MEDIOS Y COMUNICACION
24 horas de noticias
Hernán Pajoni hace
una invitación a sospechar sobre lo que vemos y escuchamos en los medios de
comunicación pero, sobre todo, a desconfiar de las maneras de hacer periodismo
que, más que alumbrar, impiden ver.
Por Hernán Pajoni *
Instalar un estado
de sospecha sobre lo que vemos y escuchamos en los medios de comunicación es un
punto de partida necesario y sano. Es también una técnica para pensar sobre lo
que ha hecho de nosotros la tenaz y replicante reiteración durante 24 horas de
noticias de unos acontecimientos transformados en la realidad, que ajena se nos
impone y que luego incorporamos naturalmente a nuestra agenda de preocupaciones
inminentes.
A sangre y fuego
esos acontecimientos postulados como trascendentales se hacen carne en nosotros
los públicos, a fuerza de repetición, como una gota de agua que golpea decenas
de veces en la jornada. Con una programación nunca interrumpida de noticias, la
realidad se queda corta, no le alcanza para abastecer un tiempo y un espacio
desmedidos para contar la actualidad. Entonces, por ejemplo, la misma muerte
violenta ocurre veinte veces al día, y razonablemente expuestos a la muerte, o
a cualquier otro suceso repetido, es posible que sintamos que nos rodea, con su
inminencia.
Roland Barthes,
hace cuarenta años, nos previno sobre el lenguaje, pues en la denominación de
las cosas pesan años de historia, prejuicios y categorías ideológicas que se
nos presentan como naturales, rebosantes de inocencia. Bien, hay que sumarle
entonces que la denominación que predomina es la de los que mandan, que
concentran tanto los recursos económicos como simbólicos.
Hagamos cuentas:
selección de lo que nos debe preocupar; reiteración exasperante de la selección
anterior; y finalmente la forma de su designación, es decir, las palabras que
le dan a esos acontecimientos un sistema explicativo.
Demasiada sospecha,
cerca de la paranoia quizá. Pero hay algo más, cuántos monitores encendidos
“vigilan” el acontecer y devuelven como espejos la sucesión de hechos
insoslayables en bares, salas de espera, peluquerías, vidrieras y demás
espacios de tránsito inevitable, con noticias y más (de las mismas) noticias.
Ajenos a nuestra voluntad de ver, nos persiguen con su verdad, modificando los
modos de consumo hogareño e imponiéndose, enajenando, anulando distancias
críticas que nos permiten ver y luego pensar.
Aquí entonces vale
la pregunta sobre el rol del periodismo en este contexto: ¿Habrá un manual?
¿Habrá disposiciones generales para asignarle una (des o sobre) calificación a
hechos o personas en forma frecuente, sistemática quizá?
En periodismo hay
algunos conceptos teóricos relacionados con la gimnasia, seriada, para
producción de noticias o realidad. Pueden llamarse “rutinas productivas”,
“condiciones institucionales de producción”, y más. Por ejemplo, se llama key
events a los acontecimientos rutilantes de una misma magnitud e interés que
dispara un protocolo de acción incorporado en la cultura organizacional de la
empresa periodística o noticiero. ¿Y el mundo que nos rodea? ¿Y las
prevenciones que debe tomar el discurso que se refiere a ese mundo? En la
investigación científica se llama “vigilancia epistemológica”. Se trata de la
necesaria distancia que debe tomar el investigador frente a su objeto y a la
pertinencia de las herramientas de análisis que utiliza, como para que sus
intereses o sospechas o prejuicios no oscurezcan por completo ese mundo del que
pretende dar cuenta. Una especie de garantía de honestidad, si es que fuera
posible, tal garantía y tal honestidad, pero algo es algo.
En el periodismo
esa distancia no tiene nombre. La objetividad, la neutralidad, la imparcialidad,
etc., son proclamas autocelebratorias, estrategias retóricas de inocencia. La
producción de mensajes en esta profesión, por la propia organización de las
verdades en sociedades de masas, suele imponer su dominio sobre los discursos
públicos, y siempre se presenta un riesgo: el de la pretensión de imponer el
propio interés o “encuadre” sobre los acontecimientos. Más aún: considerar que
esa perspectiva es honesta e independiente. El periodismo independiente es un
gran slogan primero, una trinchera después, y agregaría hoy: una trinchera
autoincriminatoria.
En la profesión
entiendo que se podría ir más allá y postular como principio atravesar los
límites de la propia mirada, o del interés corporativo impuesto, y respetar las
voces que componen un universo siempre más complejo; en honor a la verdad.
* Docente
investigador y magíster en Comunicación.
MEDIOS Y
COMUNICACION
La
investigación en comunicación
Washington Uranga
presenta algunas afirmaciones y testimonios recogidos en el Congreso
Latinoamericano de Investigadores de la Comunicación recientemente realizado en
Montevideo.
Por Washington Uranga
Entre el 9 y el 11
de mayo pasado, Montevideo fue sede del XI Congreso Latinoamericano de
Investigadores de la Comunicación, que sesionó bajo el lema “La investigación
en comunicación en América latina: interdisciplina, pensamiento crítico y
compromiso social”. El encuentro, del que participaron aproximadamente 1200
comunicadores de todo el continente, fue organizado por la Asociación
Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (Alaic) y la Licenciatura
en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de la República. Por el número
de asistentes y la cantidad de trabajos presentados (más de 700), el evento se
convirtió en el más concurrido de cuantos acontecimientos de este tipo se
celebraron hasta el presente en la historia latinoamericana.
Las jornadas se
dividieron entre las conferencias magistrales a cargo de reconocidas
personalidades del ámbito de la investigación en comunicación, como Juan Díaz
Bordenave (Paraguay), Valerio Brittos (Brasil), Divina Frau-Meigs (Francia),
Francisco Sierra (España), Eliseo Colón (Puerto Rico), Carlos Arroyo (Bolivia),
Rossana Reguillo (México) y Hugo Achugar (Uruguay), entre otros, y un total de
dieciséis grupos temáticos, tres grupos de interés y varios talleres.
Hablando en el
Paraninfo de la Universidad de la República en Montevideo, Juan Díaz Bordenave
aseguró que “el capitalismo se está desmoronando y la humanidad está buscando
un modelo que lo sustituya”, pero advirtió que “al capitalismo nunca le faltó
ingenio y astucia y utiliza la comunicación y los comunicadores como
instrumento para continuar en pie”. Por eso, dijo el intelectual paraguayo,
“para un nuevo mundo posible, tenemos que crear otra comunicación posible” y
“volver a lo más simple del ser humano, donde éste vuelva a conectarse consigo
mismo, con la naturaleza, con lo sagrado y con el propio hombre, a través de la
solidaridad y la generosidad”. Y aseguró que “los comunicadores tenemos una
enorme responsabilidad, porque la comunicación es un arma de doble filo y si no
la utilizamos bien, ayudamos a la destrucción del mundo”.
Refiriéndose a la
situación de la juventud en la región, la mexicana Rossana Reguillo dijo que
“es urgente que los gobiernos de la región entiendan que deben invertir
millonariamente en educación y trabajo, porque más del 5 por ciento de la
población latinoamericana no estudia ni trabaja y este asunto se les va a salir
de las manos”. Agregó que hay que entender a los jóvenes como “sujetos
políticos con capacidad de enunciación y de pronunciarse sobre sus propias
problemáticas” y, a partir de ello, “generar espacios para que los jóvenes
puedan gestionar por sí mismos sus necesidades diferentes”. Propuso “elaborar
un macroproyecto a nivel de la región para potenciar todo lo que ya está ahí,
que es muchísimo, como el trabajo autogestivo de los jóvenes en arte, en
política, en expresión, en graffiti, en diversidad sexual, etcétera, porque
existe un conjunto de experiencias dispersas a las que es urgente apoyar y
catapultar”.
César Bolaño
(Brasil), reelecto presidente de Alaic, especialista en economía política de la
comunicación, aseguró que “la comunicación es parte de la economía y la
economía es una estructura de poder”. Dijo también que el problema que
enfrentamos es que “el capitalismo acaba por dominar todas las formas de producción
humana y de relación social; la contradicción del sistema no es solo la
contradicción capital-trabajo. Junto con ella está la contradicción
economía-cultura. Hay una base de la economía sobre la cultura y nosotros
tenemos que construir formas de ‘buena vida’, de relación social y de
solidaridad que no pasen por relaciones de mercado”.Francisco Sierra (España)
sostuvo que “no se genera desarrollo simplemente transfiriendo tecnología”.
Para el investigador europeo, “las tecnologías se producen en el Norte y se
consumen en el Sur y esto habla de concentración de poder y conocimiento y de
dominación cultural”. Porque, agregó, “las tecnologías no son neutrales, son
portadoras de cultura y por ese motivo necesitamos crear nuestras propias
herramientas”, dando como ejemplo el Plan Ceibal, por el cual se entregan
computadoras portátiles a los jóvenes en Uruguay. “La cuestión no es tecnología
sí o tecnología no”, continuó diciendo Sierra, “no es apocalípticos o
integrados, el debate debería ser cómo apropiarnos de ella y qué desarrollos
podemos implementar. Esto pasa por políticas públicas activas de apropiación
comunitaria, de construcción colectiva del conocimiento, de defensa del
software libre y de normas comunes de patrimonio”, propuso.
En el marco del congreso
de Alaic, la Universidad de la República le confirió el doctorado honoris causa
al investigador hispano colombiano Jesús Martín-Barbero que, sin embargo, no
pudo estar presente en Montevideo por razones de salud. El próximo congreso de
investigadores latinoamericanos de la comunicación se celebrará en Lima (Perú)
en el 2014.
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