MEDIOS Y COMUNICACION
Explotan minas
A propósito de los debates sobre megaminería, Sandra
Massoni propone una reflexión acerca de la comunicación en tanto estratégica y
como un dispositivo de inteligibilidad y de interpretación en el marco de la
diversidad.
Por Sandra Massoni *
En Ecuador, en Perú, en Bolivia y también
en Argentina el sistema de medios masivos de comunicación cubre aquí y allá los
múltiples conflictos desatados por el avance de la megaminería en el
continente. La cobertura muestra algunos de los componentes del cómo y por qué
la comunicación en el siglo XXI desborda la dimensión del dato, de aquello que
corresponde a la dimensión informativa de lo comunicacional. La comunicación
actual es decididamente más compleja, por eso mismo es estratégica y se
constituye como un dispositivo. ¿Cómo es esto? Y es que no hay tal registro del
hecho con independencia del observador, tampoco de los actores presentes en la
situación. Ocurre que mientras unos hablan de explotación de recursos naturales
e impacto ambiental, otros hablan de la pachamama. Por eso en el siglo XXI la
comunicación es estratégica como espacio de encuentro de las alteridades
socioculturales –y no lo fue antes–.
Una nota periodística y también una
manifestación de protesta como el corte de una ruta, son actos comunicacionales
que buscan establecer una conversación con el mundo. De allí también que la
investigación y la acción comunicacional en torno de temas ambientales requiera
otras rutinas, otros componentes; ya no sirven los tradicionales si queremos
abordar lo comunicacional y no quedarnos sólo en la imposición de lo
comunicativo.
Como académica participo de la Escuela de
Comunicación Estratégica de Rosario, un núcleo de investigadores y
profesionales que trabaja en torno de la comunicación y los nuevos paradigmas.
Consideramos que el aporte de los comunicadores se diferencia de los de otros
cientistas sociales y de los de otros profesionales en tanto se ocupa del
cambio social conversacional. El comunicador estratégico recorre un
desplazamiento nodal desde lo semiótico a lo simbiótico en tanto todo plan
estratégico requiere incluir en el diseño también a los objetos naturales como
sujetos de derecho: nuestras conversaciones incluyen el agua, el aire, las
montañas...
Nuevas demandas a nuestras competencias
como comunicadores, nuevos desafíos que implican un saber experto en ponerse en
el lugar del otro para poder convocarlo a participar desde su diferencia y no
negando su diferencia. Se necesitan comunicadores ambientales porque es muy
probable que recurso y pachamama mutuamente no puedan escucharse. No hay algo
que el otro no sepa, más bien hay una modalidad actual de vínculo macrosocial
con el problema que resulta incompatible para ambos.
Quienes investigamos en torno de lo
ambiental, trabajamos con estrategias de comunicación como dispositivos de
inteligibilidad (que buscan comprender al otro) y a la vez de interpelación de
lo real en dimensiones múltiples. Buscamos generar sinergias deseables y
posibles para los actores presentes en las situaciones que abordamos. Como dice
Deleuze, los dispositivos son “... máquinas para hacer ver y para hacer
hablar”. Se trata de artificios cuya configuración habilita la visibilidad de
algo que no preexiste, sino que emerge con el dispositivo mismo.
En relación con la profesión del
comunicador social pero también en relación con la ciencia clásica, los
dispositivos afectan a tres categorías centrales del conocimiento científico
del siglo pasado que son la calidad de universal, la originalidad y la verdad.
Así, la utilización de estrategias de comunicación como dispositivos cuestiona
la calidad de universal propia del método científico clásico que aspira a
generar leyes universales. “Lo uno, el todo, lo verdadero, el objeto, el sujeto
no son universales, sino que son procesos singulares de unificación, de
totalización, de verificación, de objetivación, de subjetivación, procesos
inmanentes a un determinado dispositivo.”
Con el diseño de estrategias
comunicacionales se discute a la vez la noción de lo original, en tanto “en
todo dispositivo hay que distinguir lo que somos (lo que ya no somos) y lo que
estamos siendo: la parte de la historia y la parte de lo actual”. De la misma
manera, la estrategia comunicacional no es una fórmula de verdad. Más bien “la
verdad es la realización de las líneas que constituyen el dispositivo”.
No es un plan elaborado para ser aplicado,
sino un conector flexible y especialmente atento a lo situacional en tanto
espacio fluido, que busca reconocer sinergias en un lugar habitado en el que
coexisten las alteridades socioculturales. Es una mirada respetuosa de las
diversidades presentes en la situación que desea transformar, que no se limita
tampoco a lo discursivo sino que intenta hacer cuerpo con el mundo. Que se
vincula más bien con la cuestión de la presencia en cada situación, de aquella
parte del sentido compartido por todos nosotros que hoy explota minas en
Latinoamérica también en las agendas mediáticas.
*Maestría en
Comunicación Estratégica/Especialización en Comunicación Ambiental de la UNR.
MEDIOS Y COMUNICACION
Solidaridad y convergencia
Marta Riskin sostiene que, apoyadas en la llamada
convergencia tecnológica, las corporaciones expresan tolerancia por la
diversidad cultural y la democracia distributiva, pero desalientan el diseño de
productos y limitan la distribución de contenidos.
Pocos años atrás, la publicación de una
foto requería el largo viaje del negativo hasta el destino final de su
procesamiento gráfico. Hoy, el periodista toma la foto y su propia cámara la
envía por Internet inalámbrica, nodos de fibra y la metafórica red de La Nube
hasta cualquier rotativa digital, en las antípodas y a la velocidad de la luz.
En el mundo digital, casi todo puede
transformarse en datos y transportarse a través de la gigantesca urdimbre de
fibras submarinas que entreteje al planeta; una infraestructura instalada por
los mismos grupos que, en los ’90, concentraron los recursos y las
comunicaciones mundiales.
Por aquel entonces, la expansión del
capitalismo neoliberal imponía la interconexión de múltiples tecnologías para
que navegaran las redes económicas, comerciales y financieras. También las
sociales y académicas. Los preparativos tecnológicos e ideológicos no
estuvieron desvinculados de la privatización de las empresas de
telecomunicaciones ni de la desregulación del mercado.
Mientras asistíamos a la reiteración pavloviana
de consignas acerca de la congénita corrupción e ineficiencia local
(supuestamente inexistente en los países centrales) y abiertos al discurso que
proponía la universalidad del conocimiento y la información, se decretaba la
ausencia del Estado y los monopolios internacionales se hacían de la
infraestructura de las redes y los mercados de Latinoamérica.
Hemos olvidado que las categorías de
“Sociedad de la información” y “Sociedad del conocimiento” fueron oportunamente
propagadas desde los grandes centros de difusión de cultura mundial a nuestras
universidades, profesionales y empresarios; y vendidas por los mismos
oligopolios multinacionales que definieron las normas, implantaron las
herramientas y sometieron contenidos y productos de las redes convergentes de
comunicación al, aparente, libre arbitrio del mercado internacional.
La convergencia fue el soporte conceptual
de las herramientas de concentración del poder.
Al presente, sobre la ideología de la
“convergencia tecnológica”, las corporaciones mantienen el control de la cadena
de producción. Tanto de la generación y distribución de contenidos como acerca
de las definiciones técnicas de las terminales –televisor, computadora,
celular, tablet, Ipod– del usuario.
Continúan expresando tolerancia por la
diversidad cultural y la democracia distributiva, pero desalientan el diseño de
productos y limitan la distribución de contenidos orientados a las necesidades
nacionales.
La claridad conceptual permitió al Estado
argentino estimular la distribución de la tecnología hasta convertirla en
solidarias y convergentes políticas públicas. El cambio de rumbo comenzó por el
último eslabón de la cadena, ya que los medios de comunicación son los accesos
más populares en la sociedad de la convergencia; pero el Poliedro Tecnológico
Argentino, cuya semilla debemos, entre otros, a Jorge Sabato, continúa su
crecimiento.
El Poliedro Tecnológico Argentino cuenta
con el marco jurídico de la ley de medios audiovisuales y está constituido por
la Televisión Digital Abierta, que permite acceso gratuito de contenido
audiovisual y digital, Argentina Conectada como columna vertebral de la red de
fibra nacional, la red de terminales educativas de Conectar Igualdad, el Bacua
como reservorio de contenidos y, además, permanece abierto para que se sumen
nuevos recursos, iniciativas y aplicaciones.
Sin embargo, como en un cuadro de
Caravaggio, los avances del nuevo paradigma iluminan oscuridades. Así, mientras
renace el prestigio social del conocimiento, incluido el científico-tecnológico,
la práctica cotidiana sorprende a profesionales, jóvenes o viejos, que
privilegian comodidades e intereses personales a su propia independencia
creativa. O el dominio sobre los recursos soberanos y el diseño de ingeniería
que requieren la incorporación y el aporte de trabajadores, empresarios y
empleados, privados y estatales, con vocación mayoritariamente productiva;
descubre a algunos, intimidados por décadas de desesperanza y sillas rotas.
Frente a quienes dedican ingentes
esfuerzos al beneficio de las mayorías, otros subrayan exclusivamente las
carencias históricas y los innegables, e incluso dramáticos, cambios
pendientes, sin aportar solución alguna.
La cultura de la especulación aún compite
con la cultura de la producción. Habitamos un presente con deudas del pasado,
pero conciencia de memoria.
Si como decía el premio Nobel Ilya
Prigogine, “el futuro es la dirección en la cual aumenta la entropía”, el
desafío de la convergencia solidaria habrá de enunciarse en primera persona,
desde el singular al plural.
* Antropóloga UNR.
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