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miércoles, 20 de julio de 2011

medios

La cloaca


Deseperados por las ventas, tabloides como News of the World eligieron informar "sobre lo que es interesante para el público"; el morbo se adueñó de sus crónicas y las figuras deportivas estuvieron entre sus víctimas predilectas. Por Ezequiel Fernández Moores

20 de Julio de 2011 - 01:01
Fotos | Sebastián Domenech
Paul Gascoigne rompió con amigos y agravó sus adicciones. Siempre creyó que eran ellos quienes filtraban sus recaídas a la prensa. Ahora sabe que el News of the World (NoW) espiaba su dolor. Que el dominical inglés podía escuchar cada vez que él llamaba pidiendo cocaína, alcohol o antidepresivos. Por eso, cuando lloraba por auxilio encerrado en la habitación de un hotel, los perros de la prensa llegaban antes que cualquier amigo. Tener en la tapa a las ruinas de quien amagó ser el mejor futbolista británico de todos los tiempos ayudó al NoW a vender una media de 2,7 millones de ejemplares por domingo. Si no era Gascoigne, la portada podía tener al capitán del Chelsea John Terry, infiel a su esposa y al equipo porque se acostaba con la novia de un compañero. El fútbol fue algo más que una tapa escandalosa para el hoy cuestionado magnate Rupert Murdoch. Lo convirtió en el rey de la TV de pago. En uno de los hombres más poderosos de Gran Bretaña. Le permitió construir un monopolio sin límites. "Crecer exclusivamente por su propio bien -recordó el escritor Jasper Forde en un último libro-es la filosofía del cáncer".
BSkyB, la TV de pago de Murdoch, convirtió a los futbolistas en celebridades. La tele logró los derechos de la Premier League y recaudó millones de hinchas suscriptores. Y NoW vendió millones de tapas amarillas con la vida privada de los nuevos millonarios del jet set. ¿Recuerdan el escándalo de Terry? ¿Cómo no pensar ahora que el NoW se enteró de su infidelidad gracias a una escucha ilegal? Sean Hore, el periodista extrañamente muerto dos días atrás, contó de qué modo espiaba a David Beckham. Al entonces DT de la selección inglesa, Sven Goran Eriksson, el NoW le tendió una trampa. Disfrazó a sus periodistas de jeques árabes y lo hizo hablar de más. Alex Ferguson, mítico DT de Manchester United, también fue víctima de espionaje, igual tal vez que jugadores como Wayne Rooney, Peter Crouch, Sol Campbell, Alan Shearer y Ryan Giggs, entre otros.
La justicia comprobó el caso de Gordon Taylor, presidente del sindicato de futbolistas, quien calló a cambio de una indemnización millonaria. Poco digno para su cargo, que lo obligaba a desenmascarar a la cloaca. Sí fue digno en cambio el periodista del NoW Matt Driscoll. Se negó a seguir un caso de un control antidoping a Rio Ferdinand después de que un editor puso sobre su mesa el listado de llamadas del teléfono privado del zaguero de Manchester United. Andy Coulson, hasta hace sólo días vocero del premier David Cameron, y entonces voraz editor del NoW, lo presionó junto con otros superiores. Terminó ganándole un juicio al diario de Murdoch.
El NoW, cerrado ahora tras 168 años de vida por el escándalo de escuchas ilegales que mantiene en vilo a Gran Bretaña, era el hermano de The Sun, otro tabloide de Murdoch. Los hinchas de Liverpool declararon un boicot a The Sun en 1989, por el caso Hillsborough. La tragedia del estadio de Sheffield en la que 96 hinchas de Liverpool murieron aplastados. El titular de portada en letras catástrofe "The truth" (La Verdad) acusaba a hinchas de Liverpool de robar dinero, orinar sobre los cadáveres y hasta de abusar sexualmente de una joven muerta. La investigación judicial descubrió que no era cierto. Un célebre editor del Sun, Kelvin MacKenzie, preguntó a Kenny Dalglish, leyenda del Liverpool, qué podía hacerse para frenar la campaña de los hinchas. "En lugar de «La Verdad» deberían poner en letras gigantes «Nosotros mentimos»", aconsejó Dalglish. "No puedo hacer eso", respondió MacKenzie.
Los tabloides, se sabe, tienen larga historia en la prensa británica. Sam Campbell, Duncan Webb y Laurie Manifold hicieron escuela investigando crímenes y mafias económicas en tabloides que vendían hasta 8 millones de ejemplares por día entre la clase obrera. En 1964, una escrupulosa investigación de Manifold en People envió a la cárcel a futbolistas que arreglaban partidos con apostadores. El propio NoW ganó el premio de primicia de 2010 por una investigación de arreglos de partidos de cricket. Pero el "interés público" había perdido la batalla hacía tiempo. Desesperados por las ventas, los tabloides eligieron informar sobre "lo que es interesante para el público". Un día la orgía de Mosley. Otro el campeón mundial de natación Michael Phelps fumando marihuana. Y otro Gascoigne borracho. El morbo se adueñó de sus crónicas. Y millones pagaron para leerlas.
Los métodos usados para lograr información cruzaron la raya desde hace tiempo. No sólo en NoW y en los demás tabloides. Me lo dice un viejo amigo que trabaja en un diario inglés de los considerados "serios". Pagar por información. A criminales, prostitutas, amantes y mayordomos. Y también a detectives hábiles para espiar teléfonos y correos privados. Los daños, a veces, parecían apuntar a algo más que a vender periódicos. Una portada del NoW desnudó hace dos años las nalgas de Max Mosley, golpeadas por prostitutas en una orgía sadomasoquista con tintes supuestamente nazis. Mosley terminó ganándole un juicio al dominical por invasión de privacidad. Pero debió renunciar como presidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA). Al año siguiente, News Corp., la compañía de Murdoch, ofreció millones para comprar el negocio de la Fórmula 1. Desde hace años se sabía que muchas informaciones se obtenían de modo ilegal. El blanco predilecto eran las "celebridades", futbolistas, actores y hasta miembros de la realeza. El límite fue el espionaje al teléfono de una niña de 13 años asesinada por sus captores. "?Hombres inocentes, mujeres y chicos que en sus horas más oscuras, en el momento más vulnerable de sus vidas, con nadie a quien recurrir, descubrieron que sus vidas privadas, sus pérdidas privadas, sus duelos privados, eran tratados como propiedad pública de News International. Sus más privados sentimientos y sus más privadas lágrimas eran compradas y vendidas para ganancias comerciales por News International". Lo dijo el ex premier Gordon Brown, también espiado porque tenía un hijo enfermo.
Un libro, una investigación judicial en curso y cruces públicos por la TV sugieren que también en la Argentina hubo o hay prensa que obtiene información a través de métodos ilegales. Un diario nuevo, acaso copia del Sun, "informó" hace poco sin ningún rubor que el jugador uruguayo Diego Forlán había dejado a su novia "por otro". Otros lo difundieron. Y miles se burlaron del jugador el sábado pasado en la cancha de Colón, de Santa Fe, en plena derrota argentina en la Copa América. "Se hace periodismo basura como se han hecho hipotecas basura", escribió en abril pasado la periodista Irene Lozano en El País. El artículo alertaba no sólo sobre "el triunfo del morbo", sino también sobre la distancia cada vez mayor de la prensa respecto de la gente.
"Relatamos la historia y hemos hecho historia." Arrogante hasta el último día, así se despidió de sus lectores NoW. Lo mismo dice Glenn Beck, uno de los periodistas estrella de Fox News, el canal de Murdoch en Estados Unidos, casa del ultraconservador movimiento del Tea Party, que odia a Barack Obama. NoW ayudó a destrozar familias. Fox News, promotor de guerras, ayudó a destrozar poblaciones. Marina Hyde, columnista de The Guardian, el diario cuya tenaz investigación derrumbó al NoW, sugirió hace unos días que las estrellas populares de la Premier League deberían sumarse a la campaña del actor Hugh Grant para exigir el fin del monopolio Murdoch. "Sería un golpe devastador para la principal máquina de hacer dinero de su imperio", escribió Hyde. BSkyB posee el 80 por ciento de los partidos de la Premier League. Oro en polvo. Pero un lector recordó a Hyde que algunas millonarias figuras de la pelota se han subido gustosas al Truman Show. Y afirmó: "Más que sumarse a una campaña proboicot, algunos jugadores le harían un monumento a Murdoch"

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