MEDIOS: UNA DURA CONFESION ANTE CAMARAS
La BBC y la decisión de emitir el relato de un "asesinato piadoso"
El periodista que mató a su amante con SIDA y los dilemas de la TV
Por: Miguel Wiñazki
Históricamente, la confesión fue auricular y secreta. Quien se consideraba pecador, narraba sus transgresiones ante un clérigo y no se veían mutuamente los rostros. Ray Gosling, el periodista inglés que confesó ante las cámaras de la BBC haber asesinado a su amante que agonizaba de SIDA, invirtió la práctica tradicional -la del catolicismo al menos- y su confesión fue audiovisual y pública. Contó ante todos, ante el mundo y exhibiendo su rostro desde la TV como mató a su amante que yacía sin esperanzas y apuñalado por el sufrimiento físico. La confesión televisiva no es nueva. Las pantallas han sido ya innumerables veces escenificaciones de las transgresiones mas diversas, algunas de ellas horrorosas. Sin embargo, Gosling apuntala un nuevo género: la confesional global. Aquí se plantean dos dilemas simultáneos: por un lado el del derecho a la muerte digna y la eutanasia, y por el otro, el uso de la TV, y el de la decisión mediática de exhibir y difundir la auto ría de lo que prima facie, para la ley, es un asesinato. Pero no se debate aquí la decisión de Gosling de contarlo , sino la de la BBC de exhibirlo.La secuencia del relato de Gosling impresiona. En un cementerio, y en un inglés aristocrático y afín a una buena película de misterio, Gosling camina por entre las tumbas, y va contando , con elegancia y dolor, y también con evidente profesionalismo ante cámaras, como decidió asfixiar con una almohada a su querido, que -de todos modos- ya no tenía horizonte sino el sufrimiento más atroz. La pantalla asume una suerte de "necrospectiva", la necrópolis es el fondo elegido, el escenario, pregnante. Hay una planificación del programa el horror no se exhibe sin optimizar su espectacularidad. El matador confeso, es periodista y y también presentador de la BBC. Es probable que haya aprobado la estética que circunvaló sus palabras tan arduas. La policía arrestó a Gosling.Aunque ya quedó libre bajo fianza. Cabe un interrogante, entre muchos otros: narrar algo por la TV y globalizarlo no implica que el periodista haya dicho la verdad. No habló ante los jueces, sino ante el público, quizás buscando su absolución, o notoriedad, o tal vez para compartir, contándolo, el peso de una decisión terrible . Pero el sólo hecho de abrir el telón de su drama, profundamente conmovedor lo vuelve ipso facto creíble. Da toda la impresión de haber sido un "asesinato piadoso". La muerte, y el relato y la exhibición de la muerte, tienen un efecto hipnótico sobre las audiencias. Cabe verificarlo simplemente chequeando rankings y raitings de las noticias mas vistas y leídas. La necrofilia se enciende rápido entre las muchedumbres . Ray Gosling ya tiende a ser un boom en You Tube, como Susan Boyle aunque por motivos muy disímiles. Su testimonio no genera alegría alguna, quizás sí algo de catarsis para el espectador y ciertamente una profunda melancolía para todos. El show de la melancolía, el del complejísimo dilema que Gosling dijo que tuvo que asumir, ha sido puesto ante los ojos y los oídos del mundo, con toda la probada eficacia y la calidad que la BBC puede aplicar. ¿Está mal?
La BBC y la decisión de emitir el relato de un "asesinato piadoso"
El periodista que mató a su amante con SIDA y los dilemas de la TV
Por: Miguel Wiñazki
Históricamente, la confesión fue auricular y secreta. Quien se consideraba pecador, narraba sus transgresiones ante un clérigo y no se veían mutuamente los rostros. Ray Gosling, el periodista inglés que confesó ante las cámaras de la BBC haber asesinado a su amante que agonizaba de SIDA, invirtió la práctica tradicional -la del catolicismo al menos- y su confesión fue audiovisual y pública. Contó ante todos, ante el mundo y exhibiendo su rostro desde la TV como mató a su amante que yacía sin esperanzas y apuñalado por el sufrimiento físico. La confesión televisiva no es nueva. Las pantallas han sido ya innumerables veces escenificaciones de las transgresiones mas diversas, algunas de ellas horrorosas. Sin embargo, Gosling apuntala un nuevo género: la confesional global. Aquí se plantean dos dilemas simultáneos: por un lado el del derecho a la muerte digna y la eutanasia, y por el otro, el uso de la TV, y el de la decisión mediática de exhibir y difundir la auto ría de lo que prima facie, para la ley, es un asesinato. Pero no se debate aquí la decisión de Gosling de contarlo , sino la de la BBC de exhibirlo.La secuencia del relato de Gosling impresiona. En un cementerio, y en un inglés aristocrático y afín a una buena película de misterio, Gosling camina por entre las tumbas, y va contando , con elegancia y dolor, y también con evidente profesionalismo ante cámaras, como decidió asfixiar con una almohada a su querido, que -de todos modos- ya no tenía horizonte sino el sufrimiento más atroz. La pantalla asume una suerte de "necrospectiva", la necrópolis es el fondo elegido, el escenario, pregnante. Hay una planificación del programa el horror no se exhibe sin optimizar su espectacularidad. El matador confeso, es periodista y y también presentador de la BBC. Es probable que haya aprobado la estética que circunvaló sus palabras tan arduas. La policía arrestó a Gosling.Aunque ya quedó libre bajo fianza. Cabe un interrogante, entre muchos otros: narrar algo por la TV y globalizarlo no implica que el periodista haya dicho la verdad. No habló ante los jueces, sino ante el público, quizás buscando su absolución, o notoriedad, o tal vez para compartir, contándolo, el peso de una decisión terrible . Pero el sólo hecho de abrir el telón de su drama, profundamente conmovedor lo vuelve ipso facto creíble. Da toda la impresión de haber sido un "asesinato piadoso". La muerte, y el relato y la exhibición de la muerte, tienen un efecto hipnótico sobre las audiencias. Cabe verificarlo simplemente chequeando rankings y raitings de las noticias mas vistas y leídas. La necrofilia se enciende rápido entre las muchedumbres . Ray Gosling ya tiende a ser un boom en You Tube, como Susan Boyle aunque por motivos muy disímiles. Su testimonio no genera alegría alguna, quizás sí algo de catarsis para el espectador y ciertamente una profunda melancolía para todos. El show de la melancolía, el del complejísimo dilema que Gosling dijo que tuvo que asumir, ha sido puesto ante los ojos y los oídos del mundo, con toda la probada eficacia y la calidad que la BBC puede aplicar. ¿Está mal?
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