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EL ESPACIO DE ALBERTO BORRINI
En estos días se cumplen 20 años de la primera edición de “El mercado de la opinión pública” (Atlántida, 1992), espacio en el que no cuentan los productos sino las ideas, y donde los consumidores son vistos, por primera vez, como ciudadanos.
Se me había escapado este aniversario de mi libro, a pesar de que fue el que sentó las bases de otros adelantos regionales de los que me tocó participar, como la creación del Instituto de Estudios de la Comunicación Institucional (Icomi), cuyo primer logro fue el dictado en el país, por primera vez, del Master de la nueva especialidad, ambos en el seno de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (Uces).
El encargado de recordármelo fue uno de los inspiradores del nuevo paradigma de la comunicación, el consultor, escritor y académico Joan Costa, quien estuvo la semana pasada en Buenos Aires para presentar la edición local de su DirCom Online, que a partir de mayo próximo dictará la Universidad Nacional de Tres de Febrero con el auspicio de Flacso.
En el curso de una reunión, Costa recordó que este año se cumplen dos aniversarios que abonan el carácter inaugural que en este aspecto de la gestión tiene la Argentina en Latinoamérica: veinte años de mi libro, y diez del Círculo DirCom.
“El mercado de la opinión pública” tuvo varias ediciones y hoy está completamente agotado. En el prólogo, advierte que “las empresas compiten, a menudo sin siquiera darse cuenta en otro mercado, distinto del que resulta tan familiar a sus productos y servicios. En rigor, ninguna institución puede elegir entre estar o no estar en él, porque hasta las que se empeñan en pasar inadvertidas y no cultivan otra forma de comunicación que la comercial, pueden verse de golpe y sin desearlo en la portada de los periódicos debido a un rumor, un accidente o un conflicto que no inició ni esperó que se produjera”.
Estos conceptos hoy están bastante extendidos, aunque por momentos incorrectamente interpretados, pero en 1992 resultaban revolucionarios. El contenido del libro exploraba aspectos institucionales tan poco abordados por entonces como la mediatización de las empresas, el manejo de la controversia, el tránsito de la antigua “solicitada” a la moderna “advertorial”, y entre otros, la comunicación en tiempo de crisis.
Para varios de los mejores especialistas de su tiempo, el libro llegó justo a timpo. Luis Melnik señaló que “el futuro impondrá ineludiblemente el estudio y comprensión de la misteriosa opinión pública”. David Ratto, a su vez, comentó que “el mundo ha progresado al punto de que su más potente fuerza es la opinión pública… De haberse publicado antes, yo hubiera ganado mucho tiempo”.
Finalmente Miguel Ritter, escribió que “Los intelectuales, los políticos, los obreros, los estudiantes y las amas de casas. Ellos constituyen la opinión pública y el público de las opiniones. Borrini es un buen intérprete de esta nueva realidad”.
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