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lunes, 22 de junio de 2009

Campaña sucia electoral


























































































































































folklore electoral
¿Sirven de algo los afiches de la "campaña sucia"?
En época de elecciones, las ciudades se cubren de carteles, pero su utilidad es cuestionada. La opinión de los especialistas.
Por Facundo Falduto
Los afiches difamatorios, muchas veces "anónimos", ya son un clásico de la época previa a una elección. Junto a las denuncias judiciales contra algunos candidatos y a los rumores o leyendas urbanas que circulan con dobles intenciones, conforman el panorama de "campaña sucia" que suele enrarecer los comicios. En las últimas semanas aparecieron carteles contra varios candidatos, sean de la oposición, como De Narváez , o del oficialismo, como Nacha Guevara. A medida que se acerca la fecha de las elecciones, las ciudades se inundan de afiches. Y no es sólo en Buenos Aires: aparecen, con mayor o menor repercusión, en todo el país. ¿La campaña sucia afecta el resultado electoral? "Influye, obviamente, pero no es determinante", afirma el publicista Diego Dillenberger, quien dice que este año vio "mucha menos campaña sucia que en otras ocasiones". "En Argentina ese tipo de publicidad no gusta mucho; la gente tiene el ojo bastante entrenado y no le presta atención", sostiene Dillenberger. Como ejemplo, cita las elecciones a jefe de gobierno porteño en 2007: "Ahí había muchísimos afiches, que nunca te los firman, pero era obvio que muchos eran campaña del Gobierno" contra Mauricio Macri. "¿Y ahí quién ganó?", recuerda. "No me parece que sea influyente", coincide el consultor político Carlos Germano. "Una elección está marcada por distintos hitos, puntos de inflexión, y es muy difícil de cuantificar lo determinante o no de estos escenarios de campaña sucia", explica, y agrega que estos ataques no siguen una lógica concreta: "Tienen que ver con intereses concretos de cada candidato, no pasa por el que va perdiendo o ganando". Por el contrario, Dillinberger cree que quien recurre a la campaña sucia suele ser "el que va perdiendo, que está desesperado y no encuentra argumentos". Además, opina que este tipo de propaganda, "donde uno puede tirar la piedra y esconder la mano", intenta -en vano- que el público crea que "no lo hace un político sino uno de sus militantes". "En los últimos años se apela menos a la campaña negativa", que es la que consiste en criticar al otro candidato pero sin descalificarlo, o como explica el publicista, "no lo votes al otro, votame a mí".
Dillenberger, que dirige la Revista Imágen y conduce el programa de TV "La Hora de Maquiavelo", lo adjudica a "la influencia de Jaime Duran Barba, uno de los mayores detractores de la campaña negativa porque, sostiene, siempre salpica un poco al político que la realiza". Romero, por su parte, afirma que el fenómeno de la campaña sucia "es histórico, siempre existió en la Argentina, son temas que están instalados en la cultura política, a nivel municipal, provincial y nacional" y hasta sugiere que también "pasa en distintas partes del mundo". El encuestador Ricardo Rouvier, cree que "es una cuestión de manual" sobre eleccciones. En el caso de la campaña judicial, asegura que "toda denuncia a una persona o a una institución es eficaz si logra alguna respuesta de la realidad, que tiene valor en la medida que se difunde". "Si a fulano lo meten en cana, sirve", explica el encuestador. "Cuando no se produce ningún efecto, o cuando el tema entra en el plano de la justicia, tarda muchisimo y la gente piensa que no va a pasar nada", los ataques no funcionan. "Si usted no puede dar en el blanco en una denuncia, mejor no la haga", advierte a los políticos. Rouvier asegura que las denuncias judiciales en medio de las elecciones "tienen una incidencia mínima" ya que "la gente no las cree" y llega hasta defender al candidato elegido: "le resta importancia, o dice que es un tema de los políticos", explica. "Un ejemplo es Menem, por la cantidad de denuncias que tuvo", propone el encuestador: "En los primeros años, cuando se paró la inflación, la corrupción era un tema insignificante en las encuestas. Después cuando la economía empezó a caer, recién ahí apareció como una de las principales preocupaciones", concluye Rouvier.
(*)Redactor de Perfil.com

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