MEDIOS Y COMUNICACION
Por la plena aplicación de la ley
Con la firma de su presidenta, Mónica Cohendoz, la
Federación Argentina de Carreras de Comunicación Social (Fadeccos) reclama por
la aplicación plena de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Por Mónica Cohendoz *
La Federación Argentina
de Carreras de Comunicación Social (Fadeccos), asociación que nuclea a
numerosas facultades, escuelas y carreras dictadas en las universidades
argentinas, representando el sentir de miles de docentes, directivos,
estudiantes, egresados e investigadores ligados a ellas, asume nuevamente la
obligación académica y política de hacer pública su posición en reclamo de la
plena aplicación de la Ley Nº 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual.
La sanción de la Ley 26.522 –realizada
luego de un amplio debate social y legislativo hace ya dos años– busca
desmontar las estructuras concentradas de la propiedad de medios, en el
entendimiento de que un alto índice de concentración de esa propiedad pone en
riesgo el ejercicio concreto de la democracia y la necesaria pluralidad de
voces en el concierto de la palabra pública.
Justamente por ese talante democratizador,
los artículos 30 y 161 de esta normativa fueron cuestionados, al punto que una
coalición del poder económico y un sector conservador del poder político logró
suspender su aplicación mediante la interposición de medidas cautelares en
distintas cámaras federales del país. Lo que han obtenido con ello es –en el
primer caso– que se suspendan los trámites para la adjudicación de licencias
para televisión por cable para las cooperativas de servicios públicos; y en el
segundo, que suspenda para algunos grupos multimedia el plazo de adecuación a
la nueva norma con relación al número máximo de licencias permitido.
Sobre este último punto, en junio de 2010,
un grupo de organizaciones sociales, entre las que se cuentan la Asociación
Mundial de Radios Comunitarias (Amarc), el Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS), y además diversas unidades académicas de las universidades
nacionales, sindicatos que reúnen a trabajadores de los medios de comunicación
y organizaciones que nuclean a medios de comunicación comunitarios, presentaron
conjuntamente ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) un Amicus
Curiae en el que se reunieron argumentos para apoyar la aplicación plena de la
Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. En esa línea, finalmente, el 15
de junio de 2010, la CSJN revocó unánimemente la medida cautelar dictada por la
Justicia Federal en Mendoza que suspendía la ley, recomendando además que las
causales de la suspensión fueran resueltas en un plazo “razonable”. Sin
embargo, han pasado 17 meses desde entonces y el escenario no se ha modificado
en este punto.
En razón de ello, Fadeccos enfatiza la
urgencia de lograr una plena e irrestricta aplicación del articulado de la ley,
lo cual incluye definidamente aquellos artículos que se encuentran en litigio,
y además el conjunto de disposiciones que aún resta diseñar en orden a la
reglamentación vigente desde el año 2010.
Finalmente, esta asociación convoca
nuevamente a rechazar enfáticamente las propuestas referidas a la anulación
–total o parcial– de esta ley que ensancha la participación social, así como
también a la modificación de su espíritu democratizador o de las disposiciones
que lo garantizan. En consecuencia, ratifica su compromiso de defender la plena
vigencia de esta norma para enriquecerla desde las prácticas académicas que
desarrollan sus facultades, escuelas y carreras asociadas, y solicita del Poder
Judicial y de todas las instancias que corresponda las inmediatas medidas que
viabilicen el pleno ejercicio de lo decidido legítimamente en el Congreso de la
Nación.
* Presidenta de
Fadeccos.
MEDIOS Y COMUNICACION
La comunicación en sintonía acuífera
Sandra Massoni invita a reflexionar sobre la
comunicación en tanto acción y sentido compartido.
Mi balance periodístico
del 2011 ubica del lado de los logros a algunos de los debates sobre los medios
masivos de comunicación social: el de las agendas ocultas, el del periodismo
militante, el de la patria zocalera. Los argentinos participamos de muchas
formas en esta intrincada travesía nacional, pero juntos conquistamos otro
lugar en el circuito de la producción, la circulación y el consumo de mensajes.
Hemos configurado un sutil descentramiento.
Uno de los componentes más inspiradores de
este recorrido es el darnos cuenta, como lectores de medios, de algunas de las
operaciones del lenguaje sobre lo real. Como comunicadora siempre me interesó
el espacio de la palabra y sus efectos, pero no en el registro de las
significaciones transmitidas, sino en otro dominio, más fluido y que considero
a la vez más imperioso: el de la comunicación en tanto acción y sentido
compartido. Hemos experimentado que lo comunicacional genera resonancias:
ciertas reverberancias colectivas que a veces nos resuenan en el cuerpo y nos
sueltan la lengua, pero que también compone silencios como espacios socialmente
cooperados. Se trata de un interés –como dice Noé Jitrik– por aquello que el
lenguaje hace en otro lado, más acá y más allá de las metáforas de la
dominación, incluso de las del habla y la representación.
Me explico: el debate sobre la Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual nos ha hecho pensar, pero también nos ha
hecho hablar y nos ha hecho hacer y sentir y volver a pensar sobre lo hablado.
En torno de ese núcleo de discusión/acción los argentinos exploramos algunos de
los dispositivos más usuales en la producción de noticias y lo hicimos de la
mano de los especialistas, pero también en las redes sociales y en los bares y
en las cenas con los amigos. Es esta una búsqueda que avanza en la vida
cotidiana de la ciudadanía argentina desde hace apenas poco más de un año y que
resulta enriquecedora en el marco de cualquier gobierno democrático. Ese tipo
de análisis devela los múltiples intentos de la manipulación, enfoca, desmenuza
y expone a los productos mediáticos a partir de exhibir sus argucias mediante
la construcción y deconstrucción de sus operaciones. Desenmascara los
ocultamientos, la mentira, el lobby, la pauta publicitaria, más allá de que
fuera privada y empresaria u oficial.
Los argentinos somos hoy más duchos en
medios y mensajes, pero también somos más duchos en este otro registro de la
comunicación social que se sale de lo comunicativo –los productos de
comunicación– y estamos avanzando del mismo modo sobre lo comunicacional como espacio
y momento del encuentro de las diversidades socioculturales. Se trata de una
consideración más heterogénea, vital, enriquecedora, que habilita en la
comunicación masiva un análisis de cuál es la modalidad del vínculo
sociocultural que el producto está propiciando. Que cualquier diario no es sólo
un componente de la industria cultural, sino que a su vez está situado y puede
ser analizado en múltiples dimensiones: la informativa, la interaccional, la
ideológica, la del encuentro sociocultural.
Los consumidores sabemos que los medios
trafican datos en alguna o en todas estas dimensiones y al hacerlo nos
acompañan en nuestra aventura de computar el mundo cada día, nos empujan a
narrarlo, nos alientan, nos incitan a alimentar una versión particular de la cuestión
que está tratando el artículo o la entrevista y eso es lo que comunica en tanto
nos conecta o nos desconecta con lo real a partir de nuestras acciones.
En esta dirección me gusta pensar que la
comunicación es como el agua: gota y gota hace aguacero y río y mar y nube.
Como el agua, cuando comunico hago crecer y entonces cambio. Transformo y me
transformo. Les propongo por tanto pensar a la comunicación en sintonía
acuífera, como un cauce que genera ambientes ecosistémicos a su paso.
* Directora de la
Maestría en Comunicación Estratégica de la Universidad Nacional de Rosario.
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