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martes, 9 de noviembre de 2010

medios III

Habla sobre su apoyo al proyecto kirchnerista y confiesa que añora sus tiempos de andar por la calle sin ser vista.

"LO DE LANATA ES UN EJERCICIO NEURÓTICO DE LA IDEOLOGÍA"

La periodista Sandra Russo critica a su colega Jorge Lanata y dispara contra la izquierda “sectaria” que sueña utopías pero no sabe construir poder.
Llega puntual a la cita, en un bar del barrio de Palermo, y elije sentarse en una mesa de la vereda. Toda una prueba para medir la temperatura ambiente de estos días, posteriores a la muerte de Néstor Kirchner. El termómetro indica un clima favorable: “Fuerza Sandra. Apoyala a Cristina y decile que todos estamos con ella”, apenas se sienta la saluda una pareja de unos 60 años al pasar. Después de treinta años dedicada sobre todo al periodismo gráfico, su llegada al programa 6 7 8 la puso en un lugar de gran exposición pública. Y aunque confiesa que extraña el anonimato, dice que jamás dudó en comprometer su nombre y su imagen con el proyecto político kirchnerista. Además, cuenta cuándo y por qué empezó a creer en que las cosas podían cambiar, cuestiona la palabra oficialista y pide al vicepresidente, Julio Cleto Cobos, que de una vez por todas, aunque sea por caballerosidad, renuncie.

¿La sorprendió la movilización social que generó la muerte de Néstor Kirchner?
No, para nada. Porque yo trabajo para ellos y sé que son muchos. Son millones. La gente nota la diferencia entre este país y el de hace 7 años. La gente no es tonta. Se da cuenta de que este país cambió, pero el tema es que están tapados, porque no se los entrevista por las radios ni salen por televisión. Entonces cuando pasa algo así, es natural que la gente salga por las alcantarillas. La plaza fue un lugar de agradecimiento. Los miles y miles de personas que pasaron por ahí tenían motivos concretos para decir gracias a Néstor Kirchner, y también a Cristina: dos millones y medio de jubilados, tres millones y medio de niños que reciben la Asignación Universal por Hijo (AUH)… El hombre que habló en nombre del campo y dijo que desde que están los Kirchner no se remató ni una sola hectárea de tierra en la Argentina. Pasaron muchas cosas maravillosas.

¿En qué momento se involucró con este proyecto político?
En realidad, yo vengo trabajando una agenda propia y personal, con mis temas, desde hace treinta y pico de años. Y la fui llevando de medio a medio desde la dictadura, en Humor y después en Página 12. Son las cosas en las que yo creo. Lo que pasó fue que hubo un gobierno que levantó las mismas banderas. Entonces no tuve dudas. Para mí el movimiento natural fue adherir. Hubiese sido una idiota si como (Jorge) Lanata, después de 20 años de pelear por algo, una vez que eso sucede me hago opositora. La verdad es que lo de Lanata es un ejercicio neurótico de la ideoloía. Para mí es un movimiento de absoluta coherencia y no concibo otra cosa más que estar públicamente a favor de un proyecto en el que creo. Porque sino sería una chanta.

Sin embargo ha discutido con el término oficialista.
No tengo nada contra la palabra en sí misma. Lo que rechazo es la carga peyorativa que le ponen. Porque usada por el lenguaje hegemónico parecería que es un inhabilitador del pensamiento. Y en mi caso, el oficialismo tiene que ver con más consecuencia con mis ideas, no con menos. Y en esto hay una cuestión fundamental: yo nunca simpaticé con ese tipo de izquierda que levanta banderas imposibles. Por eso sintonicé con este proyecto, porque tuve la posibilidad de ver, como en Jujuy por ejemplo, con la Tupac Amaru, el surgimiento de experiencias que le mejoraron la vida a millones de personas hoy, ahora, ya. A mí esas utopías de las que habla la izquierda sectaria, en las que todos vamos a hacer iguales, sin patrones y con todas las deudas canceladas, la verdad es que no me interesa para nada. Porque, para eso, se alían con la derecha y nunca suben al escalón siguiente. A mí la “paja” no me interesa. Me interesa la construcción del poder, que es lo que hizo Néstor.

¿Con qué medida empezó a creer en el proyecto?
Cuando hizo bajar los cuadros de los dictadores del Colegio Militar, cuando impulsó la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, cuando puso en marcha los juicios a los represores y se alineó con los organismos de Derechos Humanos. Ahí me sentí completamente representada. Y la segunda cosa, fue la Cumbre de las Américas. Yo viajé en “el tren del alba” y a partir de ahí adherí sin ningún tipo de pruritos. Porque empecé a hacer una lectura más regional, que es la que mantengo y desde la que veo y leo todo el kirchnerismo.

Llegó a decir que el kirchnerismo es superador del peronismo. ¿Cómo es este concepto?
Sí, lo dije y se armó una polémica enorme que quisiera aclarar. Porque están los “pejotas” que no quieren que los que venimos de otro lugar les quitemos las banderas. Yo quiero decirles que se relajen porque las banderas están cuidadas y bien altas. Coincido con lo que dijo (Hugo) Moyano el otro día: hoy el panteón peronista es Perón, Evita y Néstor. Y es justo que sea así, porque Néstor, y también Cristina, tienen un corazón peronista. Lo que quise decir es que yo no tengo ese corazón peronista, pero sin embargo, hay algo en el kircherismo que me permite adherir con tanta vehemencia como si lo tuviera. Es una cuestión de época, son estos temas de hoy, la lucha por los DD.HH. y la concepción regional de América Latina, temas que Perón no manejaba, los que me hacen peronista no siéndolo. Ese es el plus del kirchnerismo del que yo me cuelgo. No tiene que ver con criticar al peronismo, sino con instalarlo en esta época.

¿Cree que después de unos días de duelo se viene el ataque contra Cristina?
Ya empezó. Minutos después de que se conociera la noticia ya salieron a atacar. ¿Qué fue sino la columna de Rosendo Fraga? Uno sabe que no puede dar tregua. La van a acusar de desequilibrada, de haberse quedado sin el doble comando… Pero ya sabemos de todo lo que la van a acusar. Porque hoy todos somos menos inocentes y por eso esa gente en la plaza estaba diciendo: “Cristina, te entendemos a vos. Quedate tranquila que a Clarín no le creemos”. Con Clarín me refiero a los 300 medios de comunicación que la van a bombardear de ahora en más. Pero no me asusta eso. Hoy todos estamos mejor preparados.

Estos días todos hablaron de la necesidad de apoyar a Cristina, ¿hay un temor de que no pueda sola?
Nadie puede solo. Néstor tampoco podía seguir solo. Lo que perdimos con Néstor es a un articulador. Es evidente que ella hereda por derecho propio la conducción política de lo que se llama kirchnerismo. Eso es indiscutible. Cristina es la heredera natural. Pero las cosas son complejas. No nos olvidemos de que veníamos de un asesinato político esa misma semana. Sin ir más lejos, yo salí en la tapa de un diario vinculada a un asesinato (N. de la R.: Perfil publicó una foto de Russo con el principal acusado por el crimen de Mariano Ferreyra). Esta muerte cae en un momento en el que yo, por ejemplo, lo primero que sentí fue desprotección. Porque yo confié siempre en la articulación de Néstor. Entonces la desconfianza viene por lo que seremos capaces de hacer nosotros. No por lo que va a hacer Cristina. Cristina va a poner todo lo que haya que poner. De eso no me cabe ninguna duda. El tema es qué hacemos nosotros, cómo respondemos, cómo nos organizamos y qué cosas tenemos que dejar de lado ahora para privilegiar el proyecto.

¿Con "nosotros" se refiere a la sociedad en general?
No. Me refiero a los que apoyamos este proyecto de país. Hoy no creo que haya una sociedad que uno pueda enunciar como tal. La cosa está muy bestialmente partida a raíz de la connivencia entre el poder judicial y los empresarios de los medios hegemónicos. Entonces tenemos que pelear en condiciones de absoluta inequidad. No por la defensa de este proyecto sino por la defensa de la verdad. Porque los diarios mienten. ¡Hasta un día antes de la muerte de Néstor estaban diciendo que Pedraza había ido a River! Yo pienso el proyecto desde ahí porque ese es mi laburo: generar contrarrelato permanentemente para defender la verdad. Después cada uno decidirá si está a favor o en contra. Pero eso hay que decidirlo con la verdad.

¿Cómo se lleva con la exposición pública? ¿Nunca dudó de comprometerse de esta manera?
No, jamás dudé de mi apoyo. Pero yo el año pasado renuncié a 6 7 8 y no renové el contrato por un mes, porque la exposición pública me sobrepasó y porque en ese momento sentí que no estaba haciendo el programa que a mí me interesaba hacer. Pero después volví porque se convirtió en lo que es ahora: un programa explícito. Desde ese momento yo ya pensaba que había que explicitar posiciones, ser honesto con el lugar desde el que uno estaba hablando. La exposición a nivel perosnal me molesta en el sentido de que no puedo estar de incógnito. Que todos sepan quién soy me molesta mucho. Me siento más vulnerable por eso, pero no por el nivel de compromiso. Ya soy grande.

¿Cómo explica el fenómeno del programa?
Me parece que lo que hizo el programa fue poner en palabras algo que estaba en el aire: los millones de personas que están defendiendo esto tienen derecho a ser reperesentados en los medios de comunicación argentinos. Y sin embargo ese punto de vista no estaba en ninguna parte. Era necesario generar contradiscurso para desnudar los mecanismos de alienación. Porque los grandes medios a lo que están jugando es a alienarnos todo el tiempo. Y me parece que el programa lo hace bien, porque lo hace alguien que sabe hacer televisión. Diego Gvirtz supo convertir un programa de mucho contenido político en un show televisivo y eso hizo que mucha gente que quizá no se hubiera bancado una mesa redonda muy seria con intelectuales hablando, se pueda bancar y disfrute de un programa en el que mechamos debate con ironía y archivo. Y sin decir mentiras. Tenemos una posición política clara pero no mentimos. Lo que dice la gente en el archivo, lo está diciendo esa gente en el archivo. No se saca de contexto. Si Lanata dice que está harto de los 70 y vos pasás un tape en el que hace tres meses decía lo contrario, lo que estás haciendo es poner en valor las palabras del tipo hoy.

¿Cómo vislumbra el año que se viene?
Va a ser muy difícil, obviamente. Y hay que estar muy atentos, a todo. Creo que lo que tendría que pasar es que, aunque sea por caballerosidad, Cobos se vaya de una vez por todas del lugar que no le pertenece. Me parece que sería el mínimo gesto de quien sabe que lo que está haciendo es joder. Ya jodió bastante. Y a una mujer en estas circunstancias no hay que joderla más. Sabe que es profundamente odiado por todos los que votamos esa fórmula. Es un usurpador. Tiene que empezar a competir en buena ley, con ideas y con política. Y Cristina va a tener que construir un Néstor con sus aferctos más cercanos. Y creo que Máximo va a jugar un papel importante ahí. Hace años que el hijo está en política. Además, en estos días, los jóvenes demostraron que son un actor muy importante en la política que se viene.

Como mujer y como periodista dedicada por mucho tiempo a temas de género, ¿qué cosas le reclamaría a la Presidenta que haga?
Ahora como mujer nada. La prioridad es que se rearme y que no tenga miedo. Ella no tiene problemas con el poder y va a saber manejar el lugar que tiene no para salir adelante, sino para seguir adelante

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