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jueves, 6 de agosto de 2009

sociedad de consumo, hasta la muerte


CRECEN EN INTERNET LOS SERVICIOS DE MAILS POST MORTEM
El último adiós puede llegar en un mail enviado desde el más allá
Los clientes pagan una suma para que sus seres queridos reciban su saludo luego de su muerte.
Por:
Marcelo A. Moreno
El genial Mark Twain alguna vez desmintió: "Las noticias sobre mi muerte estimo que han sido exageradas". Pero los años de Twain -siglo XIX- vivieron asombrados por los prodigios del ferrocarril y las máquinas a vapor. En cambio hoy es posible recibir perfectamente el saludo afectuoso de alguien que ya ha muerto.Desde hace un tiempo se promocionan en Internet servicios de mails póstumos. El último apareció en Irlanda y se denomina, justamente, Club de los Ultimos Mensajes. Por una bonita suma, se puede disponer de un centenar de mails que serán enviados por la empresa a partir del deceso del cliente. Ni lento ni perezoso un argentino, ya creó el servicio "Mis últimas palabras".No será la inmortalidad, pero así es posible, por ejemplo, hacerse presente el día del Amigo cada año, luego de haber dejado de trajinar sobre esta tierra. Con foto y video, si se quiere.También es posible confesar aquello que resultó tan áspero de comentar en vida. Edgar Lee Masters en su magnífica "Antología de Spoon River" hace hablar a aquellos que están bajo las lápidas. Un juez de distrito se acusa: "Hasta Hod Putt, el asesino/ ahorcado por sentencia mía/ era de alma inocente comparado conmigo." O Sarah Brown, que le pide a su amante: "Ve a ver al bueno de mi marido, /que rumia lo que él llama nuestro amor culpable/ y dile que mi amor por ti, no menos que mi amor por él,/ forjaron mi destino, que a través de la carne/ gané el espíritu, y a través del espíritu, la paz./ En el cielo no existe el matrimonio,/ pero existe el amor." Bueno, cosas tan complicadas de explicar como ésas, se pueden enviar post mortem a través del servicio.Uno de los problemas que nos plantea el pasmoso universo virtual es que ese cosmos intangible parece tutearse con la eternidad. Por eso hace poco una familia debió llegar a un juicio contra una red social para que suprimiera la página de uno de sus miembros, que había muerto hacía rato y seguía sonriendo desde las fotos y recibiendo mensajes como si tal.Si quiero puedo programar hoy mismo una entrada a mi blog de Clarín. com y fecharlo para el 6 de agosto de 2044. Sólo que la gripe A, un automovilista distraído, una sofisticada falla mecánica en un avión o esa cosa, sea lo que fuere, que tendemos a llamar destino seguramente ya se habrán encargado de expulsarme del Reino de Este Mundo.No resulta descabellado pensar que esta eternidad virtual se relacione con su contundente inmaterialidad. Es probable que en algún lugar del ciberespacio estén, dispersos y abandonados, millones y millones de mensajes borrados, música eliminada, fotos suprimidas, videos anulados, como esos melancólicos cacharros que surcan el espacio y conforman el patético resto de las aventuras siderales del hombre.Como escribió el genial Oscar Wilde: "A todo se sobrevive, salvo a la muerte. Todo es soportable, salvo una buena reputación".

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