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domingo, 25 de septiembre de 2011

Explotación sexual infantil

Víctimas del peor delito

Según Unicef, dos millones de niños y adolescentes son explotados en la millonaria industria del comerciosexual en todo el mundo. En Buenos Aires, se habla de al menos 6000 víctimas. Por qué no hay estadísticas. Cómo funciona la omertá que, muchas veces, une en un pacto de silencio a madres, policías y funcionarios
Por Fernanda Sandez | Para LA NACION
Ahí están. Sólo es cuestión de fijarse. Por ahí andan, solos o en grupo, y casi siempre mezclados con adultos. Nenes y nenas. Tienen ocho, once, doce, trece años. A veces más, a veces menos. ¿Son menores? Sí, claro. Esa es la idea: que sean menores, menorísimos, tan menores como se pueda. Hace cuatro meses, con su característica elegancia verbal, Aníbal Fernández se refirió en Radio Nacional al apetito por los "genitales jóvenes, genitales sanos".
Suena a zoncera siniestra, pero, aun sin haber sido probados, casos como los de Fernanda Aguirre, Sofía Herrera o María Cash hacen que sus palabras cobren otro peso, sobre todo porque rozan varias de las cuestiones que se juegan en la explotación sexual de niños y adolescentes: la juventud, que es también la fragilidad (física, social, económica), cierto guiño social a la erotización de la infancia ("¡Pero si es una nena!", decía Francella, y estallaban las risas), y el poder detrás de cada transacción. El caso Candela -una de cuyas líneas de investigación, la trata, aún no ha sido descartada- volvió a poner el tema sobre el tapete, en una sociedad que se recrea con la erotización de la infancia y en donde niñas y jóvenes se desvanecen en el aire.
Aunque repulsiva, la idea de chiquilines trocando sexo por dinero no es nueva. Lo que sin dudas es novedoso es el alcance y hasta la celebración del sexo prepúber.
La antes llamada "prostitución infantil" cambia de nombre (hoy se habla de Explotación Sexual Comercial Infantil, o ESCI), pero no de mañas. Crece a la vista de todos. A la sombra de todos, amparada por una sociedad prostituyente que no sabe, no mira, no ve a sus niños, niñas y adolescentes rotos. La actual multiplicación de opciones de sexo con menores, que va desde "servicios" sexuales y pornografía hasta viajes "pedófilo-friendly", parecería darle la razón. Pero además está lo otro. El dinero en juego. Según Unicef, a nivel mundial, "un número estimado en 2 millones de niños son explotados sexualmente en la multimillonaria industria del comercio sexual".
Para las organizaciones que trabajan en contacto con esta realidad (la fuente más confiable, en definitiva, tratándose de un negocio por definición secreto), la situación a nivel nacional es más que alarmante. Sobre todo porque se calcula que por cada víctima "visible", hay al menos dos más en las sombras. Según Fernando Mao, titular de la Red Nacional Alto al Tráfico, la Trata y la Explotación Sexual Comercial de niños, niñas y adolescentes (RATT), actualmente "sólo en la ciudad de Buenos Aires hay al menos 6000 víctimas de este delito. Pero además existe trata de niñas y adolescentes en la Triple Frontera, con fines de explotación sexual en el turismo. La mayoría proviene de sectores vulnerables de las provincias del Norte, pasa a provincias en las que están los ?centros de ablandamiento' y de ahí va a Córdoba, a la ciudad de Buenos Aires y, en la temporada estival, es vendida a prostíbulos en la costa atlántica".
Estadísticas no hay, no. Pero sí "casos". Nora es uno de esos "casos". Tiene 19 años, una hija de cuatro y algo así como un presente ausente. Hoy nadie -ni siquiera esta cronista- sabe donde está. La razón: se escapó del prostíbulo en el que la explotaron por más de cinco años, en la zona de Constitución, y eso es algo que las redes no perdonan. Sobre todo porque luego de evadirse contó algunas cosas de las que se sabe poco y nada. Por caso, que en el lugar en donde la retenían funcionaba una guardería con los hijos de las cautivas. Niños que, a partir de los cinco años, eran filmados y fotografiados para pornografía infantil.
Hay, también, algunos informes. Entre ellos, La niñez prostituida , de Silvia Chejter, una de las pocas investigaciones de alcance nacional sobre el tema. "La presencia de niños, niñas y adolescentes en circuitos de oferta sexual -escribió Chejter- no puede calificarse ni de aislada ni de poco significativa, sino de habitual. En todas las ciudades en las que se realizó el trabajo de campo, se ha constatado la presencia de niñas y niños prostituidos, directamente a través de entrevistas con ellos mismos, informantes clave, o a través de la existencia de casos judiciales".
Están pues en la calle, pero también ocultos en sitios de encierro donde los precios (y los "juegos") son otros. Están en saunas, privados, y clubes, así como también en insospechables casas "de familia" en donde son explotados por "pequeñas mafias familiares o "de barrio", asegura Laura Musa, Asesora General Tutelar de Menores de la ciudad. Y no, no necesariamente las víctimas son "niños de la calle", como manda el estereotipo. Muchas veces son menores de clase media baja, media y aun alta atrapados por este "negocio" al que las nuevas tecnologías [ver recuadro] le han dado un envión formidable.
Asia en el Riachuelo
El camión para, sube a una nena, vuelve al rato. El auto para, sube un chico, vuelve al rato. Y vuelta a comenzar, hasta que se acaben las nenas, los chicos, los camiones o los autos. Es decir, nunca. De un tiempo a esta parte (y con esa manía de "georeferenciar" lo que en realidad está en todos lados), muchos analistas hablan de La Boca, Soldati y Pompeya como "zonas calientes" de la explotación sexual. "En realidad, este fenómeno se da en cualquier lugar donde haya pobreza, familias desintegradas, problemas habitacionales y chicos sin escolaridad por falta de vacantes. Son muchos los derechos vulnerados cuando se da la explotación", comenta Musa, quien desde el organismo a su cargo realiza una campaña llamada "El silencio es la voz de la explotación sexual infantil", destinada a docentes, personal médico y todos aquellos que puedan alertar sobre situaciones de explotación sexual. ¿La ironía? Que el sueño de una "comunidad alerta" a menudo se estrella contra una realidad inmóvil. "Acá hay dos problemas graves: uno con la policía y otro con la fiscalía", precisa Musa. "Porque vos denunciás pero después la fiscalía no encuentra nada. Y otro nudo problemático en La Boca es la policía. Hace poco, una vecina denunció la posible explotación de dos nenas. Recurrimos a la policía. Armó un operativo enorme y en un horario erróneo. No encontró nada y cerró la causa. A los vecinos les quedó claro que, si denunciás, la policía viene y hace un desastre".
O ni siquiera, pero sí hace la vista gorda y los oídos sordos. No son los únicos, no. Esta cronista intentó en vano contactarse con el responsable de la División Delitos contra Menores, de la Policía Federal. Fueron varios llamados y mails, en busca de una opinión y de estadísticas. "Estadísticas no hay", respondieron. En la Brigada Niñ@s, un móvil que acude ante una denuncia y depende del programa Víctimas contra las Violencias, tampoco hubo respuestas, números, ni voces.
Misiones, tierra roja y sol de soplete. Allí vive la periodista Lisa Barrios, quien investiga el tema en la zona desde hace años y alguna vez escuchó un rumor sobre la explotación sexual de niñas aborígenes. "Llegamos hasta San Ignacio siguiendo el caso de una chiquita que se había escapado de un prostíbulo", cuenta en diálogo con La Nacion. "Y ahí nos enteramos de lo otro. Yo llamé al juez y le pedí intervención en la comunidad. Eso alertó a la banda y nunca pudimos grabarlos con las cámaras, pero que la explotación sexual existe, existe. No es que esto sea parte de un "paquete turístico", sino que por la misma vulnerabilidad de las chicas, pasa lo que pasa", asegura.
Un informe de Unicef de hace seis años, llamado Situación de la Niñez y de la Adolescencia en la Triple Frontera, señala que la explotación sexual "es la actividad de mayor riesgo para niños, niñas y adolescentes, y los estudios diagnósticos de la OIT identificaron cuatro modalidades de explotación sexual en Puerto Iguazú: redes de reclutamiento para prostíbulos, servicios calificados en hoteles, niños y niñas que trabajan en la calle explotados sexualmente y centros de atracción de niños, niñas y adolescentes, como estacionamientos de camiones, bares, confiterías y discotecas. En la Argentina, el programa ?Luz de Infancia' ya ha recibido más de 100 denuncias, 50% de ellas de explotación sexual comercial de niños y adolescentes". Marcelina Antúnez es una señora redonda y sonriente, que encabezó Luz de Infancia por siete años. Fue, también, una señora amenazada. "Me cansé de tener que cambiar de celular. Me llamaban a cualquier hora", recuerda. Es que su tarea incomodó a más de uno. Ya no. "Hace un año no nos renovaron el contrato. El intendente alegó falta de fondos", dice. Pero no se rinde. Su última quijotada: el Proyecto Retazos, a través de cual 25 víctimas de trata confeccionan manteles y sábanas al tiempo que reciben escolaridad, asistencia y contención. Su orgullo: "haber sacado a tres niñas de 11, 14 y 16 años de un prostíbulo de Pablo Podestá. Eran de Iguazú y fueron llevadas hasta ahí por su propia madre. Fueron condenados la madre y el reclutador", dice. Y sonríe.
En Suecia, muy lejos del agobio misionero, está la sede de Save The Children, una ONG según la cual "el llamado turismo sexual es practicado por millones de personas, generalmente provenientes del mundo desarrollado, que viajan a países acosados por la miseria donde encuentran fácilmente a sus víctimas". De los 600 millones de viajeros que se desplazan cada año desde la corbata hacia las bermudas, un 20 % son turistas sexuales, de los cuales un 10% admite tener tendencias pedófilas? y concretarlas. Hablamos aquí de gente que viaja (sí, también a la Argentina) para tener sexo con menores, no importa si en el contexto de un tour de pesca a la Patagonia o "mechado" en un paseo de compras con fondo de Obelisco. Los operadores de calle de la ciudad lo saben de sobra: hay quienes contactan a chicos y chicas para que (a cambio de un par de zapatillas o un MP4) acepten "hacer cosas" con señores que hablan raro.
Lo raro. Lo prohibido. La idea de "lo exótico" mudada del paisaje al sexo. Así, en términos de "exotismo", es como Sara Torres lee el marcado apetito por los genitales jóvenes que tanto intriga al ministro Fernández. "Pese a que la esclavitud sexual es un delito inhumano, parecería ser que, si rinde plata, está bien. Y el sexo con chicos es ?exótico'. Lo curioso es que por un lado se dice ?Con los chicos no', pero la explotación en sí, como es el mejor negocio, sigue viva. Marcar el límite de edad es el mejor modo que se ha encontrado para mantener la industria", analiza. Y recuerda, como muestra, un triste botón: "En la Asociación de Turismo no hubo manera de que se pusiera en los hoteles el cartelito ?Hotel libre de explotación sexual infantil'. La iniciativa no prosperó", se indigna. Pero no es la única, tal vez porque el grueso de los mal llamados "clientes" no son visitantes sino paisanos. "Es principalmente la demanda local, y no la extranjera, la que propicia la explotación sexual de la infancia", afirma un documento de Unicef. La "demanda": padres de familia, "señores de bien", empleados sin llegadas tarde. Ese, aquel, este otro. Los desconocidos de siempre.
Complicidad policial
Andrea Ventura es abogada, está a cargo de la Oficina de Derechos de la Infancia (ODI) en La Boca y también se encrespa frente a lo que ve a diario: ineficiencia y complicidad policial, incapacidad judicial para investigar, primero, y condenar a los prostituyentes, después. "Lo central es que esto es un delito, porque antes de los 18 años el consentimiento no existe. Pero tenés que estar justo en el momento. Demostrar, por ejemplo, que un adulto está por tener relaciones con una menor. Pero, ¿cómo lo hacés, si acá a las nenas las lleva de la mano la mamá? Por eso también este delito tiene muy bajos índices de condena. Está naturalizado", dice con amargura. Y recuerda un caso: hace dos años, un vecino se animó a denunciar a la mamá de cuatro nenas y un nenito. "Nos contó que la madre se llevaba a las chicas de noche abajo del puente, y que además había un desfiladero de hombres entrando a la habitación. Eran nenas de 8 a 16 años. Esto es muy frecuente, y acá en La Boca existen redes de trata y de pedofilia. Hay madres captadas por las redes que, por cuestiones socioeconómicas, terminan entregando a sus hijas", explica. Lo que no se explica es por qué, en sólo cuatro meses, las chicas fueron regresadas a su hogar. "La explotación sexual no se pudo probar porque estas cosas ocurren puertas adentro", agrega Ventura. Y si hay algo que los clientes de esta clase de "servicios" dan por descontado, y agradecen, es la discreción. La omertá. "El hombre mata callando", dice Eduardo Galeano. Los niños rotos saben que no miente.

"LA INFANCIA TIENE PRECIO"

¿Cuál es el precio de la inocencia?". Con esa pregunta en mente, el periodista Mauri König, de la Gazeta do Povo en Curitiba, Brasil, comenzó a investigar la explotación sexual de chicos en la frontera sur de su país. Pero después de haber logrado liberar a una nena de 12 años y hasta ganado un premio por su trabajo, decidió invertir la totalidad de ese dinero en financiar un recorrido aún más vasto. Se lanzó entonces, junto al fotógrafo Albari Rosa, a recorrer también la frontera oeste y algo del norte.
El resultado fue un viaje en auto, avión y barco, de 28.000 kilómetros de largo y muchos más de profundidad hacia el fondo más impresentable de la condición humana. El resultado fue, también, un libro, Infancia al límite, otro premio y tristeza a perpetuidad en los ojos de Mauri, el hombre que parece haberlo visto todo. "Es difícil no terminar shockeado cuando ves a una madre cambiando la virginidad de su hija de once años por un par de zapatos", revela a La Nacion. "O cuando ves a otra madre en Guajará Mirim, en la frontera de Brasil con Bolivia, haciendo entrar a sus dos hijas de 9 y 11 años a un asilo para que tengan sexo con los ancianos a cambio de dinero. Al cabo de ese viaje, llegué a una triste conclusión: la infancia tiene precio, y así lo prueba la explotación de niños en prostitución. Pero es un crimen que no se combate. Todo ocurre en un submundo clandestino y peligroso, dominado por proxenetas, traficantes, políticos y policías corruptos.

CHICA CON ACTITUD, SE BUSCA

Con la llegada de Internet y la proliferación de las redes sociales, hoy la frontera del riesgo se mudó adentro de casa y a menudo se camufla de oferta de trabajo como modelo, bailarina o "promotora" para captar a chicas -casi siempre muy chicas- y, aun así, hambrientas de fama. De hecho, hoy los avisos solicitando "chicas sin experiencia pero con actitud" se reproducen en la red y generan respuestas como éstas: "Hola, tengo 14 pero parezco de 17", "Hola, soy B, tengo 12 años pero muchos me dan 14" o "Soy Antonella, tengo quince, me encantaría ser modelo y. ¡Tengo actitud!". Alguna adjunta una foto, haciendo "hociquito" a la cámara en cada toma.
Así comienza, a veces, todo lo demás, porque la red de redes hace ya tiempo que se ha convertido en una verdadera Disneylandia para los pedófilos.
El 30 de agosto, a una semana de la desaparición de Candela Sol Rodríguez, este diario informaba de la detención de Alberto Enzo Luque. Desde su página de Facebook, Luque habría solicitado nenes y nenas para hacer "desnudos artísticos". Se habló entonces de un "fake", algo así como un perfil inventado para perjudicar a Luque. Algunos días más tarde circuló por la Web un supuesto mensaje de la madre de Candela a Luque (la captura de pantalla aún está colgada en el blog Glitters): "Hola, polaco, ¿cómo estás?", escribe alguien que se identifica como Carola Labrador. "Te escribo porque vi un aviso en tu facebook de fotos artísticas de nenes y nenas. ¿Me podrás decir bien cómo es? Yo tengo una nena de 10 años (casi 11, muy linda) y estoy con problemas de plata, así que quiero saber bien..." Hoy, la cuenta de Facebook de Alberto Enzo Luque está cerrada al público y sólo admite mensajes por correo electrónico. De los "desnudos artísticos" ya no queda nada.

SENSUALIDAD PRECOZ

"Sos muy sexy bailando este reggaeton", diagnosticaba Carmen Barbieri, jurado de "Bailando Kids", el programa emitido por El Trece hace apenas dos años que convocó a chicos de entre 7 y 13 años. "Se vio que hubo perreo, se vio sensualidad", dijo a su turno Laura Fidalgo.
Los especialistas dicen que hay un guiño social a la erotización de la infancia. "La comunicación genera conductas y dice que son aceptables. El abuso de niños hoy está naturalizado en los medios, y por eso yo fui una de las que denunció a 'Bailando Kids' ante el Inadi", dice Sara Torres, directora regional de la Coalición Contra la Trata de Mujeres y Niñas..

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