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jueves, 1 de julio de 2010

ARGENTINA EL PANORAMA ES PESIMISTA A FUTURO, SEGÚN EL ESPECIALISTA
Eduardo Hornos Barberis: de la mente a las marcas
El médico especialista en neurología y presidente del Instituto Practicum de Madrid fue invitado por la AAM a disertar sobre la forma en que la ciencia medicinal y el marketing pueden imbricarse.
Entre las nuevas tendencias que se avecinan en el marketing, la neurociencia es una de las principales herramientas que se están barajando para llegar a los consumidores. En este sentido, Eduardo Hornos Barberis, médico especialista en neurología y presidente del Instituto Practicum de Madrid, admitió un cierto descolocamiento al descubrirse rodeado de especialistas en marketing y publicidad. “No sé de qué manera van a utilizar esto… Dios me ampare de que me entere de que con lo que les digo le van a vender caramelos pasados a nenes”, bromeó despertando las risas de todo el auditorio.
El especialista, invitado por la Asociación Argentina de Marketing, comenzó su disertación con una amplia explicación sobre evolución, ciencia y tecnología, y claramente, biología. “Tenemos una primera base biológica, después fisiológica y recién después las emociones. Todo eso crea los elementos más complejos: los sentimientos”. Imbricado en todo eso, las personas son producto de dos programaciones: la genética y la social. “Como producto de eso, en los seres humanos se da una distancia entre el estímulo recibido desde afuera y la respuesta que uno da, que sólo se da en nuestra especie y en ningúna más”.
Otra característica única del hombre, que es donde más pueden aprovechar las marcas para enviar un mensaje, es en el hecho comprobado neurológicamente de que “el hombre no puede vivir sin un proyecto. La mente no está diseñada para soportar la idea del vacío”. Por todo eso, el especialista considera que los temas de este siglo son dos: el deseo y la conciencia.
Hablando concretamente de la forma de encarar una estrategia, Hornos Barberis dio un par de consejos: “En primer lugar, los precios crean los precios. La oferta y la demanda no existe. Se asocia automáticamente que si cuesta mucho es valioso, y sino no lo es. Así, la mayoría de las elucubraciones parten de supuestos, no de evidencias. Por todo esto, no es conveniente bajar los precios, ya que se asocia con algo malo”. Para evitar esto, el especialista se ampara de otra característica que se devela de la mente: las personas no saben lo que quieren si lo piensan en abstracto. “Se necesita comparar todo el tiempo. Entonces, para dar a elegir entre un producto A o B, todas las estadísticas muestran que hay que dar un señuelo, un A’ que sea degradada de la original. Con ese señuelo, la gente se vincula a A”.
“Si el marketing es el intercambio de valores percibidos, debe tenerse presente que el ser humano se mueve por tres necesidades básicas: conocimiento, pertenencia y afirmación del yo”, explicó. Acto seguido, una pálida demoledora: “Lamento comunicarles que estamos en vía a una sociedad patológicamente depresiva. Hacia el 2020, esa será la segunda causa de discapacidad en el mundo, y llegará al primer lugar para el 2030”. Con esta premisa, deslizó un consejo para los presentes: “Ahora las marcas hablan mucho de fidelización. Eso ya lo inventó la naturaleza: ese proceso se da donde uno siente afecto y capacidad de crecimiento. Como la depresión es sociocultural, las personas no se sienten motivadas como especie, no hay un proyecto colectivo. Ahí es donde el marketing puede hacer un buen movimiento y crear confianza, energía vital”.

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