escritorio lleva siempre, con un gesto a la izquierda, a un panel donde se activa el Wi-Fi, GPS, etcétera. Los widgets son atractivos, en particular el que combina el clima, el estado de la batería y un reloj que además previsualiza los SMS.
La vista de aplicaciones se divide en un panel de Favoritos (configurable), la lista de todo lo disponible, los widgets y un acceso directo a la tienda Play.
Viene con Swype, un Quickoffice para crear documentos y planillas, el clásico cliente de mail (con opciones para cambiar de tipografía y demás), un gestor de archivos, un modo “vehicular” (para usarlo como GPS en el auto) y Smart Actions, el asistente para crear reglas y acciones en función de disparadores varios (ponerlo en silencio a tal hora, prender el Wi-Fi al llegar a casa, etc).
Hay alternativas más sofisticadas (la de HTC, por ejemplo, con su interfaz gráfica Sense); a la vez, quienes quieran una versión más pura de Android tienen en el RAZR HD una opción bastante discreta en sus cambios.
El equipo ofrece, también, un modo “reposo” que evitar tener que apagarlo, que me pareció bastante útil; es muy similar a la suspensión en una PC. Todo se apaga (el teléfono deja de funcionar como tal) pero su reanimación toma medio segundo, las aplicaciones siguen abiertas, etcétera.
Así, el RAZR HD tiene con qué competir contra los equipos de su mismo rango (en la Argentina son básicamente el Samsung Galaxy SIII o el HTC One X). Los otros tienen un procesador más poderoso, cámara de mayor calidad, radio FM y una estética que -para mí- es un poco más joven; el RAZR HD es el más delgado y pequeño de los tres (por poquísimo, eso sí), y debería ser más resistente a golpes y y roces por los materiales usados en su construcción; tiene un look discreto que es a la vez atractivo, y la batería tiene buena autonomía. Y tiene, sobre todo, un estilo propio; no tiene el cambio de interfaz del HTC, o las múltiples funciones exclusivas basadas en acelerómetros y sensores del Samsung, pero Motorola logra hacer de esa sencillez una virtud.
El RAZR HD compite, por precio y porte, con el Samsung Galaxy SIII y el HTC One X.
Tiene un precio de $ 3349 con Claro, y de $ 3299 con Personal y con Movistar (en todos casos con un abono de $ 200) y en lo que refiere al hardware incluye:
- Android 4.0.4
- Pantalla Super AMOLED de 4,7″ (1280 x 720 pixeles, 312 ppp)
- Chip Qualcomm Snapdragon S4 de doble núcleo a 1,5 GHz
- 1 GB de RAM, 16 GB internos (12 GB disponibles en un solo bloque), ranura para microSD
- Cámara de 8 megapixeles con flash LED, graba video en Full HD, cámara secundaria al frente
- 2G/3G cuatribanda, LTE 700/1700 begin_of_the_skype_highlighting GRATIS 700/1700 end_of_the_skype_highlighting, Wi-Fi, GPS+Glonass, Bluetooth 4
- Salida HDMI, NFC, resistente a salpicaduras
- Batería de 2350 mAh, dimensiones de 67,9 x 131,9 x 8,4 mm, 146 gramos de peso
Hardware, diseño
El RAZR HD sigue las líneas angulares y delgadas de sus antecesores. Si el RAZR i logra ofrecer el mismo tamaño de pantalla que el RAZR original en un formato más pequeño, el RAZR HD es como el RAZR original, pero con una pantalla de 4,7 pulgadas (contra las 4,3″ del original), y un tamaño final cercano al de sus competidores como el S3 o el One X, pero más regular (sin protuberancias) y rectangular.Al frente del teléfono está la muy buena pantalla Super AMOLED, con buena visibilidad al aire libre, y una densidad de pixeles de 312 pixeles por pulgada. Está muy bien, y tiene botones virtuales, por lo que cuando se apaga la pantalla en la cara del smartphone sólo se ve, arriba, la cámara para videollamadas, el discreto logo de Motorola, el auricular y, entre ellos, la excelente luz de notificación (una barra, más bien), que brilla con varios colores y alerta ante llamadas perdidas, mensajes recibidos, etc.
El costado derecho tiene los botones de bloqueo (la ubicación ideal, para mí) y volumen (de metal) sobre un aro también metálico que rodea el equipo. Del otro lado, los conectores para USB y HDMI, y una bandeja para la micro SIM y la micro SD, que se eyecta con el ya clásico pin metálico que popularizó Apple.
La espalda es de kevlar y es suave al tacto, con la cámara, el flash y el parlante en la parte superior, y el logo de Motorola al medio. El kevlar es una tela que permite una estructura delgada, liviana y resistente, y es agradable contra la palma de la mano, pero en la unidad que probé en algunos puntos el final de la tela (duro) sobresalía respecto del aro metálico. Dependiendo de los dedos de uno puede ser imperceptible o levemente molesto.
El resultado es un look atractivo, muy sobrio y -tal como lo han descripto algunos- algo masculino. Va bien en la mano. No escapa a las generalidades de los teléfonos con pantallas de este porte: ocupa un lugar importante en el bolsillo, los que tengan manos pequeñas tendrán más dificultades para usarlo con una sola mano (aunque no es imposible), etcétera.
Según Motorola el equipo es resistente -como otros de la compañía- a salpicaduras y sudor, aunque no es sumergible como el Defy.
No cuenta, como el RAZR i, con un botón físico para la cámara, que tampoco tiene una
respuesta tan veloz. Como es usual en otros Motorola, la cámara es correcta (y la interfaz de uso es muy sencilla) pero la calidad no descolla. No es mala cámara: simplemente hay mejores.
Un GB de RAM y un chip Qualcomm S4 de doble núcleo a 1,5 GHz (presente en una gran cantidad de teléfonos) son más que suficientes para cualquier tarea. Las pruebas de laboratorio dicen que hay más veloces. En general no se nota demasiado si no tenés el otro equipo al lado para comparar. El resultado es que todo carga rápido y en forma fluida, y el equipo no entra, como otros, en un limbo de un segundo mientras resuelve tareas en segundo plano. ¿Hay más rápidos? Sí. ¿Se nota a simple vista? No tanto. Como cualquier computadora, sin embargo, a futuro siempre es conveniente tener más músculo.
Para ser un teléfono con 8,4 mm de grosor, la batería es importante: 2350 mAh. Aquí debo hacer una salvedad: todas las reseñas destacan la duración cuasi eterna de la batería (un día, ponele). Con el 3G funcionando todo el tiempo, a mí que alcanzaba para una jornada, pero casi sin margen. El RAZR i, por las razones que sean, tenía un poco más de más resto. Igual en esto supera, por ejemplo, al HTC (que no llega a completar un día de trabajo sin apagar el 3G o cambiarlo a 2G).
La recepción de las llamadas es buena, lo mismo que la conectividad Wi-Fi o el GPS. Extrañé la radio FM. El teléfono viene con una antena -y un chip- para redes LTE, con las frecuencias asignadas por el Estado a tales fines. Así que algún día podrán usar -luego de que el teléfono se actualice a Jelly Bean- las redes LTE nacionales, una vez que se haga la licitación correspondiente, se armen las redes, etcétera. Es decir: no 2013.
Software, interfaz de usuario
En lo que refiere al software, el equipo viene con Android 4.0.4, con una actualización a Jelly Bean 4.1 prevista oficialmente para los primeros meses del 2013. Como en el RAZR i, los cambios a la interfaz de usuario de Android son pocos, pero positivos. Gracias a la resolución de la pantalla, además, la tipografía, las imágenes y demás cuestiones estéticas se ven muy bien.En lo que refiere a la vista inicial, la pantalla de bloqueo permite poner el teléfono en silencio, muestra la hora y, desde el círculo de desbloqueo, permite gestos que llevan a cuatro aplicaciones: teléfono, mensajes, cámara o la vista en la que quedó el equipo cuando se bloqueó. No es configurable.
El primer escritorio lleva siempre, con un gesto a la izquierda, a un panel donde se activa el Wi-Fi, GPS, etcétera. Los widgets son atractivos, en particular el que combina el clima, el estado de la batería y un reloj que además previsualiza los SMS.
La vista de aplicaciones se divide en un panel de Favoritos (configurable), la lista de todo lo disponible, los widgets y un acceso directo a la tienda Play.
Viene con Swype, un Quickoffice para crear documentos y planillas, el clásico cliente de mail (con opciones para cambiar de tipografía y demás), un gestor de archivos, un modo “vehicular” (para usarlo como GPS en el auto) y Smart Actions, el asistente para crear reglas y acciones en función de disparadores varios (ponerlo en silencio a tal hora, prender el Wi-Fi al llegar a casa, etc).
Hay alternativas más sofisticadas (la de HTC, por ejemplo, con su interfaz gráfica Sense); a la vez, quienes quieran una versión más pura de Android tienen en el RAZR HD una opción bastante discreta en sus cambios.
El equipo ofrece, también, un modo “reposo” que evitar tener que apagarlo, que me pareció bastante útil; es muy similar a la suspensión en una PC. Todo se apaga (el teléfono deja de funcionar como tal) pero su reanimación toma medio segundo, las aplicaciones siguen abiertas, etcétera.
Así, el RAZR HD tiene con qué competir contra los equipos de su mismo rango (en la Argentina son básicamente el Samsung Galaxy SIII o el HTC One X). Los otros tienen un procesador más poderoso, cámara de mayor calidad, radio FM y una estética que -para mí- es un poco más joven; el RAZR HD es el más delgado y pequeño de los tres (por poquísimo, eso sí), y debería ser más resistente a golpes y y roces por los materiales usados en su construcción; tiene un look discreto que es a la vez atractivo, y la batería tiene buena autonomía. Y tiene, sobre todo, un estilo propio; no tiene el cambio de interfaz del HTC, o las múltiples funciones exclusivas basadas en acelerómetros y sensores del Samsung, pero Motorola logra hacer de esa sencillez una virtud.
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