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viernes, 31 de agosto de 2012

tendencias

Crece el negocio “post mortem” y ya se ofrecen velatorios online

Por Gisele Sousa Dias

Además, hay joyas hechas con pelo de la persona fallecida y sitios para dejar mensajes.
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Hace tres años, Ricardo Péculo, hermano del famoso dueño de Cocherías Paraná, apareció en Utilísima con un programa sobre ritos fúnebres y diseño del ataúd propio y a las amas de casa se les cayó la mandíbula. Péculo no era otra cosa que la cara visible de un tabú que comenzaba a quebrarse y una industria que aprovechaba para crecer, decidida a dotar a la muerte del mismo folclore que se baila en el mundo de los vivos. Así llegó a Buenos Aires Funexpo, la convención internacional de servicios exequiales más grande de América Latina. Y allí comenzó a presentarse el miércoles lo que alguna vez podría haber sonado a locura: velatorios que se pueden seguir desde otro país por Internet, diamantes hechos con pelo de la persona muerta, redes sociales para dejar recuerdos y claves bancarias a los deudos, y cocherías que ofrecen terapias de grupo post velatorio para hacer el duelo . Alrededor, flota un negocio millonario.
Carlos Pacheco es brasileño y hace diamantes con cabellos de personas o mascotas, vivas o muertas. “Nos envían el cabello en un sobre lacrado. De allí se extrae el carbono, se hace una semilla y se la coloca en un equipo de alta tecnología que la somete a muchísima presión y a 1.500 grados de temperatura. Luego, un tallador define el diseño del diamante”, describe. Los valores explican el movimiento de la industria: la joya cuesta unos 10.000 pesos . O los ataúdes “de lujo” –como el que la empresa Héccar usó para el ex presidente Kirchner– cuestan unos 18.000 pesos. El sector, así, ya emplea en la Argentina a unas 19 mil personas y factura 4.500 millones de pesos al año.
Antonio Flores –dueño de una empresa de servicios fúnebres en Tucumán que ya ofrece seguir los velatorios gratuitamente por Internet– pasea entre los ataúdes brillosos que giran en los exhibidores de Costa Salguero. “Tenemos cámaras instaladas que sólo apuntan al ataúd y otras que abarcan toda la sala, para que la persona que no pudo llegar al velatorio pueda formar parte de la despedida”, cuenta. Los destinatarios de la mayor parte de las transmisiones son argentinos que viven en Europa y en Miami. Otras empresas extranjeras van más allá: ofrecen poner una pantalla en el velatorio para que la cara de la persona que está lejos aparezca en escena e interactúe.
Si bien hasta ahora el marketing de las cocherías apuntaba al mercado previo a la muerte –como los ataúdes personalizados que se diseñan en vida– algunos dardos comenzaron a apuntar a los servicios post mortem . Así Isabel Arango, médica de una funeraria colombiana, llegó para disertar acerca de la “asistencia en duelos”: terapias de grupo gratuitas para personas en duelo , con una lógica similar a la de Alcohólicos Anónimos. “Son grupos de 30 personas organizados por pérdidas específicas. Los lunes viene el grupo de ‘duelo anticipatorio’, es decir, personas con enfermedades terminales y sus familiares. Otro grupo es de ‘padres que han perdido hijos’; otro de ‘viudos’; otro de ‘personas que han perdido seres queridos por suicidio’, otro de ‘muertes de bebés’. La lógica se parece a la de Alcohólicos Anónimos porque todos buscan recuperarse. Y para hacerlo no sólo necesitan tiempo: hay un trabajo de aceptación por hacer”.
Desde su stand, la gente de Still Here (“ Todavía aquí ”) ofrece una red social para dejar sorpresas: “El usuario puede dejar recuerdos o mensajes que serán habilitados para sus deudos cuando muera. Además, tenemos un servicio llamado ‘bóveda’ para dejar claves de mails o bancarias . Cuando la persona deja de estar activa en la red y se confirma que murió se entrega la información a los familiares”.
Ya es tarde. Y entre capillas ardientes camina Darío Loinaz, un consultor funerario que participó del primer servicio de velatorios y entierros para mascotas, en San Pablo. Está acá para hablar del marketing funerario y tentar a cualquier argentino que se atreva a explorar el nicho.

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