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miércoles, 12 de agosto de 2009

Todo puede ser posible en la sociedad de consumo


Necesitamos algo para que la gente muera"

Según un informe conocido hoy, la industria tabacalera británica manejó en 1978 la idea de que "fumar era bueno porque el cáncer reducía el número de personas dependientes de la economía".
Ante la inminencia de un cambio en la legislación española que endurezca las actuales limitaciones para fumar en público, el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo develó este estudio -un informe de la asesoría Campbell-Johnson para la Asociación Británica de Tabacaleras (BAT), de hace 30 años-. "El tabaco tiene la función social de limitar el número de personas mayores dependientes que la economía debe mantener". Esta consideración está contenida en un documento para manejar las relaciones públicas que la industria tabacalera británica encargó a finales de 1978, según publica el diario El País de España. El propio autor reconoce que "obviamente" este argumento "no se puede usar públicamente", pero lo desarrolla: "(...) Necesitamos algo para que la gente muera. En sustitución de los efectos de la guerra, la pobreza y el hambre, el cáncer, considerado como la enfermedad de los países ricos, desarrollados, tiene un papel que jugar". En el texto se reconoce el daño que le puede hacer a la industria la asociación del fumar con el cáncer de pulmón. "Este reto médico actuó como una bomba nuclear de efecto duradero" para el sector, admite el informe. Pero aún así, sugiere varias posibilidades para contrarrestar su efecto. Intentar negarlo es "escoger plantear la batalla donde la oposición [al tabaco] es más fuerte", así que habrá que esperar: "Con algún tremendo avance en lo que sabemos de las causas del cáncer o el descubrimiento de un potente inhibidor oncológico, se puede transformar la controversia sobre tabaco y salud", sugiere. Por entonces -recordemos, 1978-, para la industria todavía quedaba una batalla médica que dar: la de los fumadores pasivos, en el "límite de lo creíble". "Se intentó definir como un riesgo sanitario general en lugar de un peligro limitado a ciertos grupos restringidos de población".Para combatir esta mala imagen, el documento sugiere varias líneas. Una de las actuaciones es promover un código de conducta entre los fumadores que, si se siguen, "asegurará que no sean acusados por los no fumadores de que asumen arrogantemente el derecho a contaminar el aire a su alrededor". "Su tono tiene que ser franco y positivo", y uno de sus objetivos debe ser "restaurar la imagen del fumador como una persona extrovertida y sociable, y no el ser el neurótico, apestoso y marginal que pintan los antifumadores".La otra es la creación -"con la bendición de la industria"- de asociaciones de fumadores. El propio texto reconoce que hacer esto es difícil si se quiere que parezca una organización independiente, pero añade una posible línea de actuación: "La protección de la libertad para elegir de todo individuo adulto en cualquier campo (aunque especialmente para fumar)" y "la defensa de los fumadores contra una injusta discriminación o restricción en su disfrute del tabaco". Este es uno de los motivos por los que grupos científicos como el CNPT acusan a las asociaciones profumadores de trabajar en beneficio de la industria. (Infobae) Fuente: SM

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