MIENTRAS CONTINUA EL DEBATE Y LA PUJA COMUNICACIONAL EN VENEZUELA
Los medios críticos ahora son más
“La libertad de expresión es absoluta”, exclaman dos de los fundadores del Colectivo Cultural La Mancha. Los pequeños actores de la comunicación disienten con la noción de censura que agitan los grandes canales opositores.
Por Brian Majlin
Desde Caracas
“Estamos dando la lucha cultural que no se dio antes de tomar el poder y se necesita para el proceso revolucionario.” Para Oscar Sotillo y Janette Rodríguez, aunque llevan más de 20 años en el desarrollo de una “contracultura para una nueva sociedad sin los patrones de consumo capitalistas”, la situación actual es “la mejor para los medios alternativos de comunicación”. “La libertad de expresión es absoluta”, exclaman dos de los fundadores del Colectivo Cultural La Mancha, mientras fuman su enésimo cigarrillo Astor rojo. La situación de la prensa venezolana parece ser crítica al decir de los grandes medios, pero los pequeños actores de la comunicación parecen disentir y expresar una realidad diferente.
“El problema es que existe una disociación psicótica en la gente, porque les venden una imagen irreal de lo que ocurre”, dice Federico Ruiz. El es un intelectual y escritor de larga trayectoria y es responsable de Fundarte, una fundación caraqueña para la promoción del arte y la cultura. Allí, sentado en la mesa redonda de la sala estratégica, Ruiz explica y gesticula vehemente sobre “la deformación de la realidad de medios como RCTV y Globovisión”. El primero permanece cerrado (en realidad emite por cable y dejó de hacerlo por aire cuando venció su licencia en 2007 y no se la renovaron. El segundo es el principal medio opositor). “Ambos fomentaron con ahínco el golpe de Estado de 2002”, explica Ruiz.
El dilema sobre la libertad de prensa está vigente en Venezuela, aunque muchos hablen de “libertad de empresa”. Alberto Giménez piensa lo contrario. Es de Maracaibo y asegura que lo único creíble sale en Globovisión. Trabajador de clase media, ferviente opositor, asegura que la manipulación oficial es negativa para las “imprescindibles” inversiones extranjeras.
Sotillo y Rodríguez aseguran que están en la búsqueda de “un nuevo modelo de comunicación socialista”. El tiene camisa floreada y fuma sin parar. Ella fuma más aún. En La Mancha, hace 8 años concretaron un proyecto de más de 20 años de espera: revista quincenal, libros de poesía, programa radial y muralismo. Absolutamente independientes, se autodefinen guerrilleros: siempre “buscamos el cambio desde el mensaje”.
Entre las razones de la mejoría enumeran que “el gobierno abrió nuevos canales de comunicación alternativa”. Se refieren a las leyes para radios y TV comunitarias y la creación de una oficina estatal para medios alternativos. “Esa idea surgió de los propios medios, cuando Chávez nos citó a conferencia de prensa al cumplirse un año del golpe de Estado.”
Jender Mellado es joven e irreverente. Cuando Sotillo y Rodríguez ya luchaban por un medio alternativo, él apenas había nacido. Luego militaría en los batallones juveniles socialistas en su parroquia de la Capital y hoy, con veintinueve años, es uno de los miembros más antiguos de Avila TV, el canal juvenil de Caracas.
“Yo también soy un guerrillero comunicacional. Somos mordaces y usamos el lenguaje de la juventud.” El canal es sustentado por el Ministerio de Ciencia e Información y salió al aire con producciones propias hace tres años. También forman profesionales en su escuela. “Lo único malo es la burocracia, que retrasa el trabajo”, explica Jender, y cuenta que se formó en Cuba. “Dependemos del ministerio, pero somos críticos y libres, nadie nos censura”, concluye.
La Mancha tiene algo en común con Avila TV: no aceptan publicidad privada, porque “atentaría contra nuestros valores anticonsumistas”, explican. Se sustentan con talleres de murales y “algo de pauta oficial”. Ante la suspicacia, advierten: “Somos independientes y críticos”. También se quejan de la burocracia, “que entorpece el cambio”, pero llevan las quejas hacia el propio Chávez. “Lo criticamos por su actitud con los indígenas en el Oriente.” No suelen tener problemas, pero algunos funcionarios “obsecuentes” traban algunas pautas porque “creen que criticar es oponerse”. Igual aclaran: “Nunca nos censuraron”.
En Fundarte, el listado de medios alternativos contactados por el gobierno asciende a más de 80. Las estadísticas no oficiales hablan de más de 500. La contracara son los grandes medios. “Globovisión –explica Ruiz– pertenece a la familia Zuluaga, terrateniente de tradición. Empezaron su oposición férrea con la promulgación de la Ley de Tierras.” Es común ver la queja de los dueños y la población, pero Globovisión emite su programación de neto corte opositor sin problemas.
Mientras la discusión sobre la libertad de prensa continúa, el aumento de medios críticos parece contradecir la noción de censura. Quizá sea como dice Sotillo: “El periodismo venezolano está acostumbrado a ser intocable y empieza a dejar de serlo”. Si así fuera, y se beneficia la creación de nuevos espacios críticos que se guíen por patrones ajenos al lucro privado –tales los casos de La Mancha, AvilaTv, Tatuy Tv, Zurda Conducta, CatiaTv, Petare Tv y tantos otros–, bienvenida sea la puja comunicacional.
Guerrillas de la comunicación
En Venezuela se puso en marcha un nuevo proyecto: las guerrillas comunicacionales escolares. Originado en la gobernación del distrito Caracas, el programa se ha iniciado con fervor oficial y crítica opositora. Los defensores hablan de una “emancipación”, con una comprensión mejor de los mensajes en los niños. “La idea es que desarticulen los discursos hegemónicos y promuevan nuevos mensajes”, explica Julio Moros, el comunicador social que ideó el programa, que se ha propagado por diferentes estados, pero sin coordinación centralizada. El programa, voluntario y para niños de liceo secundario, debe ser aprobado por la propia escuela, y los padres de los alumnos deben aprobar su participación
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