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jueves, 30 de agosto de 2012


MEDIOS Y COMUNICACION

La radio, un escenario del cambio

Noventa y dos años después de la primera transmisión radial, Ricardo Haye reflexiona sobre los cambios en la radio actual y propone que las emisoras enriquezcan sus agendas temáticas y regresen al relato.

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Por Ricardo Haye *

Cuando en 1956 los ingenieros japoneses invadieron el mundo de transistores, lo más relevante no fue el cambio en la apariencia de los receptores, sino las transformaciones que se produjeron en los modos de recibir la radio. La escucha se individualizó porque cada oyente adquirió un receptor propio. Lo significativo no fue el design de los aparatitos, sino la socialidad de la escucha que la radio sacrificaba.

Ahora estamos nuevamente en un escenario proteico. Y otra vez aparece la necesidad de ser certeros en la determinación de qué es lo verdaderamente significativo para nuestros análisis.

Las tecnologías aplicadas a la información y la comunicación son más que meros soportes instrumentales de contenidos. Constituyen herramientas simbólicas que promueven nuevas construcciones culturales.

Por eso no podemos prescindir de una amplia, profunda y rigurosa consideración de las mutaciones sociales y culturales que traerá aparejado este fenómeno de actualización tecnológica.

La mejora en la calidad del sonido de la nueva radio no es tan importante como la multiplicación de señales que habrá disponibles y que configurarán un paisaje radiofónico mucho más abigarrado que el actual.

En este sentido, es probable que debamos volver sobre aquel concepto que instaló Toffler hace 40 años: la infoxicación, es decir la sobrecarga de información.

¿Cómo van a hacer los oyentes para desbrozar y organizar contenidos? ¿Y cómo harán los propios realizadores para moverse en medio de una maraña de datos cada vez más densa, con fuentes en permanente crecimiento? Todos sabemos que ya hay servicios que indexan, pero... ¿son confiables?... ¿qué riesgo de manipulación existe?

Dado que la creatividad de las personas muchas veces les ha permitido ir superando inconvenientes de modo artesanal, ¿podemos vislumbrar de qué manera harán frente a una oferta aún más congestionada?... ¿Habrá nuevas formas de filtrado o gate-keepers en los que pueda depositarse confianza? Es dable pensar que de los propios usuarios surgirán formas de difusión más o menos sistemáticas que intentarán volver cosmos el caos textual que se avecina. ¿Serán suficientes?

Y, de parte de las propias radios, ¿cuáles serán las estrategias para significarse, para hacerse visibles, en medio de tanta aglomeración sonora?

Sería conveniente que cada estación trabajara para robustecer su identidad a fin de que los oyentes reconozcan inmediatamente sus rasgos característicos y, de ese modo, se les facilite la elección. Esa tarea de fortalecimiento comprende tanto al campo semántico como al estilístico.

En el primer caso, las emisoras tendrían que ensanchar sus alforjas nutriendo sus agendas temáticas y habilitando un número mayor de unidades de sentido.

Y respecto de las formas, resultaría oportuno volver a considerar la necesidad de regresar al relato.

La hermenéutica más actual ha puesto énfasis en la recuperación del pensamiento mítico. Pensadores como Ricoeur o Gadamer han destacado la situación privilegiada del relato por su riqueza simbólica y el vigor de su metaforicidad. El discurso narrativo ofrece una forma de conocimiento y comprensión distinta a la puramente teórico-discursiva. Las historias son territorio fértil para el desarrollo de concepciones e interpretaciones acerca del mundo y de la humanidad.

A propósito, una investigación sobre relatos audiovisuales desarrollada en la Universidad de Valladolid (España) establece la distinción entre discursos narrativizantes y desnarrativizantes. Los textos que narran contribuyen favorablemente a la formación de estructuras cognitivas del pensamiento narrativo en la infancia, mientras que aquellos que no lo hacen inducen en el niño una desestructuración de su pensamiento.

El trabajo sostiene que la exposición reiterada de los pequeños a estos relatos desnarrativizantes hace que la construcción de su realidad mental y social se vea distorsionada y constituya una forma de violencia social (http://www.isdfundacion.org/publicaciones /revista/pdf/07_N4_PrismaSocial_jesusbermejo.pdf).

En realidad, nosotros podríamos casi despreocuparnos, dado que la radio de la Argentina trabaja muy poco para los chicos. Pero esa omisión no favorece la construcción de audiencia. Y cualquier día de estos la radio descubrirá bruscamente que su público ha envejecido.

* Docente e investigador de la Universidad Nacional del Comahue.

MEDIOS Y COMUNICACION

Por todo

Luciano Sanguinetti rescata lo que a su juicio se está haciendo y bien en materia de comunicación en el país.

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Por Luciano Sanguinetti *

Creo que ya es hora de decir algo, porque por lo visto vienen por todo. Por todo lo mucho que en materia comunicacional se está haciendo y bien.

Por la democratización de la comunicación a través de una ley que concluyó con uno de los últimos vestigios de la dictadura.

Por la primera señal televisiva educativa de la historia argentina que es orgullo en América latina.

Por la posibilidad que tienen hoy las 43 universidades nacionales de contar con señales de televisión para producir y difundir sus actividades a la comunidad.

Por la promoción del cine y la televisión que a través del Incaa desarrolla por primera vez una imagen federal del país generando propuestas para diferentes pantallas y formatos con nuevos realizadores, nuevas productoras, nuevos actores y nuevos guionistas.

Por el desarrollo e implementación de radios comunitarias para los pueblos originarios.

Por “Conectar Igualdad”, la política de achicamiento de la brecha digital más importante de Iberoamérica.

Por el desarrollo de líneas de capacitación gratuita para docentes en ejercicio en el uso de las TIC en el aula.

Por Radio Nacional, por Canal 7, por Tecnópolis tv, por Capusotto, por la recuperación del Canal 10 de Universidad Nacional de Córdoba.

Por el Plan Nacional de Instalación de Antenas Satelitales de Televisión Digital en Escuelas Rurales y de Frontera que ya cubrió más de 8000 establecimientos.

Por la promoción del sector sin fines de lucro en el espectro radioeléctrico.

Por la red de radios universitarias que promueven cada día más y mejor democracia informativa.

Por la difusión gratuita a todas las pantallas del país del fútbol y el automovilismo y otras actividades deportivas sin que sirva para destruir las televisoras locales.

Por el primer canal de televisión infantil que no usa a los niños y niñas como consumidores.

Por la producción audiovisual federal que promueve a lo largo y ancho de todo el país el Programa Polos Audiovisuales Tecnológicos en donde participan de igual a igual universidades, cooperativas, productoras independientes y personas concretas que aman el cine y la televisión.

Por el Panorama Argentino, primer programa federal de noticias producido por los canales públicos de televisión.

Por la recuperación de nuestra memoria que reflejan documentales, series de ficción, películas y noticieros que por primera vez hablan de nosotros, de nuestros dolores y alegrías, desde una perspectiva popular, latinoamericana, democrática y pluralista.

Por la constitución de una Unasur de la comunicación para el desarrollo y la identidad cultural con inclusión y respeto de la heterogeneidad de razas y culturas.

Simplemente por eso.

* Docente e investigador. Ex decano de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP.

MEDIOS Y COMUNICACION

Comunicación y derechos humanos

Washington Uranga presenta un nuevo libro de Rodolfo Brardinelli sobre comunicación y derechos humanos.

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Por Washington Uranga

Las palabras y los silencios es el título del libro del sociólogo y comunicador Rodolfo Brardinelli, dedicado a debatir sobre “derechos humanos, palabra, persona y democracia”. El trabajo, editado recientemente por San Pablo, construye con rigurosidad académica y lenguaje amigable, la relación entre el concepto de derechos humanos y el ejercicio de la palabra como manifestación plena del sujeto y su de participación activa en la historia.

En 110 páginas, Brardinelli –ex director de la Licenciatura en Comunicación Social y del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Quilmes– intenta dar respuesta a una de las paradojas del tiempo presente: que frente al desarrollo vertiginoso de las tecnologías de la información y de la comunicación y ante las posibilidades que ello genera, lo cierto es que cada día está más en cuestión el derecho efectivo a la comunicación por parte de la ciudadanía. No escapa a la consideración del autor que “los grupos empresarios dominantes en el mercado mundial de la comunicación son cada vez menos y cada vez más grandes”. Este factor, entre otros, provoca reducción de las fuentes de información, pero también de la generación de productos culturales.

En su obra Brardinelli rescata el valor de la palabra como “agente insustituible en la definición de la identidad y la expresión de la interioridad y herramienta para la construcción de la vida en sociedad”. Desde allí reconstruye la batalla moderna por el derecho a la comunicación (“un derecho básico como la vida misma”), asegurando que “sin comunicación no hay democracia” y que “para que efectivamente un pueblo pueda gobernar resulta indispensable una comunicación de ida y vuelta y sin interferencias entre él y los funcionarios políticos en los que transitoriamente ha delegado la gestión de gobierno”. Un libro para informarse, reflexionar y debatir

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