MEDIOS Y COMUNICACION
Twitter y la revolución
Las recientes rebeliones populares en el norte de Africa alimentaron la idea de la influencia de los nuevos desarrollos tecnológicos y de las llamadas redes sociales en los procesos políticos. Pascual Calicchio aborda el tema para hacerse nuevas preguntas y ponderar los sentidos de la “participación” digital.
A nadie se le hubiera ocurrido llamar al Che Guevara “radialista” porque se comunicaba con el pueblo cubano a través de Radio Rebelde. Pero si la revolución fuera en la actualidad y el Che tuviera una cuenta de Twitter, los medios no dudarían en llamarlo “El líder twittero”.
Las recientes rebeliones populares en el norte de Africa volvieron a revivir el mito de la “revolución Twitter” como había sucedido en Irán.
Página/12 publicó en octubre pasado un artículo del periodista y sociólogo canadiense Malcom Gladwell, aparecido originalmente en The New Yorker, titulado “La revolución no será twitteada” (Radar, 3/10/2010) quien de alguna manera intenta desarticular este mito planteando la existencia de “lazos fuertes” dados por la relaciones cercanas, de amistad, compañeros de trabajo o universidad, etc. y que en el caso de las rebeliones implican “poner el cuerpo” y “lazos débiles” como los que se generan en Facebook o Twitter, donde basta apretar “me gusta” sobre una buena causa para sentir que se está participando. No viene mal releerla a la luz de los nuevos hechos.
¿Hay participación cuando se escribe un comentario en Facebook, cuando se deja un mensaje en el contestador de una radio o cuando se manda un sms para que vuelva Cristian U a Gran Hermano? ¿Se puede considerar militancia el envío de micromensajes de 140 caracteres sin salir de tu casa?
David D. Kirkpatrick, en The New York Times, relata cómo es la nueva generación de activistas egipcios denominada “generación Facebook”, cuyo exponente más visible quizás haya sido el ejecutivo de Google Wael Ghonim. Si bien puede llegar a decirse que hasta fue fundamental el uso que hicieron de las herramientas informáticas, la organización y el conocimiento entre ellos fue previo, en las universidades, en los puestos de trabajo, en el territorio. Muchos ya estaban organizados en grupos pequeños o no tanto, como la Hermandad Musulmana.
Kirkpatrik relata una acción que demuestra la importancia de los “lazos fuertes” para que una acción comunicativa repercuta: “La noche anterior a la manifestación del Viernes de Furia, el grupo se reunió en casa de El Elaimy, mientras Lofti llevaba a cabo lo que él llama ‘un estudio de campo’. Entre las 18 y las 20, él y un pequeño grupo de amigos caminaron por los estrechos callejones de los barrios de la clase obrera y alentaron a gritos a la gente para que saliera a protestar, con el objetivo de medir el nivel de participación y evaluar el ritmo de marcha de una eventual manifestación por las calles. “Lo gracioso es que cuando terminamos, la gente no se quería ir”, comentó. “Eran 7000 y habían quemado dos patrulleros.” (1) De hecho, la rebelión continuó a pesar de que se cortaron los teléfonos e Internet.
Con la misma lógica muchos se preguntan: ¿por qué en Cuba no pasa lo mismo que en Egipto si también el gobierno lleva 30 años en el poder? En lo que parece ser una gran simplificación en la que ha caído, por ejemplo, la “famosa” bloguera cubana Yoani Sanchez, desconociendo las redes “reales” que se tejen al interior de la isla, al parecer mucho más fuertes que las “virtuales”. De hecho, Yoani es mucho más conocida fuera de Cuba por los detractores de la Revolución que al interior de la misma. Algo similar quizás a lo ocurrido en Irán, donde hay menos de 10.000 usuarios de Twitter y menos de 100 de ellos parecen activos (2), donde la mayoría de los mensajes sobre el tema están en inglés y no en persa, lo que hace suponer que la mayoría de los tweets se hizo desde el exterior.
Las réplicas a estas críticas no se han hecho esperar, sobre todo de los gurúes tech o de activistas (más validas a mi entender) como los de Greenpeace, quienes señalaron: “los lazos débiles” pueden convertirse en “lazos fuertes”. No podemos darnos el lujo de rechazar estos recursos solamente por generar “lazos débiles”. Sería tan estúpido, como rehusar al dinero de un niño que quiere donar sus ahorros por considerarlos “escasos”. Sería insultante, insensible e “irresponsable”.(3)
El debate en torno de estas herramientas de comunicación recién empieza como para ser tajantes en las apreciaciones. Pero quizás, como dice Gladwell en un nuevo artículo referido esta vez a Egipto y que recuerda lo relatado anteriormente por Kirkpatrik: “en la Revolución Francesa la multitud en las calles se hablaba, uno a otro, con ese extraño, todavía hoy largamente desconocido instrumento conocido como voz humana. La gente con un reclamo siempre encontrará formas de comunicarse una con otra. Cómo eligen hacerlo es menos interesante, al final, que por qué fueron impulsados a hacerlo” (4).
* Docente de Políticas y Planificación de la Comunicación UBA - UCES.–
(1) La Nación 11/2/2011
(3) Laura Colombo http://bit.ly/eSsPDW
(4) ¿Egipto necesita Twitter? Malcom Gladwell http://bit.ly/gmrjG9
MEDIOS Y COMUNICACION
Actualizar la formación
Para Ernesto Martinchuk los progresos tecnológicos, unidos a los acontecimientos políticos que implican un cambio cultural, demandan una revisión de los planes de estudio en periodismo.
La “aldea global” fue un término, acuñado por el sociólogo canadiense Marshall McLuhan (1911-1980), para expresar que, debido a la velocidad de las comunicaciones, toda la sociedad humana comenzaría a transformarse y su estilo de vida se volvería similar al de una aldea. Debido al progreso tecnológico, todos los habitantes del planeta empezarían a conocerse unos a otros y a comunicarse de manera instantánea y directa.
Desde el 2003 en nuestro país se está combatiendo la conciencia pastoril y dependiente de la oligarquía terrateniente. Por primera vez en muchos años, la política está por encima de la economía. Están cayendo los valores neoliberales y se debilitan sus instituciones de transmisión de la cultura.
La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (SCA) y el apoyo del Gobierno a los medios públicos y no comerciales están construyendo una pluralidad de voces, frente a la tiranía mediática imperante desde los monopolios comerciales. Los grupos mediáticos, los factores de poder concentrado, junto al aparato de prensa del extranjero, ya no están solos. El renacer de una nueva cultura es producto de la reconstrucción de la conciencia nacional, que surge tras el letargo político producido desde la dictadura de 1976. La revolución cultural en marcha se encarna en acciones del Gobierno como son la Ley SCA, el programa científico y universitario estatal, la promoción del matrimonio igualitario o en la recuperación de la conciencia histórica a partir de la política de derechos humanos, la galería de los Patriotas Latinoamericanos, el contenido de los actos del Bicentenario o en la sanción del feriado recordatorio de la Vuelta de Obligado. A partir de éstas y otras medidas, la revolución cultural va desarmando el programa neoliberal y el contenido de sus instituciones.
Debemos ver a la globalización, más que como una jerarquización de desigualdades, como una verdadera oportunidad para que tenga cabida la sociedad del conocimiento a través del desarrollo de las posibilidades competitivas con lo cual, la educación pasa a tener un protagonismo especial.
La competitividad depende cada vez más del conocimiento y es necesario empezar a definir el papel que puede jugar la globalización educativa, y la integración universitaria a través de la formación, con un nuevo esquema de contenidos, para los futuros periodistas, que desde hace más de 30 años siguen manteniendo los perfiles de formación de universidades norteamericanas.
El temor de hoy es el retorno al neoliberalismo. Es necesario que Cristina Fernández profundice el modelo para no volver atrás en la historia. Por tal motivo, es necesario considerar a la educación como factor principal de integración y cambio en los países del bloque Unasur. Surge la pregunta: ¿Qué necesita aprender el estudiante para lograr su formación y cómo debe aprehenderlo? Necesita transferir lo aprendido, tiene que enfrentar nuevas situaciones y resolverlas. No le sirve una respuesta mecanizada, tiene que crear la respuesta apropiada. Esta conducta no podrá lograrse si no ha sido preparado para percibir la situación en los variados marcos en que puede presentarse, si no ha sido nutrido conforme a sus características específicas y a las de la sociedad a la que pertenece. Hay que superar paradigmas obsoletos, para que el estudiante sea una persona con sólidos principios morales y colabore activamente en la búsqueda de soluciones a los conflictos individuales y sociales existentes. Para generar soluciones para la región y para su país.
No existen tecnologías ni sistemas superiores a las aptitudes de los que las utilizan y las posibilidades de aplicación de las tecnologías digitales de información no dependen de variables tecnológicas, sino humanas y culturales. En el periodismo, las tecnologías digitales se manifiestan en la dinámica de la construcción de la noticia, donde la mayor necesidad en términos de formación es aprender a contar historias en video, donde la narrativa está dominada por el texto, y la fotografía.
Muchas universidades siguen preparando a los futuros periodistas para los medios analógicos. Para abordar el tema han creado una asignatura con el nombre de “periodismo digital”, cuyos contenidos no ocultan su baja calidad. Hasta el momento, no existe un replanteamiento total de los programas, a la luz de esta nueva realidad, que contemple los ejes periodísticos, digitales y de gestión, teniendo en cuenta que Internet representará la opción laboral para miles de egresados que no han sido capacitados para crear emprendimientos. Difícilmente haya otra actividad en la que la palabra globalización tenga tanto significado como en el periodismo digital. Ante la nueva Ley de SCA, es necesario redefinir el perfil del nuevo periodista y de quienes quieran generar contenidos para la web.
* Periodista. Docente de la Escuela de Periodismo Círculo de la Prensa
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