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martes, 23 de noviembre de 2010

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TELEVISION › PEPE CAZZOLA, COORDINADOR DE GUION DE CANAL ENCUENTRO

La guerra de los formatos

“La clave del éxito de Encuentro es haber incorporado ciertos recursos propios de la ficción y de la cultura digital al clasicismo documental”, señala Cazzola, que hoy dictará una charla en la sede de Posgrados de la Universidad de Tres de Febrero.
 
 Por Emanuel Respighi
“La no ficción es el formato del futuro de la TV.” La afirmación, que puede pensarse expresada más desde el anhelo que del razonamiento que se desprende del diagnóstico del estado televisivo actual, pertenece a Pepe Cazzola, el coordinador de guión de Canal Encuentro. En su boca, sin embargo, la declaración parece cobrar un sentido auténtico, producto del entusiasmo que el género documental le produce y/o del micromundo que el documentalista vive cotidianamente en Encuentro. Es que el canal perteneciente al Ministerio de Educación de la Nación logró en sus casi cuatro años de vida aglutinar frente a su pantalla a todo tipo de público, sobre la base de una programación en la que el documental tiene una presencia tan fuerte como variopinta. “Por una cuestión de costos y logística, es imposible abastecer toda una grilla de ficción. En ese punto, creo que la no ficción ha evolucionado al punto de que consigue un interés y una atracción similar a la ficción, a muy bajo presupuesto”, precisa Cazzola.
Consciente de la complejidad de que su presagio se haga realidad en una TV abierta cada vez más cercana al entretenimiento, Cazzolla tiene, sin embargo, motivos suficientes para creer que la no ficción –tal cual él prefiere referirse al documental actual– será un formato que paulatinamente irá incrementando su presencia en la pantalla chica. Al fin y al cabo, la aceptación que en general obtienen los programas de Encuentro está educando al público en un género que en la TV de aire sólo se expresa por medio de docurealities que persiguen atraer a los televidentes hipnotizándolos a puro impacto visual, masajeando su morbo una y otra vez. ¿Cómo hizo Encuentro para lograr que el público de todas las edades e intereses variados se vea en la tentación de detener su zapping al toparse con alguno de los programas documentales que conforman su grilla, atraídos por un estilo narrativo que –incluso– hace que no se los perciba como ejemplares del género? “La clave es haber incorporado ciertos recursos propios de la ficción y de la cultura digital al clasicismo documental”, señala Cazzola, que hoy a las 18 dictará la charla “El guión en el documental: la experiencia de Encuentro”, con entrada libre y gratuita, en la sede de Posgrados de la Universidad de Tres de Febrero (C. C. Borges, tercer piso).
“Encuentro no es un canal de divulgación: transmitimos contenido de hierro”, aclara Cazzola, coordinador de las cuatrocientas horas anuales producidas por Encuentro. “Creo que en media hora de ver un programa en Encuentro uno puede entender una parte de un proceso histórico. El guionista debe saber bajar el contenido que te da un historiador con jerga académica y sin estructura dramática. La suerte de un documental depende tanto del material de archivo como del guionista. El guionista debe saber poner puntos de tensión en el relato. El gran enemigo del documental es el embole. Y en el canal, sin tener un manual, esa idea tácita circula por la cabeza de todos los productores”, dice.

–¿Cuáles recursos suelen utilizar en Encuentro para lograr que los espectadores no se aburran al mirar un programa documental?

–El documental fue evolucionando. Por eso más que documental yo prefiero hablar de “no ficción”. Es un género que evolucionó a partir de la incorporación de ciertos recursos que eran propios de la ficción: al material de archivo se le suma la voz en off, el relato dramático y mínimos momentos para la ficcionalización. En Encuentro tenemos la idea de que al componente de lo real hay que agregarle un relato, personajes, una evolución. Tenemos claro que a los programas de historia hay que remarcarles los puntos de tensión, valorizando determinados hechos con efectos de todo tipo. Un documental no puede tener un relato plano porque la historia en sí no es plana.

–¿Y esos recursos no suelen ser “mal vistos” por la escuela documental clásica? ¿Existe esa tensión?

–Se está produciendo un evidente quiebre generacional en el documental. Los pibes menores de 30 años tienen una cultura audiovisual absolutamente diferente de la que puede tener cualquier persona mayor. Yo tengo 36 años y soy uno de los más veteranos del canal. Los jóvenes tienen otra cabeza, que abreva en muchos lugares: la TV, el cine, YouTube, los videojuegos. En sus cabezas tienen más recursos visuales y no tienen prejuicio alguno. La generación que aprendió cine con la VHS le está cediendo lugar a la que nació y se crió con la cultura digital y la lógica de la fragmentación. El diálogo entre el archivo fílmico o fotográfico de 1910 intervenido por la cultura digital está cambiando el registro documental.

–¿Cree que la recuperación de la memoria intervenida por una mirada joven es una de las claves de la buena receptividad de Encuentro?

–Todo el departamento artístico de Encuentro tiene menos de 40 años. Y los pibes tienen otra dramática. Las nuevas generaciones puede que no lean, que sean más surfeadores de la información, pero tienen una dramática audiovisual muy clara. Ese cruce entre los que leen, que son los guionistas y los historiadores, con la camada del lenguaje digital, hace que Argentina esté viviendo un período de transición y ebullición del documental. Los jóvenes ven el mundo con otros ojos, de otra manera a las generaciones más viejas. Eso no quita que uno vea La hora de los hornos y se siga cayendo de culo, por la potencia de las imágenes y de su narratividad.

–Encuentro también es consecuente en la idea de mantenerse como un laboratorio de ideas y experimentación, pero con un estándar de calidad muy alto.

–Encuentro es un canal federal. La mayoría de los directivos de Encuentro de la producción y dirección provienen del interior. Si uno quiere ver la Argentina bien filmada, debe sintonizar el canal. Porque mandamos a filmar al interior a tipos como Sebastián Mignona, Ulises Rosell, Bruno Stagnaro, Martín Subirá... Eso no pasa en todos lados. Tratamos de romper con la mirada porteño-céntrica, pero sin caer en el nacionalismo de poncho. Miramos Discovery, Nat Geo, History Channel, True, miramos todo lo que hay. Hoy, el docureality está cada vez más en boga. El atractivo del docureality es que es más divertido de ver porque no lo inventó nadie; está pasando o pasó realmente. Pero en Encuentro un docureality es imposible, tenemos ciertos límites. Los docurealities están rosqueados para producir efectos dramáticos que lo único que buscan es la conmoción del espectador; no se proponen contar proceso social alguno ni descubrir la intimidad de una personalidad desde sus acciones o conductas. En Encuentro nos proponemos transmitir valores.

–El problema es que para la TV abierta lo único que pareciera valer en el género es el formato del docureality. No hay mucho lugar para el documental histórico seriado.

–El documental histórico es un género muy nuevo y poco explorado. En Argentina tenemos una escuela documental clásica, que es la de Birri, Prelorán, más ligada a la visión antropológica. Después está la de Gleyzer y Solanas, más cercana a la puesta en pantalla de un profundo compromiso social, un cine de base. Pero no está instalada una escuela de hacer documentales seriados de temas diversos

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