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lunes, 6 de junio de 2011

MATTHIEU PIGASSE, EL NUEVO DUEñO DEL DIARIO FRANCES LE MONDE

“Nuestro tiempo es el de la libertad de información”

Su propuesta para salvar el tradicional medio francés fue aceptada por los trabajadores, pese a la oposición del presidente Sarkozy. Desde entonces, el empresario Matthieu Pigasse intenta revertir la quiebra a la que se dirigía el diario. Aquí, reflexiona sobre el medio, el nuevo papel de los periodistas en tiempos de Internet y el futuro de los diarios de papel

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Por Ailín Bullentini
–Hace poco que tomó el control económico de Le Monde. ¿Por qué lo compró?
–Es un orgullo y un placer para mí ser dueño de Le Monde. Tengo una pasión enorme por los medios, con lo cual el estar formando parte de uno de los periódicos más importantes del mundo es un gran orgullo. Y también es una gran satisfacción. Confío en los medios de comunicación gráficos. Tanto desde Les Inrockuptibles como desde Le Monde estamos tratando de demostrar que no hay fatalidad en la prensa, en tanto funcionamiento de la prensa en el mundo actual. Desde el relanzamiento de Les Inrockuptibles hemos triplicado la tirada, lo que demuestra que cuando uno responde a una demanda no satisfecha del público, hay lectores que están disponibles a consumirlo. En Le Monde, lo que ocurrió no es demasiado distinto. Cuando se realizó el traspaso de inversionistas, el diario estaba muy cerca de la quiebra. En 2010, los primeros meses de nuestra autoridad, perdió 34 millones de euros, tal como estaba estipulado en nuestro plan. El eje de nuestra estrategia, en donde posamos todas nuestras expectativas, es que la explotación de Le Monde vuelva a ser positiva este año. Es un gran orgullo porque se trata de una marca muy fuerte. Es un gran placer poder estar involucrados en un medio que habla de temas políticos y sociales muy importantes, de actualidad, y desde un tratamiento profundo. También es una gran satisfacción de ver que en la prensa se pueden hacer cosas, desarrollar proyectos y crecer.–Cuando habla de fatalidad, ¿se refiere específicamente a la idea de la muerte de los medios de comunicación gráficos en formato papel?
–Sí. Internet lleva a los medios a repensarse, a poner en cuestión su modelo de negocios y encontrarle otra vuelta. Insisto en el hecho de que el nuevo canal de comunicación no mató a su antecesor. No deberíamos considerar a Internet como una amenaza, sino como una oportunidad para que aquello que existió hasta el momento pueda desarrollarse de manera distinta en los otros canales. Internet es la posibilidad de potenciación.–¿De qué manera puede aprovecharse esa capacidad de potenciar?
–En este momento histórico, al tener a disposición varios canales desde los cuales comunicar, el desafío es preocuparnos por tener una marca muy fuerte con la que poder aprovecharlos de manera complementaria y hacer que se retroalimenten entre sí todos estos canales distintos. Una marca, si quiere ser fuerte, sobrevivir y desarrollarse, tiene que usar todos los soportes de manera distinta, según cada una de sus especificidades. Si hasta ahora el diario contuvo la actualidad más urgente, y la revista más el trabajo en profundidad de los contenidos, habrá que encontrarle la mejor disposición a Internet: analizar las posibilidades que nos brinda como soporte. En Le Monde, por ejemplo, lo que hicimos al tomar las riendas de la empresa fue fusionar los equipos periodísticos de la web y el papel. Hoy son los mismos periodistas los que eligen, según la información que tienen, en dónde ubicarla según su índole e importancia. Es la misma persona que la escribirá de manera distinta.–Utiliza el concepto de marca para hablar de un medio de comunicación. En este caso, ¿el concepto de marca es utilizado de la manera en que se lo usa en cualquier otra empresa?
–Es una respuesta muy personal. Creo que una marca es la ilustración de algo, es la encarnación de una idea en algo concreto. Un diario, o cualquier medio de comunicación en general, no es sólo un espejo de la realidad, no está acá sólo para dar la información tal como la percibe. Si fuera así, no ofrecería ningún interés. Lo que es interesante en el quehacer de un medio de comunicación es el trabajo que se le da a la información, el enfoque, el análisis pertinente. Cada marca de prensa lleva con sí su identidad, su punto de vista. Desde su marca, el medio de comunicación avisa al lector de lo que le va a hablar y cómo lo va a hacer. La marca es importante porque facilita la búsqueda de los lectores. Por ejemplo, la identidad de Les Inrockuptibles está desarrollada a partir de la inquietud permanente, la rebeldía, la forma de hablar de los temas, de elegirlos. Hay un perfil de lector para este medio, y ese consumidor típico no será un señor mayor que vota a la derecha y es conservador. En Le monde, la marca dice cosas diferentes, porque el medio es diferente. Le Monde es una marca institucional, de referencia. En Francia marca la diferencia ya que ofrece, desde la mayor objetividad posible, un contenido elaborado, con fuentes fiables, sin inclinaciones políticas fervientemente marcadas.–¿Es probable que el lidiar con la virtualidad haya presionado económicamente a los dueños de los medios y los haya hecho preocuparse más por el buen funcionamiento del negocio que por la respuesta a sus lectores?
–Puede ser que algunos medios elijan evolucionar el mercado y prioricen cada vez más al anunciante. De hecho, son los anunciantes quienes generan los ingresos de los medios de comunicación gráficos en el modelo de negocios con el que se manejan en la actualidad. Entonces, sucede que en vez de potenciar el contenido, dirigen su línea editorial hacia un potencial anunciante. Es un error, un problema fatal, y una visión cortoplacista del asunto. Se genera un círculo vicioso en el que perdés lectores, y porque perdés lectores, perdés anunciantes, y por ende perdés dinero. Así acabás muriendo. Es muy importante tener en mente que un medio se dirige a lectores, hay que tenerlos en cuenta a ellos antes que a nada. Son ellos lo más preciado que un medio de comunicación tiene, incluso pensando el tema desde el éxito empresarial.–¿Considera que Internet y los nuevos soportes digitales que ofrece afectan la profesión del periodista?
–Claro, la afectan en el ejercicio propio del trabajo de periodista. Porque el gran poder ilusorio que posee Internet es el hacer creer a cualquiera que puede ser periodista. Y entonces cobra notoriedad la impresionante multiplicación de blogs y páginas personales en las que la gente comenta la realidad sin la mínima verificación de la información ni de las fuentes, sin jerarquía entre las informaciones recopiladas y sin análisis. Este fenómeno tiene que llevar a los periodistas de profesión a ser mucho mejores a la hora de seleccionar la información. Los tendría que obligar, con más ahínco, a priorizar los datos que verdaderamente importan, aquellos que son confiables, fiables, y a analizarla. También eso me lleva a pensar que el impacto que provoca Internet en los medios gráficos y en la profesión periodística hará que las personas estén dispuestas a pagar por un contenido que tenga el valor agregado de todo aquello.–¿Qué aporta a Francia y al mundo el enfoque que ofrece Le Monde?
–Le Monde forma parte de un pequeño grupo de medios gráficos muy reconocidos a nivel mundial, como el New York Times de Estados Unidos, El País, de España, The Guardian, de Gran Bretaña. Cada uno representa de cierta forma un país. En ese sentido, entiendo que el diario aporta a la sociedad mundial el enfoque y la postura de Francia frente a lo que sucede. Dentro de ese grupo, la voz de Le Monde es la voz de Francia. A nivel nacional, la cosa cambia. Francia es un país cuyos medios están muy divididos entre izquierda y derecha, de manera muy radicalizada. Le Figaro, a la derecha extrema, es la postura conservadora. Libération nuclea las ideas de izquierda. Le Monde, en cambio, se posiciona en el medio, como para ofrecer al lector un equilibrio entre ambas posiciones. Apunta a un lector que no es partidario fervoroso ni busca ese reflejo en el medio que lo informa. Le Monde prioriza la información y la variedad de la misma. Eso es algo que queremos preservar por encima de todo: el equilibrio al que nos permite llegar el contar con información variada, de diferentes fuentes, de diferentes puntas. Ese equilibrio de información se traduce en equilibrio de lectores.–¿Considera que la existencia y el funcionamiento de Le Monde incomoda a algún sector en Francia?
–Cada medio incomoda a alguien. El tema es de qué manera y en qué aspectos genera esa incomodidad. El objetivo de Les Inrockuptibles, por ejemplo, es incomodar a todos y con todo. Es un medio dedicado a eso, exclusivamente. El quebrar reglas y derribar iconos está en la cadena genética de su identidad. Le Monde es muy distinto ya que molesta desde la libertad con la que se maneja. La meta del diario es decir las cosas tal como el medio las percibe y, si incomoda, pues lo hará igual. A través de este medio salieron a la luz escándalos de corrupción estatal, por ejemplo, a los que Le Monde les dio lugar sin importar las consecuencias. En este sentido se convierte en una herramienta de poder y tal es el detalle que explica la intención de (el presidente de Francia, Nicolas) Sarkozy, de querer intervenir en la elección de los nuevos dueños. El sabe muy bien que es un instrumento de poder muy fuerte.–¿Por qué supone que el equipo de redactores de Le Monde eligió su propuesta para manejar el diario?
–La primera razón es que nuestro proyecto era el más interesante, convincente y sólido a nivel estratégico. Pero también ayudó el hecho de que el presidente de Francia se opusiera a nuestra oferta. Eso tranquilizó a los redactores porque decían que era la mejor garantía de independencia. La combinación de estos dos motivos explica que el 94 por ciento de los redactores se inclinaran por nuestra compra.–¿Qué valor tiene en estos tiempos la información, tanto a nivel nacional como a nivel global?
–Es esencial. La información tiene un valor inmenso en los tiempos actuales. Es completamente esencial porque tiene implicancia directa en la manera que cada persona tiene de comprender su entorno y el mundo. Los medios cambiaron, el mundo cambió. La digitalización de la información y la prioridad, dada a la urgencia y la rapidez, modificaron los parámetros con los que se miden los efectos de la información y, claro, esos propios efectos. Cambiaron la capacidad que tiene la información de generar cosas. El ejemplo más cercano que tenemos son las revoluciones en los países árabes. Y se nota que los gobiernos tienen cada vez más en cuenta a los medios de comunicación para contrarrestar acciones de los pueblos. Amenazados, los gobiernos árabes enviaban mensajes a la gente a través de los medios, a quienes obligaban a difundir aquello. En esos países, los medios adictos a los gobiernos tienen una relación a tal punto simbiótica que, no importa lo que haga el Ejecutivo, a cuántos seres mate, cuánto dinero se robe, su apoyo es indiscutible. Ahí estarán siempre, para servirles de herramientas y de sostén. Así mienten: está todo tranquilo, todo bajo control. Por otro lado, tenemos a la sociedad y sobre todos los jóvenes, que usan las redes sociales para tener otra visión y escapar de la alienación de los medios adictos que no permiten otras voces. En esas revueltas, la información se expandió por otros canales.–¿De qué manera el control sobre la información puesta en circulación por los medios de comunicación impacta en los cambios políticos, tanto en el orden local como mundial?
–El medio es el filtro a través del que la gente recibe la información, se forma, se informa y conforma su opinión. Tan simple como ésa es la razón por la que es imperioso y fundamental, al extremo de que en las democracias modernas exista un abanico de medios que cubra toda línea editorial y posición política. La prensa es un elemento esencial del juego democrático.–Teniendo en cuenta los conceptos de democracia, opinión pública y el poder de la información, utilizados por usted en las respuestas anteriores, ¿qué opina de la información revelada por Wikileaks y de los efectos que provocó, si es que considera que provocó algún efecto?
Tengo mis reservas sobre el tema. A decir verdad, le tengo un poco de miedo a la difusión total y completa de una información que llega. Le temo a la no aplicación de filtro, si es que por filtro entendemos al momento de análisis. Lo que me da miedo es la hipertransparencia en el sentido de que a veces se olvida el principio de responsabilidad de los medios. Es importante dar la información, pero sin perder de vista que hay que ponerla siempre en su contexto y pensar en lo que puede desencadenar su difusión. Está bien difundir los datos revelados por Wikileaks, siempre que se contextualice y se regule la manera en la que se difunden. Se trata de cosas, de datos, de hechos, muy, muy importantes. En este sentido, la dirección del sitio de Internet hizo algo bueno: antes de publicar telegramas por sí solo, los puso a disposición de un pequeño grupo de diarios, a los que les dio tiempo de analizar cada información previa publicación. Dejó a los periodistas hacer su trabajo. Eso fue muy bueno.–En ese marco, ¿qué opinión le merece el tratamiento de la información que se realizó a nivel mundial alrededor del asesinato del líder de Al Qaida, Osama bin Laden?
–Principalmente, y antes que nada, pienso que estamos en un momento histórico en el que todo termina saliendo a la luz. Debido a la multiplicación de las fuentes y a la rapidez con la que se difunde la información, todo, tarde o temprano, se sabe. Para un gobierno es muy contraproducente intentar esconder cosas que, finalmente, saldrán a la luz. En cuanto al trabajo de un medio, esta clase de informaciones de último momento y tan importantes a nivel mundial lo obligan a reaccionar de distinta manera de acuerdo con cada momento. Hay diferentes secuencias. Al principio llega la información y hay que darla tal como llega. En teoría es la oficial, una única fuente. Luego viene el tiempo del análisis, de la comprensión para poder verlo de una forma más profunda. Le Monde tuvo estos dos tiempos. La primera secuencia fue difundir la información. Y luego vino el otro tiempo, en el que pudimos desarrollar un número especial con un tratamiento detenido que nos permitió desplegar un trabajo de investigación y de archivo, de puesta en contexto amplio y detallado.–¿Existen diferentes verdades o existe una sola, abordada desde diferentes perspectivas? ¿Son aquellos que detentan más poder los que acaban imponiendo su verdad?
–Claro que no hay una única verdad. Internet contribuyó y mucho a que se desplante esa idea del mundo. En la red pueden leerse múltiples verdades y acceder a las mismas muy rápidamente, de la misma manera. En ese sentido, considero que si bien el poder demarca verdades, nuestro tiempo es el de la libertad de información. Y vuelvo a lo mismo: internet. A partir del acceso que los ciudadanos a diferentes puntos de vista, a través de internet, cada quien construye su propia opinión. Tal variedad es lo que hay que preservar sobre todo; la existencia de una multiplicidad de espacios para que se pueda tener un pensamiento libre.–¿Siente que tiene una responsabilidad especial por el hecho de ser dueño de un medio de comunicación?
–Sí, definitivamente. Y es una responsabilidad muy pero muy grande. Es la primera motivación que nos llevó, junto con otros inversionistas, a comprar Le Monde. Era un bien común y preciado de toda la sociedad francesa el que estaba en quiebra, a punto de disolverse. Era nuestro deber salvarlo. O por lo menos intentar hacerlo para que siga existiendo. Mi definición de la responsabilidad social que tenemos es asegurar la libertad de pensamiento y la independencia.

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