el fenomeno twitter
Esos 140 caracteres en los que los deportistas se sacan la careta
La red social de microblogging tiene cada vez más jugadores entre sus adeptos. Algunos la usan para contarles a sus fans sobre su vida íntima, otros como confesionario y los más audaces, para criticar a sus propios compañeros. La NBA la limita. Pero el vicio, en muchos casos, es más fuerte.
Por German Beder/Nicolás Castrovillari
En Twitter, Juan Martín del Potro festejó haber quedado cuarto en el ranking por primera vez en su carrera, Thierry Henry se disculpó por la mano que derivó en el gol que le dio la clasificación a Francia para Sudáfrica 2010, Emanuel Ginóbili anunció su paternidad, el ciclista Lance Armstrong criticó a su compañero de equipo Alberto Contador, Ron Artest (alero de los Lakers) publicó su número de celular para que lo llame quien quiera y Kaká saludó a Robinho por su regreso al fútbol brasileño con gol incluido. En Twitter, Andy Murray se mostró preocupado por el rendimiento de sus jugadores en el Fantasy de la liga inglesa (algo así como el Gran DT), Fabricio Oberto puso un programa de radio y Dwight Howard (pivote de los Magic) se fotografió mientras desayunaba, para que el mundo observara los diez platos con diferentes comidas que decoraban su mesa una mañana cualquiera. Para dar constancia de que no era broma, se fotografió una segunda vez, pero ésta con los platos vacíos. En Twitter, el DT Vanderlei Luxemburgo, en ese momento a cargo del Palmeiras, criticó la falta de profesionalismo del delantero Keirrison –estaba siendo negociado al Barcelona– y a los pocos días fue despedido, y Andy Roddick confesó sentirse excitado por la provocativa aparición de su esposa, Brookling Decker, en la tapa de Sport Illustrated. En Twitter, un personaje que se hizo pasar por columnista del Dallas Morning News (y que se autodenominaba Gerry Fraley), predijo la muerte de Chris Henry, jugador de la NFL, y doce horas más tarde Henry apareció muerto en una supuesta disputa doméstica. El caso paralizó a Estados Unidos.
Todo esto y mucho más sucede en Twitter, la red social de moda que cada vez capta más deportistas y que se ha convertido en un fenómeno mundial incontrolable. Tan incontrolable que asusta. El principal anuncio que hizo el COI (Comité Olímpico Internacional) de cara a los Juegos Olímpicos de invierno de Vancouver que empezaron el viernes, fue que los deportistas, gracias a Dios, iban a poder twittear durante su estadía en la cita canadiense. Tema de estado resuelto.
Vicio. Aunque suene absurdo, este servicio de microblogging que tiene menos de cuatro años de vida despierta adicción en sus usuarios. Sobran ejemplos: el tenista estadounidense Justin Gimelstob no pudo controlarse y durante un partido de dobles junto a su compatriota Jesse Levine en el torneo de Newport, posteó. Fue en un descanso del segundo set y gracias a la colaboración de una niña alcanzapelotas. Luego, con la victoria consumada, se fotografió con su compañero y volvió a publicar. Charlie Villanueva, estadounidense de nacimiento, dominicano por adopción, se aisló de sus compañeros y de su entrenador en el entretiempo de un encuentro de la NBA entre Milwaukee Bucks y Boston Celtics, disputado en marzo pasado, y escribió: “En el vestuario, a escondidas para escribir en Twitter. El partido está empatado al descanso. El entrenador quiere más intensidad y tengo que ‘espabilar’”. Fue multado. Es más, la liga censuró, tiempo más tarde, todo tipo de publicación 45 minutos antes y 45 después de cada juego. Increíblemente, y para confirmar esto de las adicciones, otro jugador de los Bucks, el novato Brandon Jennings, quebró la regla y publicó después de un partido. También fue multado. Lo curioso es que muchos no toman dimensión de la popularidad del sitio e ignoran posibles repercusiones. Michael Beasley (alero de Miami Heat), por ejemplo, destruyó a su entrenador después de una derrota de su equipo, ante Portland: “Spoelstra ataca de nuevo. ¿Por qué quitar a Beasley y hacerle las cosas más difíciles a Dwyane (Wade)? ¿Por qué Spo? El necesitaba ayuda para cerrar el juego, ¿y le ponés una losa encima?”. Lo de la losa lo dijo por Udonis Haslem, quien ingresó en su lugar. La polémica desatada casi genera que lo suspendan de la franquicia. “Por mí, que mis jugadores pongan lo que quieran. Yo todavía estoy en el fax. Mando faxes y cartas. Algunas veces mi hija mira mi celular y ve que tengo sin abrir mails de navidades pasadas”, opinó con humor Gregg Popovich, DT de Manu en los Spurs.
El futuro llegó. El crecimiento masivo de Twitter implicó el amanecer de otro fenómeno, crucial en esta historia: el del contacto directo entre el deportista famoso (la red social verifica que las cuentas de personajes populares sean reales para evitar confusiones) y el fan sin ningún tipo de interferencia. El periodismo lo siente: las declaraciones de Beasley, la de Henry, el anuncio de Ginóbili, las fotos de Amstrong en pleno Tour de France o la de Ruben Barrichello al lado de Felipe Massa, a los pocos días del accidente del segundo en Hungría, serían pan caliente para cualquier medio especializado. No es casual que, cada vez más, el sitio sea fuente periodística: las primicias saltan en tiempo real. No es casual que los diarios creen su propia cuenta para brindar un nuevo servicio (@perfilcom es la de PERFIL). En Twitter pasa todo. Y mucho más.
Facebook, esa otra vía para saltear a la prensa
En Twitter los deportistas eligen dar a conocer lo que pasa en su vida o en su carrera, pero también lo hacen en Facebook, la red social por excelencia –el 4 de febrero cumplió 6 años– que cuenta con 350 millones de usuarios en todo el mundo y que facturó 500 millones de dólares en 2009. En ella, Roger Federer les ganó de mano a los paparazzi y publicó la primera foto de sus mellizas; volvió a mostrarlas a principios de año, ante la insistencia de sus seguidores. “Muchos amigos y fans me preguntaron por nuestras chicas, así que acá va esta foto de las vacaciones. ¡La familia Federer les desea en feliz 2010!”, publicó el mejor tenista de la historia. Otro que siguió los pasos del suizo fue Emanuel Ginóbili, quien anunció su paternidad por medio de su perfil en Facebook. Manu, además, tiene integrado Twitter y Facebook, así que todo lo que escriba en una red, aparece en la otra y viceversa.
En Facebook no se tiene seguidores, pero sí fans. Y el que más tiene es el portugués Cristiano Ronaldo, con poco más de 3,4 millones de personas que lo tienen entre sus favoritos, seguido por Federer (3,1) y el nadador Michael Phelps (2,8). Ojo, en algunos casos no son los propios deportistas los que actualizan sus perfiles, muchas veces tienen ayuda de sus asesores.
Esos 140 caracteres en los que los deportistas se sacan la careta
La red social de microblogging tiene cada vez más jugadores entre sus adeptos. Algunos la usan para contarles a sus fans sobre su vida íntima, otros como confesionario y los más audaces, para criticar a sus propios compañeros. La NBA la limita. Pero el vicio, en muchos casos, es más fuerte.
Por German Beder/Nicolás Castrovillari
En Twitter, Juan Martín del Potro festejó haber quedado cuarto en el ranking por primera vez en su carrera, Thierry Henry se disculpó por la mano que derivó en el gol que le dio la clasificación a Francia para Sudáfrica 2010, Emanuel Ginóbili anunció su paternidad, el ciclista Lance Armstrong criticó a su compañero de equipo Alberto Contador, Ron Artest (alero de los Lakers) publicó su número de celular para que lo llame quien quiera y Kaká saludó a Robinho por su regreso al fútbol brasileño con gol incluido. En Twitter, Andy Murray se mostró preocupado por el rendimiento de sus jugadores en el Fantasy de la liga inglesa (algo así como el Gran DT), Fabricio Oberto puso un programa de radio y Dwight Howard (pivote de los Magic) se fotografió mientras desayunaba, para que el mundo observara los diez platos con diferentes comidas que decoraban su mesa una mañana cualquiera. Para dar constancia de que no era broma, se fotografió una segunda vez, pero ésta con los platos vacíos. En Twitter, el DT Vanderlei Luxemburgo, en ese momento a cargo del Palmeiras, criticó la falta de profesionalismo del delantero Keirrison –estaba siendo negociado al Barcelona– y a los pocos días fue despedido, y Andy Roddick confesó sentirse excitado por la provocativa aparición de su esposa, Brookling Decker, en la tapa de Sport Illustrated. En Twitter, un personaje que se hizo pasar por columnista del Dallas Morning News (y que se autodenominaba Gerry Fraley), predijo la muerte de Chris Henry, jugador de la NFL, y doce horas más tarde Henry apareció muerto en una supuesta disputa doméstica. El caso paralizó a Estados Unidos.
Todo esto y mucho más sucede en Twitter, la red social de moda que cada vez capta más deportistas y que se ha convertido en un fenómeno mundial incontrolable. Tan incontrolable que asusta. El principal anuncio que hizo el COI (Comité Olímpico Internacional) de cara a los Juegos Olímpicos de invierno de Vancouver que empezaron el viernes, fue que los deportistas, gracias a Dios, iban a poder twittear durante su estadía en la cita canadiense. Tema de estado resuelto.
Vicio. Aunque suene absurdo, este servicio de microblogging que tiene menos de cuatro años de vida despierta adicción en sus usuarios. Sobran ejemplos: el tenista estadounidense Justin Gimelstob no pudo controlarse y durante un partido de dobles junto a su compatriota Jesse Levine en el torneo de Newport, posteó. Fue en un descanso del segundo set y gracias a la colaboración de una niña alcanzapelotas. Luego, con la victoria consumada, se fotografió con su compañero y volvió a publicar. Charlie Villanueva, estadounidense de nacimiento, dominicano por adopción, se aisló de sus compañeros y de su entrenador en el entretiempo de un encuentro de la NBA entre Milwaukee Bucks y Boston Celtics, disputado en marzo pasado, y escribió: “En el vestuario, a escondidas para escribir en Twitter. El partido está empatado al descanso. El entrenador quiere más intensidad y tengo que ‘espabilar’”. Fue multado. Es más, la liga censuró, tiempo más tarde, todo tipo de publicación 45 minutos antes y 45 después de cada juego. Increíblemente, y para confirmar esto de las adicciones, otro jugador de los Bucks, el novato Brandon Jennings, quebró la regla y publicó después de un partido. También fue multado. Lo curioso es que muchos no toman dimensión de la popularidad del sitio e ignoran posibles repercusiones. Michael Beasley (alero de Miami Heat), por ejemplo, destruyó a su entrenador después de una derrota de su equipo, ante Portland: “Spoelstra ataca de nuevo. ¿Por qué quitar a Beasley y hacerle las cosas más difíciles a Dwyane (Wade)? ¿Por qué Spo? El necesitaba ayuda para cerrar el juego, ¿y le ponés una losa encima?”. Lo de la losa lo dijo por Udonis Haslem, quien ingresó en su lugar. La polémica desatada casi genera que lo suspendan de la franquicia. “Por mí, que mis jugadores pongan lo que quieran. Yo todavía estoy en el fax. Mando faxes y cartas. Algunas veces mi hija mira mi celular y ve que tengo sin abrir mails de navidades pasadas”, opinó con humor Gregg Popovich, DT de Manu en los Spurs.
El futuro llegó. El crecimiento masivo de Twitter implicó el amanecer de otro fenómeno, crucial en esta historia: el del contacto directo entre el deportista famoso (la red social verifica que las cuentas de personajes populares sean reales para evitar confusiones) y el fan sin ningún tipo de interferencia. El periodismo lo siente: las declaraciones de Beasley, la de Henry, el anuncio de Ginóbili, las fotos de Amstrong en pleno Tour de France o la de Ruben Barrichello al lado de Felipe Massa, a los pocos días del accidente del segundo en Hungría, serían pan caliente para cualquier medio especializado. No es casual que, cada vez más, el sitio sea fuente periodística: las primicias saltan en tiempo real. No es casual que los diarios creen su propia cuenta para brindar un nuevo servicio (@perfilcom es la de PERFIL). En Twitter pasa todo. Y mucho más.
Facebook, esa otra vía para saltear a la prensa
En Twitter los deportistas eligen dar a conocer lo que pasa en su vida o en su carrera, pero también lo hacen en Facebook, la red social por excelencia –el 4 de febrero cumplió 6 años– que cuenta con 350 millones de usuarios en todo el mundo y que facturó 500 millones de dólares en 2009. En ella, Roger Federer les ganó de mano a los paparazzi y publicó la primera foto de sus mellizas; volvió a mostrarlas a principios de año, ante la insistencia de sus seguidores. “Muchos amigos y fans me preguntaron por nuestras chicas, así que acá va esta foto de las vacaciones. ¡La familia Federer les desea en feliz 2010!”, publicó el mejor tenista de la historia. Otro que siguió los pasos del suizo fue Emanuel Ginóbili, quien anunció su paternidad por medio de su perfil en Facebook. Manu, además, tiene integrado Twitter y Facebook, así que todo lo que escriba en una red, aparece en la otra y viceversa.
En Facebook no se tiene seguidores, pero sí fans. Y el que más tiene es el portugués Cristiano Ronaldo, con poco más de 3,4 millones de personas que lo tienen entre sus favoritos, seguido por Federer (3,1) y el nadador Michael Phelps (2,8). Ojo, en algunos casos no son los propios deportistas los que actualizan sus perfiles, muchas veces tienen ayuda de sus asesores.
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