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miércoles, 6 de mayo de 2009

Epidemia y temor

Diario de una epidemia
En su columna, la vicepresidenta de planning de Draftfcb México se refiere a los cambios –algunos sutiles, otros no tanto- que vienen produciéndose en la sociedad mexicana tras el ingreso de la influenza y, previamente, los efectos de la crisis económica global.
Las crisis nos dejan descubrir aspectos escondidos pero interesantes de nuestra vida. La recesión global ya empezó a generar cambios en el comportamiento de la gente y ahora tenemos (sobre todo en México) la influenza, que aunque ya más controlada, nos ha obligado a readaptar algunas conductas, al menos por unos días.

Son dos realidades (la recesión y la epidemia) que sumadas suenan más al Apocalipsis que otra cosa, pero que también nos ayudan a descubrir matices curiosos y esencialmente humanos de nuestro comportamiento.
Buscamos explicaciones a los acontecimientos difíciles de entender. No faltan las personas que postulan teorías de la conspiración detrás de esta epidemia. Y más allá de que algunas son ciencia ficción, y otras, expresión de posturas personales válidas, muestran algo aun más importante: tenemos que explicar lo que pasa, tenemos que crear marcos de referencia.
Buscando estos marcos, estamos acostumbrados a vincular nuestro tiempo libre y entretenimiento con gasto de dinero. La diversión cuesta, en todos los niveles. Comprar mata el tiempo y genera adrenalina. ¿Qué pasa cuando el dinero empieza a ser más escaso y además, la vida comercial cambia por unos días, debido al control de una epidemia? La gente empieza a explorar otras opciones de entretenimiento, más baratas y fáciles. Hay un redescubrir de opciones que siempre estuvieron allí: los parques, salir a caminar, conversar. Nos adaptamos a todo, asumiendo realidades que en otros momentos no son tan atractivas.
El tiempo se convierte en otro elemento que empezamos a percibir diferente. Al no poder llenarlo haciendo las mismas cosas que hacíamos antes, parece que se alarga. Esto genera muchas emociones, desde paz y regocijo para los más evolucionados, hasta desesperación en otros más terrenales.
No ir a trabajar o a la escuela es el sueño de muchos. ¡Vacaciones! Sin embargo, cuando es obligado por el control de una alerta sanitaria y sin que lo escojamos voluntariamente, fastidia y genera rebeldía sin causa. Llegan el aburrimiento y las ganas de cambiar al mundo.
El hogar se está convirtiendo cada vez más en un refugio. Por lo general, quedarse en casa puede ser aburrido, sobre todo para la gente joven. Ahora tiene que empezar a ser cool: campeonatos de video-juegos, maratón de películas, reparación de muebles, rediseño económico de la casa. Quedarse más en casa trae cambios en las relaciones familiares: pasar más tiempo juntos significa buscar ideas para manejar ese tiempo sin morir en el intento. En México, desde hace tiempo, se habla de las noches en familia, una campaña que busca promover que una vez a la semana, la gente se quede en casa compartiendo con los suyos y enterándose de cómo les va la vida. Hoy no queda otra opción. Así que nos volvemos a adaptar y ahora nos decimos que lo importante es la familia, la salud y estar vivos.
La tendencia que llaman “Generación G” ya empieza a sentirse en el mundo. La generosidad (de ahí la G) se convierte en un valor más protagónico cuando nos enfrentamos al derrumbe de certezas que ha significado la recesión mundial. Empezamos a ver más a nuestros vecinos y familiares y entender el significado de la solidaridad entre pares, ya que los líderes parece que no han sabido guiarnos. Se ha visto como los libros de autoayuda y pensamiento positivo serán una tendencia mas fuerte este año (en edición de bolsillo, más económica, claro).
Y la necesidad de protegerse y preservar la salud también se traduce en percepciones interesantes. Nos urge seguir rituales de limpieza y desinfección para lograr calma y tranquilidad. Los estantes de limpiadores, cloro y desinfectantes se vacían en los supermercados. Aunque algunos de estos rituales realmente no hagan mucho para evitar un contagio, nuestra conducta no es del todo racional. Muchas veces pecamos de creer que lo es, pero no. Ahora nos ponemos un tapabocas (o barbijo) en la cara y otro emocional. Y este último es el más importante, el más necesario.
El ingenio sale a rescatarnos cuando más lo necesitamos. Nada está escrito sobre piedra. Tenemos una capacidad casi infinita de adaptarnos, y eso es maravilloso. Es una fuente inagotable de creatividad y estímulo.

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