Adherentes de la pagina

lunes, 13 de junio de 2011

tendencias

Sociedad / Una tecnología que resiste el paso del tiempo

Los últimos cultores de la mecanografía

Aunque ya no se fabrican máquinas de escribir en ninguna parte del mundo, en la Argentina todavía hay personas que las utilizan

Lunes 13 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
Los últimos cultores de la mecanografía
Santiago Kovadloff. "El teclado es como un pianito de escribir", dice el filósofo, escritor y ensayista, dueño de dos máquinas. Foto LA NACION / Marcelo Gómez y Graciela CalabreseVer más fotos

Mauricio Caminos
LA NACION
Pueden ser "bichos raros" por usar una tecnología que ya no se fabrica, que es imposible comprar para estrenar y para la cual es difícil encontrar repuestos que aún sirvan. Pero, aunque son pocos y no se los encuentra fácilmente, aún hoy existen mecanógrafos o simples apasionados que mantienen activas máquinas de escribir que ya tienen 25, 50 y hasta casi 90 años de antigüedad.
A unos los halaga la "música" del "clac-clac-clac" al apretar las teclas; otros hablan de su practicidad para hacer formularios o documentos, y existen incluso algunos "resignados" que las "soportan" por obligación. Aquí, sus historias.
Los enamorados del teclado
Abel Posse mueve tan rápido los dedos que parece saber de memoria dónde está cada letra. Sonríe, como disfrutando del ruido que se escucha. El escritor y ex diplomático no usa computadora: escribe todos los días a mano para después sentarse frente a alguna de sus dos "compañeras de la vida" -como llama a sus máquinas de escribir- para asentar la última versión.
Posse dice que cuida "con mucho cariño" las dos máquinas que tiene: una Continental, alemana, de 1917, que su mujer pintó de amarillo, y una Underwood, de 1930 y de EEUU, pintada de rojo. Cada una pesa unos 10 kilos, y dice haberlas comprado "por nada" cuando estuvo como embajador en Praga, República Checa.
"Como escribo literatura no tengo apuro; ya me acostumbré a la máquina y me encanta su música", dice a LA NACION Posse, que tuvo su primer acercamiento con esta tecnología a los 19 años.
Alguien que también disfruta de estos aparatos es el filósofo Santiago Kovadloff, que tiene una Olivetti Lettera 32 -aquella popular portátil verde pastel fabricada en la década del 60- y una Remington, más grande y pesada. "Tengo dos porque de todo tengo un par: dos cepillos de dientes, dos cuentas bancarias", cuenta entre risas Kovadloff, que compró sus máquinas hace unos 25 años a un técnico que las revisa cada tres meses.
"El teclado es muy placentero, tiene algo de lo que César Tiempo llamaba «el pianito de escribir». Hay una sonoridad que me conmueve", explica el escritor y ensayista.
Pero los enamorados del sonido y de los tipos gráficos no son sólo intelectuales. Roberto Auñón, un productor agropecuario de 76 años que vive en Núñez, escribe diariamente cartas a LA NACION para participar del "correo de lectores" en una Olivetti Lettera 32 de 1968, que era de su hermana. "Me podría considerar un analfabeto del siglo XXI, pero cuando estoy escribiendo con la máquina me olvido de otros padecimientos", sostiene.
Por practicidad
"Hay formularios muy específicos que los completamos con la máquina de escribir porque no tenemos el programa en la computadora para eso", dice la escribana Martha Arruabarrena. "¿Cómo hago con la PC para poner una frase en un documento ya impreso? Con la máquina lo soluciono en el acto", responde.
Arruabarrena cuenta que la suya no es la única escribanía con esta vieja tecnología y dice que en su oficina utilizan dos máquinas eléctricas: una Olivetti Tekne 4, que se vende en Internet "como nueva" por no más de $ 300, y una Brother AX10, que cuesta unos $ 350.
Por su parte, Leandro Fressone, de 89 años y presidente del centro de jubilados de Mar del Plata, dice que utiliza una máquina mecánica fabricada en los 70. "Con ella escribo las notas donde defiendo el 82% móvil para los jubilados", expresó a LA NACION.
La resignada
Paula inventó ese nombre porque no quiere que la identifiquen en su trabajo. Ella completa informes y expedientes para superiores militares y arma planillas de calificaciones de alumnos en una institución educativa que depende del Ejército. "Es horrible usar la máquina de escribir. Si te equivocas, tenés que volver a empezar; si tenés antigüedad, te dan una máquina eléctrica", cuenta Paula, que utiliza una mecánica.
"Cuando cambie de trabajo y me pidan usar una PC, no me va a ir bien porque no tengo mucha experiencia. No soy rápida escribiendo", sostiene ella, que dice haber tratado de entender, sin resultado, por qué en su puesto hay máquinas de escribir, mientras que otros compañeros tienen computadoras.
Paula está resignada con su "compañera de trabajo", pero igual dice tenerle cariño. Al final, pese al paso del tiempo y a que ya no se fabrican en el mundo, las máquinas de escribir no pasan inadvertidas y tienen quien les acaricie las teclas en el mundo computadorizado de hoy.
QUIENES SON LOS MECANÓGRAFOS DE HOY
Los enamorados
Hay quienes disfrutan del sonido "clac-clac-clac" de las máquinas que se oye cuando escriben con ellas. También dicen que las máquinas de escribir ayudan mucho más a la concentración. El escritor Abel Posse y el filósofo y ensayista Santiago Kovadloff las usan, así como Roberto Auñón, de 76 años, lector de LA NACION.
Los prácticos
"Si no tengo el software para completar un documento, uso la máquina de escribir", contó la escribana Martha Arruabarrena, que posee dos aparatos. Las máquinas son aún útiles también en escribanías, porque con ellas es fácil agregar una línea de texto en una página ya escrita.
La resignada
En algunas dependencias judiciales, de la policía y en varias oficinas del Ejército se utilizan, en la actualidad, máquinas de escribir. Paula, que trabaja en una institución militar educativa, dijo que "es horrible" tener que usar este tipo de aparatos. "No entiendo por qué todavía tenemos las máquinas", confesó.
El innovador
Jack Zylkin, un ingeniero electrónico estadounidense, inventó un dispositivo que conecta cualquier máquina de escribir a una tableta iPad o a un monitor de computadora: se escribe en la máquina y se lee en la pantalla. El invento, llamado USBTypeWriter, se vende en Internet.

No hay comentarios: