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jueves, 20 de mayo de 2010

medios

MEDIOS Y COMUNICACION
Astucia y perseverancia
A partir de una mirada a la historia reciente y el desarrollo de la comunicación, Carlos Valle exhibe la necesidad de que los comunicadores reflexionen sobre su propia tarea al servicio de una sociedad más democrática y participativa.
Por Carlos Valle*
La década de 1990 fue en América latina una etapa de consolidación de profundos cambios en su vida institucional. Los reiterados mensajes buscaban demoler el lugar que debía ocupar el Estado en toda sociedad que procurara desarrollarse democráticamente. Junto a la descalificación del Estado estaba la descalificación de los políticos y, por ende, de la misma política. Se empezaba a instalar una concepción de sociedad que prioriza el lucro, donde el interés comercial es más importante que la gente y que se es más cuanto más se tiene. Había llegado el tiempo de los técnicos y de los ejecutivos, porque había que aceptar que ellos saben cómo se manejan las empresas y cómo se obtienen resultados y, por supuesto, porque son eficientes y honrados.
Los enormes beneficios que habrían de sobrevenir a una salvaje privatización de las riquezas nacionales deslumbraron, por supuesto, al segmento de la población más pudiente y a los que ascendían vertiginosamente en la escala social mientras sembraban la pobreza y la marginación para millones. Gobiernos corruptos acompañados por empresas nacionales y trasnacionales corruptas fueron sostenidos por medios de comunicación que se esmeraron en hablar de las maravillas de un ficticio mundo que hoy vemos desmoronarse estrepitosamente, pero que se niega a reconocer la falacia de sus presupuestos. Recordaba el pensador Paul Tillich: “La sociedad tecnológica occidental creó métodos para ajustar a las personas a sus exigencias de producción y consumo que son menos brutales, pero que, a largo plazo, son mucho más eficaces que la represión totalitaria. Ellos despersonalizan no porque exijan, sino porque ellos ofrecen, dan exactamente aquellas cosas que tornan superflua la creatividad humana”.
Para su aceptación y consolidación fue necesaria la implementación de un proceso de comunicación que permitiera conquistar sentimientos, sueños, búsquedas. Era necesario hacer creer que añejadas frustraciones pueden trastocarse en triunfos y, quienes no acompañen ese proceso, irán al fracaso. Hoy hay, como nunca antes, recursos tecnológicos y económicos para montar estos escenarios. Los tentáculos de la concentración de medios han demostrado tener la enorme capacidad de diseñar modelos de horadación de todo buen propósito cuando perciben que podría afectar sus poderes y dominio. Los grandes medios, cuyos dueños –mayormente ocultos rostros y nombres que se mueven al ritmo de sus intereses– se escudan detrás de la defensa de la declamada independencia y libertad de la información para generar la opinión que les conviene. Todo proyecto democrático de comunicación enfrentará fuerzas que lo dejarán crecer mientras sus objetivos no interfieran con las cadenas mediáticas asentadas sobre bases comerciales. Esto ha sido evidente en la resistencia a la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en las reiteradas acusaciones sobre el fin del periodismo independiente y en el bloqueo judicial interpuesto a la puesta en marcha de la tan esperada ley por la que tantos grupos trabajaron.
La situación presente conforma un desafío para los comunicadores. Posiblemente este momento requiera que los comunicadores vuelvan a reiterar concretamente su compromiso por una comunicación que esté al servicio de la comunidad toda. Uno de los caminos posibles para comenzar sería que los comunicadores nos dispusiéramos –donde y en la medida que corresponda– a hacer un mea culpa de las veces que callamos, por temor o por vaya saber por qué razón, y dejamos que la verdad fuera ignorada o distorsionada y que todo esto sucediera sin hacer oír nuestra voz. Al mismo tiempo, los comunicadores deberíamos aunar los esfuerzos por abrir espacios a una comunicación que proporcione el desarrollo de una comunidad solidaria, que denuncie la discriminación y la opresión y deje que los acallados sean oídos.
¿Hay alguna posibilidad de que las poderosas armas de los medios lleguen a jugar un papel integrador de la comunidad toda? El dominio de los grupos hegemónicos que hoy condenamos es un espejo de una realidad que no puede seguir repitiéndose. Hay que impedir que el Ave Fénix vuelva a renacer de sus cenizas. Para ello será necesario que la sociedad vele con astucia y perseverancia en la implementación de estructuras más democráticas y participativas.
* Comunicador social. Ex presidente de la Asociación Mundial para las Comunicaciones Cristianas (WACC)
MEDIOS Y COMUNICACION
Más y mejor comunicación
Tina Gardella, desde Tucumán, da cuenta de una experiencia de talleres juveniles sobre “Construcción de ciudadanía y derechos humanos” como un desafío para la universidad y un aporte para pensar la relación entre el campo académico profesional, los procesos académicos y las políticas públicas.
Por Tina Gardella *
Desde Tucumán
Mezclados con estudiantes y profesionales de arte, teatro, psicología y trabajo social, entre otras disciplinas, los estudiantes de comunicación se fueron sumando en número considerable a los talleres de verano de Construcción de Ciudadanía y Derechos Humanos para Jóvenes con Más y Mejor Trabajo.
Integrados y “diseminados” por los 14 municipios y las 20 comunas del territorio tucumano que participaban del programa, los 106 talleristas trabajaron con cuatro mil jóvenes no sólo la instancia de inclusión y expresión democrática de jóvenes beneficiarios de becas otorgadas por el Estado, sino también las posibilidades de intervención sobre su realidad concreta e inmediata.
¡Tamaña responsabilidad e interpelador desafío para nuestros estudiantes de comunicación! Sobre todo por cuanto sigue siendo escaso, cuando lo hay, el marco de debate y reflexión sobre la dimensión política de la comunicación. No se trata de una problemática del área de extensión. Es la posibilidad de salir de las aulas y asumir los retos de acción que plantea nuestra sociedad, desde el corazón de la formación de los comunicadores.
En la vinculación de la universidad con el escenario político-social, los comunicadores tienen mucho por hacer. Pero ese escenario no es uno sólo ni se presenta de igual manera en todas partes. Hablar de inclusión-exclusión, de construcción de ciudadanía y derechos humanos o de expresión democrática, no es lo mismo en el centro del país que en la región NOA. No precisamente porque la universalidad de estas problemáticas permita algún recorte. Sucede que existe no solamente una realidad histórica, política, económica y social particular, sino también, y por lo mismo, matrices culturales y prácticas sociales que son, están y se empeñan en permanecer con nuevos sentidos en cada una de nuestras comunidades.
Inteligentemente, los talleristas de un programa que es nacional supieron, con debates y discusiones, re-significarlo desde la realidad de Tucumán. Bien podríamos desde la universidad observar y aprender de estas prácticas, entre tantas otras, a “Pensar Región”. Bien podríamos desde nuestro campo específico internalizar que la comunicación está en la esencia de las prácticas sociales y que no hay proyecto colectivo o tan siquiera perspectiva posible de cambio, sin la mirada de lo comunicacional.
“Pensar Región” desde la comunicación pone a la universidad en el centro de la escena como constructora de teorías otras a partir de las prácticas sociales, entre ellas las de comunicación, de las propias comunidades donde está inserta, y como propulsora de un debate amplio, plural y participativo, que debiera poder permitir:
- Conocer y explorar las biografías de los estudiantes de la región, atravesados no sólo por los códigos de la cultura juvenil, sino por experiencias y prácticas sociales que desconocemos o a las que negamos entidad. Los jóvenes de la región y sus formas de comunicarse.
- Conocer y re-conocer el escenario político-social que permita una mejor vinculación de la universidad con su contexto regional. Pensar la comunicación vinculada con los procesos políticos.
- Discutir el proyecto social y político de la región y qué comunicación es necesaria para empezar a construirlo. Desafíos que se presentan, vínculos que se establecen, organizaciones y movimientos sociales con los que se interactúa.
- Revisar la relación con el campo profesional. Analizar la historicidad–politicidad en la formación de este campo y la posibilidad de elaborar producciones mediáticas de calidad y pertenencia regional.
- Interpelar las políticas públicas de comunicación de la región, si es que existen, pero también generar conocimiento crítico con aplicación a las realidades regionales.
Sin dejar de lado la importancia de currículas y planes de estudio como inherentes al campo universitario y como resultado de debate de posiciones donde fluye todo lo expuesto anteriormente, es indudable que desde la comunicación tenemos por delante, en la región, el debate sobre los modos de intervención profesional, aunque la palabra no convenza a todos. Desde la universidad, por otro lado, se podría trabajar en programas que como el Jóvenes por Más y Mejor Trabajo permita la construcción de Más y Mejor Comunicación... desde y por la Región NOA.
* Licenciada en Comunicación.

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