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sábado, 14 de marzo de 2009


En la red, hasta la eternidad
Los usuarios de Facebook son "inmortales"
Franco Varise LA NACION

Todo surge de una pregunta: qué ocurre con los perfiles de las redes sociales o los blogs de las personas fallecidas. Pues, nada. Quedan ahí por siempre, con sus fotos, música, comentarios, amigos e incluso con las últimas conversaciones que mantuvieron sus propietarios.
Muchos de esos perfiles aún siguen recibiendo mensajes de amistades como si el fallecido usuario pudierae leerlos y hasta responderlos. Es como inmortalizarse digitalmente o dejar pintado en una pared: "Yo estuve aquí".
El tema provoca cierta polémica y un poco de escozor. No existe en el mundo una legislación por la cual las empresas que prestan el servicio deban dar de baja a una persona fallecida. Tampoco parece posible seguir un procedimiento, porque las firmas deberían recibir una notificación del creador del perfil antes de dejar este mundo. Y la muerte, claro, no avisa.
"No hay ningún tipo de legislación y uno de los problemas es que no sabemos qué hacer en estas circunstancias", dijo Rodrigo Teijeiro, fundador y CEO de Sónico, una red social argentina que tiene 34 millones de usuarios. "Lo estamos experimentando recién ahora y, como siempre, hay dos bandos: quienes dicen que hay que cerrarlos a la primera información de que el usuario falleció y quienes sostienen que no se pueden tocar", agregó.
Estos perfiles de Facebook (50 millones de usuarios), MySpace (250 millones) o Hi5 (50 millones) son una especie de ventana pública que da a un cuarto privado repleto de objetos queridos. Cuando el dueño ya no existe ese ámbito digital no cambia. En caso de deceso ni siquiera hay manera de anunciar el nuevo, cómo decirlo, estatus de la persona que lo creó.
"En poco tiempo va a ser un cementerio virtual. Podría incluirse el deseo de cada persona de desactivarlo o no en caso de muerte en los términos y las condiciones para abrir el perfil, pero la verdad es que muy poca gente le presta atención y podría tener un impacto muy fuerte", dijo Teijeiro ante el nuevo dilema.
Los perfiles de las redes sociales funcionan con una contraseña que sólo conoce el usuario y, por aspectos contractuales, es la única persona que puede desactivarlo. Un padre, por ejemplo, no puede reclamar a Facebook que desconecte el perfil de su hijo. La única manera sería convencer a su hijo de que deje de utilizar la Red. Pero si la persona muere, el tema cobra otro cariz. Ninguna de las redes sociales lleva un registro de decesos de sus usuarios.
En marzo del año pasado falleció Gerardo "Toto" Rotblat, el muy querido percusionista de Los Fabulosos Cadillacs. En MySpace, de todo modos, es como si siguiera con vida. En su perfil todavía aparecen sus fotos, sus composiciones y sus recuerdos. "Donde sea que estés, un gran abrazo", dice uno de los últimos mensajes. O cosas como: "Hoy pasé por acá y te vi, me trajiste recuerdos de tiempos pasados y alegrías". El sitio funciona como un "santuario" de acceso público.
Hay casos diferentes también. La hermana del fallecido periodista británico William Bemister, Stephanie, pidió insistentemente que dieran de baja el perfil de su hermano. La empresa Facebook se negó. En una carta enviada a la organización Consumerist, Stephanie expresó su impotencia e indignación.
Entre el dolor y la seguridad
"El colocó un montón de información personal en su perfil. Cualquiera que haya perdido un ser querido necesita que esa información sea retirada rápidamente por motivos de seguridad y por la enorme pena de tener que tratar con cientos de personas que creen que aún está vivo y a las que hay que informar de su muerte." Ante semejante polémica, Facebook finalmente aceptó retirar el perfil del conocido periodista.
En la Argentina, donde el 53,5 por ciento de las personas que utilizan Internet pertenece a una red social, no se conocen ese tipo de demandas. Pero sí otros casos que convierten el perfil de un ser querido fallecido en una suerte de invitación para participar de una necrópolis virtual. Eva Macchia contó a LA NACION que con su amigo de la infancia, Marcelo, solía relacionarse sólo por medio de Facebook. "Nos mandábamos mensajes y siempre quedaba pendiente la promesa de vernos", cuenta. Pero, sorpresivamente, por una complicación cardíaca su amigo falleció.
"Días después, vi en las actualizaciones de Facebook que muchos amigos y familiares le escribían. La mayoría de los mensajes eran para decirle que lo extrañaban y que no encontraban consuelo", recordó Macchia.
Algunos especialistas sostienen que el número de fallecidos resulta aún muy bajo, porque los jóvenes son quienes más utilizan la Web.
"Los perfiles quedan ahí por siempre. Ya debe haber mucha gente muerta en Facebook y en las otras redes. Podríamos decir que son fantasmas digitales como una manera de definir esta actividad que continúa más allá de nuestras vidas", expresó el especialista en nuevos medios y docente universitario Julián Gallo.
Un estudio mundial de Pew Internet Project indica que las personas de entre 18 y 32 años (nativos digitales o "Y Generation") representan el 30% del total de usuarios de la Web. Le siguen en la franja de aplicaciones los individuos de entre 33 y 44 años, con un 23%, y los de entre 45 y 54 años, con un 22 por ciento.
Los individuos de 55 años o más significan el 24% de todos los usuarios mundiales de la Web.
"Hace cinco años el 80% de los contenidos que había en la Red era de empresas; hoy es al revés: el 80% son subidos por personas. Es probable que el tema de la gente fallecida empiece a discutirse porque, en algún momento, los fantasmas digitales van a ser millones.Como sea, el perfil en una red social puede servir para perpetuarse, pero también puede significar un problema más para los deudos.

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