Sexualidad / Una fantasía crecientemente convertida en realidad
Un intercambio que dejó de ser tabú
Cada vez más parejas jóvenes se animan a la práctica swinger y sólo en la ciudad ya hay seis boliches exclusivos para ello; los riesgos
Antes de comenzar a filmar la película Dos más dos, que se estrenó el jueves pasado en el país, la gente de la productora cinematográfica Patagonik se comunicó con Laura, que trabaja como encargada en Anchorena SW, el club swinger porteño más renombrado. Querían conocer algunas de las intimidades de la práctica del swingueo, y Laura -según contó a LA NACION- respondió, despejó dudas y confirmó una tendencia que se acentúa desde hace algunos años: "Los que se animan al intercambio de parejas son cada vez más jóvenes".
Convertida ya en el estreno nacional más exitoso del año, la nueva producción de Adrián Suar reavivó la discusión sobre el tema y, desde entonces, el teléfono de Laura, dice ella, suena cada vez más. "Todavía no vi la película, pero todos hablan y eso está bueno, porque a los que les ronda la idea por la cabeza y no se animan les dará un empujón para venir y ver de qué se trata", arriesga la encargada de este complejo (con sede en Recoleta desde hace 12 años), que comenzó con la práctica swinger hace ya diez.Según los especialistas, el swinger, o intercambio de parejas, se instaló comercialmente en el país a mitad de la década del 80. Hoy, además de un circuito privado que también se promueve por la Web y las redes sociales, funcionan en la ciudad unos seis complejos exclusivos de esta práctica.
Aunque las variantes son múltiples, la esencia del swinger es tener sexo con la pareja de otro, pero frente a la propia. Miedos, negativas, dudas, curiosidad, fantasías y prejuicios. De ahí en adelante, las sensaciones son infinitas. Pero sin discutir cuestiones morales, los expertos coinciden en que el swinger no constituye una patología, sino una variante más de relacionarse sexualmente. "Las libertades sexuales han evolucionado mucho durante los últimos 20 años. El mundo cambió y algunos temas tabú han ido desapareciendo. Antes, por ejemplo, de la masturbación de la mujer ni se hablaba", dice el doctor León Gindin, profesor titular de Sexualidad y Salud de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), que recuerda el origen de esta práctica.
"El intercambio de parejas viene de la Segunda Guerra Mundial, en una base militar norteamericana alejada, en el Pacífico. Los pilotos de la fuerza aérea y sus mujeres, que también estaban instaladas allí, fueron los precursores, y luego la movida se propagó por Europa y Estados Unidos".Voyeurismo, ménage à trois y orgía. Para los especialistas consultados existe una mezcla de estos tres elementos, aunque los que practican el sexo swinger, como Laura, afirman que "no se trata de un todos contra todos, a veces las mujeres creen que cuando entran
al club se les van a tirar todos encima, y no es así. Hay gente que viene sola y busca un trío, es cierto, pero no una orgía, ni tampoco un cabaret", aclara.
Con respecto a la edad de los que visitan los clubes swinger, la encargada de Anchorena SW revela que, en los últimos años, creció la cantidad de parejas jóvenes. "Si bien el promedio ronda los treinta y pico y cuarenta años, los veinteañeros son cada vez más. Y los extranjeros también frecuentan mucho el club, la mayoría muy jóvenes".
Para la psicoanalista Cristina Castillo, docente y supervisora de la Institución Fernando Ulloa, para que una experiencia swinger no termine mal todo debe conversarse de antemano.
"El varón da la cara"
Y, si alguno de los dos va "forzado" por el otro, seguramente habrá problemas. "En general, y por experiencia en el consultorio, suele suceder que la mujer cede ante el pedido del hombre, pero, si no hay un convencimiento real de la pareja, puede generar un conflicto y hasta un motivo de ruptura."En este mismo sentido, Gindín coincide: "El que saca la cara primero es el varón, que confiesa su fantasía y trata de convencer a la mujer que, en términos generales, es la que más se resiste".
Según Laura, de Anchorena SW, uno de los consejos más recomendados para que no haya conflictos ni celos es que ambos integrantes de la pareja estén en el mismo lugar donde se produce el intercambio, porque si están en cuartos separados y uno no ve lo que está haciendo el otro se corre un riesgo importante. Nada tiene que ser a escondidas, es justamente eso lo que molesta en los engaños e infidelidades, y fui testigo de muchas peleas por ese tema".
Ver a la propia pareja con otro aumenta la líbido. Esa es la máxima que profesan los swingers. "Todo empieza de a poco, al principio lo más normal es sólo venir a mirar y mostrarse delante de los otros, el exhibicionismo es pura adrenalina", confiesa Laura.
"Hay parejas que lo hacen como una aventura, una manera de romper la rutina y probar algo distinto. Puede quedar en una única experiencia o transformarse en un hábito", dice Gindín, y luego agrega: "Eso sí, hay veces que sale bien, muy bien, o puede salir muy pero muy mal y que todo se vaya al diablo".
Sus códigos
- Contacto. El acercamiento con otra pareja puede ser en forma verbal o corporal, a través de un simple roce. Basta con un "no, gracias", o retirar la mano del otro para no conceder al intercambio.
- No insistir. Si alguien dice no, jamás debe preguntarse por qué. En el código swinger, un no es una negativa rotunda, sin otra interpretación posible.
- Anonimato. No revelar a otros con quiénes se ha tenido una relación swinger; siempre se debe proteger el anonimato de personas conocidas.
- Acuerdos. Las pautas convenidas con anterioridad entre la pareja son la clave para un primer encuentro swinger.
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