MEDIOS Y COMUNICACION
Televisión digital y medios populares
A partir de la resolución de la Afsca de llamar a
concurso público para la adjudicación de nuevas licencias para televisión
abierta digital, Pascual Calicchio expone sobre logros y dificultades en la
materia para los medios populares y comunitarios.
Por Pascual Calicchio *
En el mes de junio la
Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual dictó las
resoluciones 685 y 686 que llaman a concurso público para la adjudicación de
licencias para prestar un servicio de comunicación audiovisual de televisión
abierta digital (TDA) en la norma ISDB-T y aprueban los pliegos de bases que
regirán los mismos.
Por primera vez en muchos años se hace un
llamado a licitación de nuevas licencias de TV, 220, de las cuales la mitad
serán otorgadas al sector sin fines de lucro, en sintonía con la ley 26.522. Se
hace sobre la base de utilizar la plataforma estatal de Arsat, por lo cual los
licenciatarios se ahorran el costo de instalación de antenas y transmisores,
pero deben pagar un alquiler mensual de 24.000 pesos a la empresa.
Esta noticia, que en principio debería ser
para festejar, trajo una serie de cuestionamientos y dudas en relación con la
aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Las televisoras
populares que están en funcionamiento (en muchos casos previamente a la ley) y
que tenían expectativas de obtener una licencia se encontraron con obstáculos
difíciles de sortear, por lo que empezaron a juntarse en búsqueda de soluciones
en el Espacio Abierto de Televisoras Populares, Comunitarias y Alternativas.
Entre otras actividades se realizaron
movidas culturales frente al Afsca, proyecciones en la muestra DOCA 2011 y un
debate muy interesante en la carrera de Comunicación de la UBA, con la
participación de un heterogéneo conjunto de participantes que iban de la
izquierda al kirchnerismo, donde estuvieron como panelistas el director de la
carrera, Glenn Postolski; el presidente del Consejo Federal de Comunicación
Audiovisual, Néstor Busso; el profesor Carlos Mangone y representantes de las
televisoras convocantes.
El debate puso en evidencia que todavía
hay mucho por discutir, que la ley abre un camino pero que no hay una sola
forma de recorrerlo, que hay intereses en pugna y que hay que hacer un trabajo
militante, tejer alianzas y poner el debate en la sociedad.
Debate en el que se requiere una gran
dosis de paciencia para articular posiciones, para superar aquellas que no dan
lugar a la posibilidad de cambios porque “está todo bien y no hay que
cuestionar la ley” o “está todo mal y dentro del capitalismo todos son parches”
y poder encontrar soluciones. Tarea ardua pero posible, como lo demostró el
trabajo de la Coalición por una Radiodifusión Democrática cuando elaboró los 21
puntos.
En ese camino hay avances como los
señalados por Postolski al considerar muy positivo las 220 licitaciones y las
53 autorizaciones otorgadas. O que el Estado se haya hecho cargo de la
plataforma de emisión digital evitando a los canales una inversión de miles de
pesos, como remarcó Busso. Pero también hay obstáculos como una burocracia
heredada del viejo Comfer que desconoce “la realidad de los medios comunitarios
y alternativos”, como explicó Natalia Vinelli, de Barricada TV. En el mismo
sentido se expresó Ariel Tcach, de Faro TV: “Hay un fortalecimiento de la
comunicación pública pero no de la comunicación popular”. La principal crítica:
el costo de los pliegos (rondan los 100.000 pesos según la ubicación
geográfica), haciendo prácticamente imposible el acceso a los mismos a las
organizaciones comunitarias.
“Para nosotros los medios alternativos no
son lo mismo que ‘sin fines de lucro’”, dijo Vinelli. Pliegos y precios
diferenciados, subsidios, fondos de fomento, nuevos llamados a licitación para
que los medios ya existentes accedan a una licencia y puedan seguir
transmitiendo en analógico mientras se reconvierten rumbo al apagón analógico
del 2019, fueron algunas de las propuestas que surgieron del debate.
Ecos de este debate parecen haber llegado
a la Afsca: a través de la resolución Nº 1657 reconoció errores y postergó el
llamado a concurso hasta diciembre. Ignacio Cingolani, director nacional de
Planeamiento y Desarrollo de la Afsca, y su presidente, Gabriel Mariotto,
anunciaron nuevos concursos para televisoras de bajo alcance y con pliegos más
económicos, aunque dichos anuncios todavía no se plasmaron en resoluciones
concretas.
Los desafíos no son sólo para el Estado.
Las organizaciones populares también tienen que encontrar su rol en este
camino, desde la creación de nuevas agendas y nuevas estéticas que rompan con
los paradigmas de los medios comerciales y a la vez sean populares, hasta la
búsqueda de fuentes de financiamiento que hagan sustentables sus televisoras
con la mejor calidad y la máxima llegada. Como se dijo en el debate: “La
comunicación popular se hace en la calle”. Se están dando los primeros pasos.
* Docente de Políticas y
Planificación de la Comunicación UBA - UCES @pascualicchio
MEDIOS Y COMUNICACION
Ciencia política y medios de comunicación
Arturo Trinelli enumera algunos de los aportes
específicos que puede hacer la ciencia política al debate sobre los medios y el
papel del periodismo.
Por Arturo Trinelli*
La ciencia política puede
hacer aportes novedosos al debate sobre los medios de comunicación. En primer
lugar, porque es una disciplina que se ocupa del estudio del poder, la forma en
que se genera y retiene y los actores políticos, económicos y sociales que se
lo disputan. En el campo de la comunicación se dirime una cuota importante de
poder simbólico que está en juego permanentemente, más allá de los objetivos
instrumentales de las empresas periodísticas y los intereses específicos que
cada una persiga.
En segundo lugar, la ciencia política se
preocupa por la metamorfosis de la representación política. Y aquí también los
medios desempeñan un papel fundamental. Si se analiza la evolución histórica de
esa representación, se observará que, hasta mediados de los años sesenta –donde
los medios empiezan a penetrar masivamente en los hogares–, la misma se
estructuraba en torno de valores identitarios del partido o el dirigente que
era su principal exponente. En la actualidad, la representación política se
encuentra totalmente influenciada por los medios de comunicación, siendo los
expertos en medios tan importantes para consagrar a un candidato como los
militantes y activistas políticos. Y aunque la política y los medios guardan
una relación de complementariedad en la génesis de la voluntad política, existe
entre ellos tensiones de espacio, tiempo y contenido del discurso inherente a
las diferentes lógicas con las que uno y otro operan. El tiempo en los medios
es veloz y caro, el espacio para la profundización de ideas o desarrollo de
temas suele ser limitado, y la calidad del discurso mediático tiende a
despolitizar los mensajes.
Así, los medios, en especial la
televisión, imponen un tipo de enunciación que banaliza la política, con
periodistas autoconvencidos de su rol de fiscalizadores y tratando de presentar
las debilidades de los políticos, exponiendo sus contradicciones y en muchos
casos forzando estigmatizaciones. En tiempos de una política adecuada a los
horarios y a las necesidades temáticas y productivas de los medios, la visibilidad
termina siendo más importante que la gestión. Por eso, un funcionario puede
aparecer en un canal de TV vestido con indumentaria de rescatista como reflejo
de compromiso e involucramiento con una tragedia que, en verdad, parecería más
una muestra de sobreactuación para deslindar responsabilidades.
Los medios de comunicación vienen
participando activamente en el debate público desde hace mucho tiempo, y no es
actual la oposición entre grandes medios y medios alternativos. Durante la
Argentina finisecular, por ejemplo, los contrastes entre la prensa dominante de
la época y la prensa obrera, rebelde y contestataria fueron muy manifiestos.
Pero a medida que los escenarios políticos y sociales se fueron complejizando,
el periodismo se consolidó como el actor de simplificación imprescindible para
que grandes masas de personas comprendiesen qué ocurría en la sociedad, al
tiempo que la noticia se transformó en mercancía para sostener el desarrollo de
una industria cultural. Con el impulso de nuevas tecnologías y la incorporación
de prácticas económicas extramediáticas, la información empezó a ser un insumo
cada vez más importante para que la actividad periodística comenzara a alejarse
del lugar tradicional como simple mediadora entre el poder político y la opinión
pública, sobre la cual, precisamente, muchas empresas periodísticas actuales
justifican su actividad.
Sin dudas, este proceso ha adquirido mayor
visibilidad en los últimos años. Luego de la crisis del 2001 parecía que los
medios no estaban alcanzados por la debacle económica, social y cultural que
envolvía al conjunto de los actores sociales y políticos. Hasta entonces, las
empresas mediáticas habían conseguido ocultar las nuevas relaciones de
propiedad y alianzas corporativas que habían generado para dar disputa por la
dirección del poder.
Pero la pretensión de los grandes medios
de salir indemnes del juicio público terminó con el kirchnerismo. Tal como
sostiene Philip Kitzberger en un reciente libro compilado por los politólogos
Andrés Malamud y Miguel De Luca (La política en tiempos de los Kirchner,
Eudeba, 2011), además de estar en juego el negocio de la información
propiamente dicha, en la actualidad también se está resolviendo cómo se
estructurará la comunicación política en el futuro. El gran desafío entonces
para las ciencias sociales en general y la ciencia política en particular es
discutir el papel de los medios como agentes de socialización y la capacidad
del Estado para manifestar capacidad regulatoria con imperativos democráticos.
* Politólogo (UBA),
investigador del CLICeT e integrante del Grupo Politólogos en los medios, http://jornadaspoliticaymedios.blogspot.com/
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