Springfield, dividida por Los Simpson
Matt Groening dijo que la ciudad de Homero quedaba en Oregon. Aunque luego lo desmintió, autoridades y comerciantes buscan sacar provecho turístico. Otros no quieren que se los asocie con una caricatura de la sociedad estadounidense.
Autoridades de Springfield, en Oregon, sopesan subirse al carro de la fama de Los Simpson para buscar una rentabilidad turística a su vinculación con la serie, un proyecto que demuestra su sentido del humor aunque no haga gracia a todos los vecinos.
La idea ha ido ganando cuerpo tras el reciente revuelo organizado por los comentarios de Matt Groening, creador de los personajes, quien señaló a esa ciudad, en Oregon, como la inspiración del ficticio Springfield. Pero luego, con sorna, lo desmintió: “Nunca dije que Springfield estuviera en Oregon. Sólo dije que Springfield era el nombre de mi trineo en Oregon.”
La alcaldesa de la ciudad, Christine Lundberg, aseguró que están “interesados y abiertos” al diálogo para explorar la posibilidad de hacer algo con los Simpsons, aunque afirmó que “no hay nada planeado” en estos momentos.
Más decidido se mostró el director de la Cámara de Comercio, Dan Egan, que adelantó que habría una reunión en unas semanas para evaluar el potencial turístico de los Simpsons. “Estamos pensando que quizá deberíamos hacer algo tangible como un festival”, indicó Egan, en cuyo despacho hay una figura del huraño y avaricioso “Mr. Barns” de la serie.
Para Egan, la clave del éxito de cualquier iniciativa estaría en que se implicara el propio Groening y empezar con algún evento pequeño para ver cómo adoptan a los Simpsons los habitantes de Springfield.
Pero Los Simpson, más allá de su gran popularidad, no dejan de ser una caricatura grotesca de la sociedad estadounidense, según sus detractores.
Sus personajes no son un modelo de conducta y ubicarlos en Springfield podría suponer para algunos la creación de estereotipos negativos, aseguran.
La ciudad, como muchas otras en EE UU, tiene vecinos que se apellidan Simpson, aunque se refugian en el anonimato, lejos de las cámaras y los periodistas para evitar incómodas comparaciones.
Dan Egan confesó que en 2007, en plena campaña para conseguir ser los primeros en mostrar la película de los Simpson, recibió “unas cuantas llamadas de gente que decía que la serie era maligna y que la ciudad no debería relacionarse con eso”.
Lundberg reconoció que sí existían personas que veían el fenómeno de los Simpson en la ciudad como algo “negativo”.
“La gente que vive en Springfield no quiere que nadie les mire mal pero al mismo tiempo es una gran oportunidad para atraer visitantes. Que vean que Springfield no es nada de lo que piensan y es bueno para el negocio”,
La idea ha ido ganando cuerpo tras el reciente revuelo organizado por los comentarios de Matt Groening, creador de los personajes, quien señaló a esa ciudad, en Oregon, como la inspiración del ficticio Springfield. Pero luego, con sorna, lo desmintió: “Nunca dije que Springfield estuviera en Oregon. Sólo dije que Springfield era el nombre de mi trineo en Oregon.”
La alcaldesa de la ciudad, Christine Lundberg, aseguró que están “interesados y abiertos” al diálogo para explorar la posibilidad de hacer algo con los Simpsons, aunque afirmó que “no hay nada planeado” en estos momentos.
Más decidido se mostró el director de la Cámara de Comercio, Dan Egan, que adelantó que habría una reunión en unas semanas para evaluar el potencial turístico de los Simpsons. “Estamos pensando que quizá deberíamos hacer algo tangible como un festival”, indicó Egan, en cuyo despacho hay una figura del huraño y avaricioso “Mr. Barns” de la serie.
Para Egan, la clave del éxito de cualquier iniciativa estaría en que se implicara el propio Groening y empezar con algún evento pequeño para ver cómo adoptan a los Simpsons los habitantes de Springfield.
Pero Los Simpson, más allá de su gran popularidad, no dejan de ser una caricatura grotesca de la sociedad estadounidense, según sus detractores.
Sus personajes no son un modelo de conducta y ubicarlos en Springfield podría suponer para algunos la creación de estereotipos negativos, aseguran.
La ciudad, como muchas otras en EE UU, tiene vecinos que se apellidan Simpson, aunque se refugian en el anonimato, lejos de las cámaras y los periodistas para evitar incómodas comparaciones.
Dan Egan confesó que en 2007, en plena campaña para conseguir ser los primeros en mostrar la película de los Simpson, recibió “unas cuantas llamadas de gente que decía que la serie era maligna y que la ciudad no debería relacionarse con eso”.
Lundberg reconoció que sí existían personas que veían el fenómeno de los Simpson en la ciudad como algo “negativo”.
“La gente que vive en Springfield no quiere que nadie les mire mal pero al mismo tiempo es una gran oportunidad para atraer visitantes. Que vean que Springfield no es nada de lo que piensan y es bueno para el negocio”,
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