UNA GUIA PARA GENERAR UNA COBERTURA PERIODISTICA RESPONSABLE EN CATASTROFES
Entre los lineamientos generales de la guía se incluyen la preparación de los periodistas para afrontar la emergencia de un modo seguro, la necesidad de evitar la magnificación de datos y la espectacularización que pueden incrementar la situación de pánico, la preservación de la propia vida del periodista, la consideración de la información en tanto servicio y el respeto a la intimidad e integridad humana de los afectados.
“Nos parecía que era un buen momento para iniciar la discusión sobre la cobertura de catástrofes y desastres. En el análisis encontramos cuestiones vinculadas con la temática y con las condiciones de trabajo en que los periodistas realizan las coberturas. Se destacó una cobertura esencialmente casuística, con altas dosis de espectacularización, de excesiva dramatización. Se contribuía desde los medios al incremento del caos. Y a su vez observamos cómo muchas veces no se tenían en cuenta las condiciones mínimas de preparación y de primeros auxilios para afrontar una emergencia, y en donde por lo tanto el periodista ponía en riesgo su vida para encontrar una primicia”, explicó Halpern.
Tras las inundaciones que afectaron a La Plata y a la ciudad de Buenos Aires, la Defensoría del Público –un órgano creado por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual para proteger los derechos de los oyentes y televidentes– realizó el análisis de la cobertura desarrollada por los cinco canales de televisión abierta. Se detectó, entre otras cuestiones, una marcada presentación de la voz de los protagonistas y testigos de la catástrofe, frente a una reducida aparición de voces de especialistas; una falta de equipamiento adecuado de los periodistas que transitaban las zonas inundadas; y una preponderancia de relatos e imágenes de alto impacto por sobre la difusión de datos socialmente necesarios para afrontar la emergencia.
“Encontramos, en el monitoreo, un fuerte anclaje en la casuística y una búsqueda permanente de la cobertura amarillenta, musicalizada y con escaso cuidado de la intimidad de las personas. Periodistas poniéndole el micrófono a un persona que acababa de perder todo, inclusive la vida de algún familiar, preguntándole cómo se siente. Después de esta invasión a la vida privada de los damnificados, observamos en el piso una fuerte moralización que poco aportaba, una moralina de sentido común, sin consultar la mayoría de las veces a los especialistas”, sostuvo Halpern.
Para abrir la discusión y profundizar el análisis, la Defensoría del Público organizó un conjunto de mesas de trabajo junto a periodistas, camarógrafos, productores ejecutivos, representantes sindicales y organizaciones sociales, donde se enfatizó la falta de capacitación para periodistas y de protocolos nacionales que orienten el trabajo en estos contextos especiales. De esa instancia, finalmente, surgió una serie de criterios y recomendaciones que conforman la guía en torno de la cobertura periodística en situaciones de emergencia.
Cómo evitar un nuevo desastre
A partir de un monitoreo del trabajo de los medios televisivos en las inundaciones porteñas y de La Plata, la Defensoría del Público elaboró una serie de pautas para que en las coberturas en situaciones de emergencia prime la función social de la información.
La cobertura periodística de las inundaciones de abril pasado en La Plata y en la ciudad de Buenos Aires abrió el debate sobre el desempeño de los medios y los periodistas en situaciones de emergencia. El uso reiterado de imágenes de alto impacto, la dramatización permanente en torno de los damnificados y la falta de capacitación de los periodistas para cubrir catástrofes fueron algunos de los puntos que la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual relevó de las coberturas televisivas de la última inundación. Luego de numerosas reuniones con diferentes trabajadores de medios, sindicatos y asociaciones civiles, la Defensoría del Público presentó una guía de orientación para generar una “cobertura periodística responsable en los desastres y catástrofes”.
“La guía es una caja de herramientas disponible para los trabajadores de medios. La pueden tomar o no, pero ahora está. Antes no existía una herramienta como ésta. Es una invitación a revisar y modificar nuestras prácticas para acompañar un cambio de concepción, en el que prime la función social de la información. Se trata de socializar los saberes. La pretensión es generar una serie de recomendaciones y orientaciones al alcance de los trabajadores de medios para una cobertura responsable de catástrofes y desastres”, explicó Gerardo Halpern, quien estuvo a cargo de la elaboración del escrito, presentado ayer en el anexo de la Cámara de Diputados de la Nación.Entre los lineamientos generales de la guía se incluyen la preparación de los periodistas para afrontar la emergencia de un modo seguro, la necesidad de evitar la magnificación de datos y la espectacularización que pueden incrementar la situación de pánico, la preservación de la propia vida del periodista, la consideración de la información en tanto servicio y el respeto a la intimidad e integridad humana de los afectados.
“Nos parecía que era un buen momento para iniciar la discusión sobre la cobertura de catástrofes y desastres. En el análisis encontramos cuestiones vinculadas con la temática y con las condiciones de trabajo en que los periodistas realizan las coberturas. Se destacó una cobertura esencialmente casuística, con altas dosis de espectacularización, de excesiva dramatización. Se contribuía desde los medios al incremento del caos. Y a su vez observamos cómo muchas veces no se tenían en cuenta las condiciones mínimas de preparación y de primeros auxilios para afrontar una emergencia, y en donde por lo tanto el periodista ponía en riesgo su vida para encontrar una primicia”, explicó Halpern.
Tras las inundaciones que afectaron a La Plata y a la ciudad de Buenos Aires, la Defensoría del Público –un órgano creado por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual para proteger los derechos de los oyentes y televidentes– realizó el análisis de la cobertura desarrollada por los cinco canales de televisión abierta. Se detectó, entre otras cuestiones, una marcada presentación de la voz de los protagonistas y testigos de la catástrofe, frente a una reducida aparición de voces de especialistas; una falta de equipamiento adecuado de los periodistas que transitaban las zonas inundadas; y una preponderancia de relatos e imágenes de alto impacto por sobre la difusión de datos socialmente necesarios para afrontar la emergencia.
“Encontramos, en el monitoreo, un fuerte anclaje en la casuística y una búsqueda permanente de la cobertura amarillenta, musicalizada y con escaso cuidado de la intimidad de las personas. Periodistas poniéndole el micrófono a un persona que acababa de perder todo, inclusive la vida de algún familiar, preguntándole cómo se siente. Después de esta invasión a la vida privada de los damnificados, observamos en el piso una fuerte moralización que poco aportaba, una moralina de sentido común, sin consultar la mayoría de las veces a los especialistas”, sostuvo Halpern.
Para abrir la discusión y profundizar el análisis, la Defensoría del Público organizó un conjunto de mesas de trabajo junto a periodistas, camarógrafos, productores ejecutivos, representantes sindicales y organizaciones sociales, donde se enfatizó la falta de capacitación para periodistas y de protocolos nacionales que orienten el trabajo en estos contextos especiales. De esa instancia, finalmente, surgió una serie de criterios y recomendaciones que conforman la guía en torno de la cobertura periodística en situaciones de emergencia.
El decálogo para tener en cuenta
- Identificar las principales fuentes gubernamentales y no oficiales vinculadas con las situaciones de desastre para establecer una agenda de contactos, procurando pluralidad, diversidad y calidad de información.
- Reclamar los equipos adecuados para las coberturas de un modo seguro: botiquín de primeros auxilios, linternas, equipo de lluvia, equipamiento de transmisión de emergencia, chalecos, mapas con la ubicación de hospitales, centros de emergencia y refugios.
- Centrar la cobertura en información precisa y verificada con fuentes jerarquizadas y fehacientes. Evitar la magnificación de datos porque puede incrementar el pánico y la espectacularidad de la catástrofe. No forzar la cobertura cuando no haya nuevos datos.
- No arriesgar la vida por buscar la primicia. Si la situación se torna peligrosa, ponerse a resguardo y seguir sólo si es seguro.
- Informar sobre las tareas de asistencia a la población: medidas para prevenir riesgos, accidentes, enfermedades y problemas sanitarios; lugares de traslado y refugio; centros de información sobre víctimas; hospitales con recursos para recibir damnificadas/os; elementos que se necesitan y lugares donde acercarlos; números telefónicos de emergencia y asistencia.
- Respeto a la intimidad y la integridad de las/os afectadas/os. No transmitir imágenes de cadáveres o primerísimos planos de damnificadas/os y heridas/os, dado que exponen intimidades, vulnerando derechos, e intensifican el aspecto dramático no informativo del acontecimiento. Considerar a las personas como sujetos de derecho y respetar su dignidad e intimidad al entrevistarlas/os, para no intensificar su estado de shock.
- Reclamar asistencia terapéutica para procesar las emociones de la cobertura y la conmoción por el contacto con historias e imágenes traumáticas.
- Evaluar la cobertura. Procurar la reflexión y el registro de los posibles errores, las dificultades que surgieron, de la interacción con actores de otras áreas de asistencia.
- Instalar el tema en la agenda. Realizar un seguimiento sobre las tareas de reparación que desarrollan las autoridades o sobre su incumplimiento.
- 10 Investigación posterior. Producir informes interdisciplinarios que aborden temáticas de catástrofes. Analizar el origen de la tragedia para contribuir a una mirada integral que sirva luego para la prevención.
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