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domingo, 28 de julio de 2013

La epopeya del peronismo en afiches y panfletos

El último libro de Roberto Baschetti recopila cientos de volantes y propaganda política del período 1945/1983, desde la llegada de Perón al poder, los casi diez años en la presidencia y la histórica Resistencia.


  
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 Roberto Baschetti tiene su apellido indefectiblemente asociado a la historia del peronismo. Su nombre aparece en la portada de libros que revisan documentos esenciales de los años de la proscripción, los 18 años de la Resistencia peronista, un período al que el propio Baschetti define como "el hecho épico más importante del pueblo argentino". Baschetti es sociólogo egresado de la UBA: los años lo convirtieron en un historiador especializado en peronismo. Se trata de un investigador infatigable que pasa varios días a la semana en los archivos de la Biblioteca Nacional, donde está a cargo del Departamento de Adquisiciones e Intercambio Bibliotecario. Nacido en una familia de clase media sin carencias, formado por los jesuitas en el Colegio del Salvador (Callao y Tucumán), Baschetti atesora sin embargo un linaje, una prosapia familiar, que lo vincula a la lucha por el retorno de  Perón: su tío, el gremialista Manuel Evaristo Reyno (secretario general de la Unión de Trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles), fue detenido tras el golpe de 1955 y trasladado al penal de Río Gallegos. Compartió cárcel con John William Cooke y con José Espejo (dirigente sindical del gremio de Alimentación, jefe de la CGT entre 1947 y 1952). "Desde chiquito mamé la resistencia contra los gobiernos gorilas de turno", dice Baschetti sin eufemismos.
  La tradición familiar, para el autor de libros como Memoria de los de Abajo, Rodolfo Walsh vivo y Documentos de la Resistencia Peronista (una obra descomunal con varios tomos), se repite de generación en generación. Uno de los hijos de Baschetti, Bruno, competirá como primer candidato a concejal del Frente para la Victoria en el municipio de San Miguel. "Es algo muy importante. Hay nuevas generaciones de pibes que se suman a la política, que actúan, militan, intervienen. El famoso trasvasamiento generacional del que hablaba Perón en su tercer gobierno", comenta el sociólogo e historiador, café mediante, desde una de las mesas del Café del Lector, a metros de la Biblioteca Nacional. 
Este año, tras varios pedidos de allegados que conocen su trabajo, Baschetti acaba de editar un libro imperdible que recopila cientos de volantes, panfletos y afiches del peronismo del período 1945/1983. Se trata de Lo que el viento (no) se llevó, que presentan la editorial Pueblo Heredero y el Instituto Nacional Juan Domingo Perón, cuyo titular es el ex diputado Lorenzo Pepe. El volumen reúne y analiza la historia anónima de un pueblo a través de las creaciones artísticas y políticas más fugaces, como las imágenes y los textos que atestiguaron la llegada de Perón al gobierno, los casi diez años en la presidencia y la violenta revancha de clase que desató el golpe de 1955, más allá de aquella consigna tranquilizadora, que enseguida se demostró falsa, de "ni vencedores ni vencidos". En la realización del libro colaboraron los hermanos Nicolás y Marcos Damin y el politólogo Facundo Carman, uno de los mayores coleccionistas privados de revistas políticas de los '60 y '70 (ver recuadro). Si las imágenes tienen carga dramática, si son capaces de representar sentimientos, ideas, historias, persecuciones, alegrías, tragedias personales, los volantes y afiches de Lo que el viento (no) se llevó tienen una potencia incomparable. Y al mismo tiempo reflejan la enorme diversidad de la iconografía peronista, desde los afiches del peronismo en el gobierno, que buscaban transmitir poder (influencia del monumentalismo que adoptaron desde el fascismo italiano hasta el estadounidense Franklin Delano Roosevelt con su New Deal), los carteles invocando el compromiso (al estilo del realismo socialista de la URSS), hasta los obreros forzudos de Ricardo Carpani, los gauchos federales a pura sangre, sudor y lágrimas de la Jotapé y el gauchito del Mundial 1978 reconvertido en un montonerito con Tacuara, ya con la dictadura en el poder. El libro tiene hallazgos que dialogan con la actualidad: el más elocuente es la solicitada de los artistas de varieté que convocan a votar por Perón para el mandato 1952/1958, interrumpido por el golpe: entre los firmantes aparecen Tato Bores y un tal Julio Piumato, homónimo del actual gremialista de los judiciales.
 
–¿Cómo definiría al libro? ¿Qué significó para usted trabajar con materiales producidos por gente anónima?
–Es una manera distinta de reflejar la historia, otra manera de enfocar ese período histórico: a partir de los volantes y de los panfletos. Porque cualquier persona que militó sabe la importancia que tuvieron esos papelitos, de no más de 20 o 30 centímetros, donde tenías que poner la consigna justa, la palabra justa, agrupar a la gente a través de ese volante. Y salvo en el período que va del '45 al '55, en el que el peronismo estuvo en la legalidad, después siempre el peronismo estuvo en la Resistencia. Los volantes tienen un valor agregado que era todo lo que significaba la clandestinidad. 
–Es un primer punto de llegada para nuevos lectores.
–Perfectamente. Yo creo que sí. Y además le permite al joven, que por su propia educación está más acostumbrado a lo visual, verlo mejor y estudiarlo y sentirse parte.
–Recién mencionó la Resistencia Peronista. Desde cierta interpretación del peronismo, la Resistencia la protagonizaron los sindicatos. Y sólo después llegó la juventud. En algún momento se intentó confrontar a la juventud  con los sindicatos. ¿Ese debate histórico está resuelto? 
–No. Es cierto que con la caída de Perón en el '55, de esa alianza de clases o de sectores de clases que originalmente llevaron a Perón a la primera magistratura, el único sector social que se mantiene fiel al peronismo es la clase trabajadora. Estamos hablando del '55, '56.
–¿La burguesía nacional, no?
–No, la burguesía nacional no lo hace. Los empresarios nacionales se mantienen imparciales o directamente se pasan a la oposición. Pero la lucha no sólo se circunscribe a esa clase trabajadora, que fue el bastión de la Resistencia Peronista, sino que también la lucha se transmite a todos los sectores barriales que obviamente se sienten representados por el peronismo. Y también hay algo muy importante, que es el rol de la mujer. Porque a partir del voto femenino, y con Evita a partir de 1947, y en las elecciones de 1951, la mujer toma un rol muy protagónico y se ve que muchas de esas mujeres tienen participación en la propia Resistencia Peronista. La mujer era muy importante, y lo ves a partir de esos años. Y después, obviamente, los jóvenes que van creciendo se vuelcan al peronismo por la pauperización de la clase media, y a su vez muchos de esos sectores universitarios reconsideran o reconocen la importancia que tiene el peronismo como factor de liberación nacional y social. 
–A la hora de investigar para el libro, ¿qué perlitas encontró?
–Muchos de los papeles, sobre todo los mejor trabajados, tienen que ver con el primer gobierno peronista. Y pueden tener una semejanza con cierta estética monumentalista, pero con una manera de ser propia. Y también se podría hablar del realismo soviético. Todo se dio con una impronta propia y una caracterización de Evita, de Perón, de los logros sociales. Y después ya se pasa directamente al mimeógrafo y a lo artesanal a partir de la caída de Perón en 1955. Y allí sí ves un corte abrupto entre aquello más trabajado, más estético, y esto que se hace como se puede, con un stencil, un papel o directamente escrito con carbonilla. 
–El libro muestra que el fenómeno de que una parte de la comunidad artística se exprese a favor de un gobierno de signo popular no es algo exclusivo de esta época. ¿Hay una continuidad histórica en esto de el peronismo de la primera época?
–Cuando hay un proyecto de gobierno nacional y popular, evidentemente va a haber una divisoria de aguas. Y dentro de esa divisoria de aguas vas a ver a un sector muy importante, de ese campo nacional y popular, que reivindica esas banderas y se asocia en lo que sea la militancia, la lucha y la reivindicación. Eso lo va a poder ver en mi libro. Un caso interesante es el panfleto y volante de los artistas de variedades que apoyan la reelección de Perón para el período presidencial 1952-1958. Allí se pueden encontrar a figuras que después iban a tener un gran predicamento en la televisión, la radio y el cine, como puede ser Tato Bores, que en aquel momento no tuvo ningún problema en apoyar al peronismo y hacerlo sentir con un papel escrito que va a ser recorrido y reconocido por todos sus colegas. 
–El peronismo es un movimiento con diferencias hacia adentro pero una voluntad y vocación de poder inagotable. Y hay momentos en los que se vuelve a discutir la conducción. Es lo que parece estar sucediendo ahora. ¿Cómo lo ve?
–Lo primero que yo diría al respecto, aunque uno no tiene un peronómetro para decir este es más o menos peronista que tal otro, es que una buena manera de visualizar si un gobierno es peronista o no es ver hasta dónde lleva a la práctica las banderas históricas del peronismo: justicia social, independencia económica, soberanía política e integración latinoamericana, que también era uno de los principios que Perón quería llevar adelante en el primer peronismo con el pacto ABC (Argentina-Brasil-Chile). Y  tanto el gobierno de Néstor Kirchner como el de Cristina Fernández llevaron adelante esas tres banderas. A mí me hacen sentir el orgullo de sentirme peronista, algo que obviamente no me pasaba con otros gobiernos anteriores, ni hablemos del menemismo. Y, por otro lado, también hay otros sectores, distintos, que expresan otro tipo de proyectos, y que se reproducen dentro del peronismo: en un momento fue el vandorismo, que trató de pelearle la conducción a Perón al hablar del "peronismo sin Perón", o aquella frase –divertida si no fuera tan trágica– que sostenía: "Hay que estar contra Perón para salvar a Perón." Por otro lado, tenemos a Sergio Massa, que son los famosos neoperonistas, de los que Perón también hablaba, que se ponían la camiseta peronista pero tenían un proyecto propio. Es la figura que tiene el sistema, los medios concentrados de poder, Magnetto, Clarín y La Nación, como la estrategia para enfrentar al peronismo desde el neo-peronismo. «
 
 
De colección 
 
 
De 44 años, furioso hincha de Boca Juniors, politólogo egresado de la UBA, Facundo Carman colecciona revistas políticas del período 1955 y 1976 en su casa de la calle Del Valle Iberlucea desde hace más de 20 años. 
En cuatro ambientes de su vivienda, Carman posee uno de los archivos privados más grandes de la Argentina en materia de publicaciones –políticas, culturales y de interés general– del lapso que va desde 1955 a 1976. 
Para la edición del libro Lo que el viento (no) se llevó, colaboró con Baschetti, de quien es amigo personal, en la selección de los volantes más emblemáticos de la historia del peronismo. 
"El peronismo, para mí, culturalmente nace en los años de la Resistencia Peronista, después de haber sido desplazado del poder. Porque fue en esa época en la que se creó una mística que todavía se puede palpar al revisar las publicaciones de la época", dice Carman que, aparte de su faceta intelectual, es director de la murga Los Amantes de la Boca.  
En 2014, Carman estrenará su primer libro, editado por la Biblioteca Nacional, en el que hace una revisión crítica de todos los diarios y revistas que salieron a la luz entre el golpe de 1955 y el inicio de la dictadura. 

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