Adherentes de la pagina

viernes, 10 de octubre de 2008


MURIO EL INVESTIGADOR, DOCENTE Y ESCRITOR NICOLAS CASULLO
Un intelectual sin miedo a la política
Estudiantes y activistas se asomaron gracias a él por primera vez al pensamieto crítico. Tuvo que exiliarse durante la dictadura y en 2004 ganó el Konex al Ensayo Filosófico. Fue uno de los impulsores del espacio Carta Abierta.
Por Facundo García
Nicolás Casullo falleció ayer a los sesenta y cuatro años, víctima de un cáncer. Los libros van a recordar al intelectual comprometido que se centró en temas como la memoria, el peronismo, la escritura y la crítica cultural. Pero hay otra dimensión igualmente intensa por la que el investigador, docente y escritor merece quedar para la posteridad: la lucidez con la que encaraba sus intervenciones políticas, y la calidad de sus clases en la universidad pública –donde aunaba erudición y giros callejeros– permanecerán en el recuerdo de los miles de estudiantes y activistas que gracias a él se asomaron por primera vez al pensamiento crítico.
El maestro, nacido en Buenos Aires en 1944, era de los que se cuentan con los dedos de la mano. Pocos saben que su abuelo había sido pastor metodista, por lo que la frecuentación de la Biblia era casi obligatoria en su casa de infancia. “Cosa que agradezco –decía él– porque quizá lo que le falta en un noventa y cinco por ciento al pensamiento científico social, al pensamiento de las humanidades, es una lectura de lo bíblico, una lectura en cuanto a darse cuenta de que todo proviene de ahí.”
Junto a una inteligencia vivaz, Casullo era capaz dar sentido a las emociones, al plano mítico y las fiestas del cuerpo. Confesaba que en Almagro había aprendido desde temprano los rudimentos del peronismo. Y no asimilando frías concepciones, sino pateando veredas y relojeando las cantinas. Su familia, de origen vasco-italiano, era un polvorín cuando se hablaba del asunto. Su madre era partidaria de Evita y su papá, un antiperonista recalcitrante. Avanzando en ese terreno minado, el hijo supo ver en el movimiento de los descamisados una senda posible para el cambio social.
La juventud confirmó el amor por las letras y las reivindicaciones populares. A los veinticuatro años Nicolás está en París, con el entusiasmo inflamándole la sangre. Corre Mayo del ’68 y el muchacho presencia, emocionado, una rebelión que intuye histórica. Las anotaciones en su diario íntimo llegarán a las librerías tres décadas después, en París 68. Las escrituras, el recuerdo y el olvido. Mao, Sartre, el Che, Lumumba, todos están en esas hojitas que ya muestran la pasión de quien quiere fundar un vivir-razonando a partir de las herramientas que daban las grandes figuras, pero también con trozos de política argentina concreta e impresiones personales.
Su primera novela carga un título de oro. Para hacer el amor en los parques se publicó en 1970 y casi inmediatamente fue prohibida y requisada. También en este caso hubo que esperar más de treinta años para conseguir el texto en las librerías; y a medida que las nuevas generaciones descubren ese relato salpicado de irreverencias, se remueve una porción del velo histórico que se impuso sobre el ambiente universitario de principios de los setenta. “Sentíamos que la revolución estaba a la vuelta de la esquina”, solía sincerarse el autor.
En noviembre del ’74 la onda estaba tan pesada que Casullo debió exiliarse. Venezuela, Cuba y finalmente México fueron las sedes de una nostalgia que se haría más fuerte a medida que se conocían los desmadres de la dictadura. Como fundador de la revista Controversia (1979-1981), el investigador fue protagonista de un proceso de análisis sobre el sentido de la progresía, que se dividía entre apoyar al peronismo o construir un proyecto más cercano a la ortodoxia marxista.
El retorno de la democracia fue una luz que en su reverso trajo ciertas decepciones. El peronismo, con su flamante ala de caudillos neoliberales, estaba justo en las antípodas de lo soñado por Casullo en el ostracismo. De esa etapa es El frutero de los ojos radiantes, una historia de inmigración y exilio en clave de novela familiar. Siguió una serie ilustre. Obras como Pensar entre épocas –donde Casullo se preguntó acerca del porqué de la hecatombe progresista– o Sobre la marcha –que recupera las entrevistas que le hicieron en su carrera– quedarán como referencia obligada para los que se atrevan a observar el país por fuera de las torres de marfil que ofrecen las teorías cerradas.
Y hubo más. Casullo desarrolló una reconocida labor docente en las universidades de Buenos Aires, Quilmes, Entre Ríos y Córdoba, al tiempo que editaba la revista Pensamiento de los Confines. Asimismo, pasó por la Universidad de México (UNAM) y fue consultor de la Universidad de París. Publicó Comunicación, la democracia difícil en 1985; El debate modernidad–posmodernidad en 1989; Viena del 900, la remoción de lo moderno, en 1990, Itinerarios de la modernidad en 1994; París 68, las escrituras y el olvido en 1998 y Modernidad y cultura crítica, en ese mismo año. A esto hay que sumarle una catarata de trabajos periodísticos, muchos de los cuales aparecieron en PáginaI12.
Con La cátedra (2000), el querido cultor del bigote y el jopo aflequillado se despachó con una narración que alcanzaba proporciones alquímicas de calle y erudición. Más tarde, en vísperas del 19 de diciembre del 2001, Casullo ofreció una clase extraordinaria, fuera de horario y abierta a quien quisiera pasarse por la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Los que estuvieron ahí guardan esas dos horas como un tesoro para todo el viaje. El orador destiló romanticismo y conciencia social, y los que lo escucharon salieron convencidos de que había que integrarse, de una u otra forma, en los conflictos que se avecinaban.
Esa efervescencia provocaba Casullo. Salir de una de sus charlas era sentir que se abría un universo de capítulos, discusiones trasnochadas, cambios colectivos y señoritas que habían empezado a leer a Sade y deseaban romper la rutina burguesa. Su talento se fue perfeccionando, y no es casualidad que los últimos años hayan sido consagratorios. Ganó el premio Konex 2004 al Ensayo Filosófico, y en obras como Las cuestiones o Peronismo. Militancia y Crítica (1973-2008) apostó por los vientos de cambio que recorren la región. “Lo que no se le perdona al populismo –denunciaba– es que restituya el terreno de la política a un primer plano.”
La enfermedad no lo alejó del compromiso. Recientemente seguía difundiendo sus aportes en este diario; y se había ligado al grupo Carta Abierta, que defendió los postulados del Gobierno frente al lockout rural y se perfila como un polo de apoyo crítico a Cristina Kirchner. “Los medios, que evidentemente forman parte del establishment, se han convertido en los reales partidos de derecha”, se quejaba.
Los restos de Casullo –que según trascendió padecía cáncer de pulmón– fueron velados en la Biblioteca Nacional y recibirán sepultura hoy en el Cementerio Británico. Su ausencia será un desafío, no sólo para su esposa y sus dos hijas. Los que lo leen añorarán sus consideraciones siempre reactualizadas. Los que disfrutaron sus clases echarán de menos al docente que convocaba a “los fantasmas de Nietzsche, de Baudelaire o de Sartre” como si fueran sus amigos de Racing.
Y si el dolor permanece es porque el que se fue era un tipo generoso. Un tramo elegido al azar, en este caso de París 68. Las escrituras, el recuerdo y el olvido, sirve para demostrarlo. Semiocultas, las líneas tienen ya diez años y hablan de cómo el hombre registraba minuciosamente su propio crecimiento: “Cambió mi manera de marcar los párrafos. Ahora es con un lápiz suave y atildado, por si alguna vez les doy cualquiera de esas páginas a mis alumnos. Antes era con birome fuerte, definitiva, para ninguna otra cosa, calculo, que para esa gran historia que no habría de saber nunca de tal gesto”.
//

En despedida a Casullo
- Federico Schuster (decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA): “Nicolás ha sido una persona excepcional, de esas figuras intelectuales que la Argentina nos regala, pero no en enorme cantidad. Fue una personalidad destacada con una capacidad enorme de reflexión, una agudeza intelectual poco común para analizar los más diversos temas de la cultura, de la política, de las formas de vida, de las grandes corrientes del pensamiento. En ese sentido, aun en las posiciones más duras (porque Nicolás no era un pensador soft sino alguien que tomaba los temas en la médula, en el corazón de las cuestiones y se metía a fondo sin quedar en la superficie), tenía un tono y una cadencia tanto en su pluma como en su voz que, aun en cosas muy fuertes y muy profundas que él decía en sus análisis, invitaba siempre a la reflexión. Siempre abría la puerta para el debate, para el diálogo y no lo cerraba. No era el discurso dogmático sino que era un discurso que siempre invitaba a debatir, a discutir y siempre daba una vuelta de tuerca sobre un tema que uno creía que ya había pensado hasta el final. Además de ser un gran intelectual, un intelectual comprometido que asumió en el último tiempo de nuevo una militancia intelectual de riesgo porque él ya había alcanzado el lugar destacado, ya era reconocido por todos o por casi todos (no sé si hay alguna persona que todo el mundo reconozca hoy en día); sin embargo, pese a eso, él consideró que tenía que arriesgar su nombre, su prestigio y se comprometió a debatir sobre la actualidad del país con el mismo nivel de profundidad y, en algunos casos, hasta a veces, más. Además de eso, era una persona con la que daba gusto hablar, a la que daba gusto escuchar y de la que uno siempre aprendía”.
-Ricardo Forster (filósofo): “Primero que nada, Nicolás es mi amigo del alma. Nicolás es de una generación de intelectuales que se están yendo. Fue alguien que logró mezclar en vida el barrio, la política, la alta literatura, la filosofía, el fútbol, los amigos, el compromiso político. Vivió una vida intensa, plena, llena de matices, diversa. Un hombre que atravesó la literatura, el ensayo político y filosófico, el periodismo, vivió la experiencia del exilio. Siempre tuvo la necesidad de pensar a la Argentina. Y en estos últimos meses lo hizo más que nunca. Era un pensador finísimo y va dejar un gran vacío. Además era un gran amigo de sus amigos”.
- Damián Loreti (vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA): “Mi recuerdo sobre Nicolás va a ser el de alguien permanentemente activo, crítico, militante, con un ojo agudo puesto sobre el análisis de la realidad, con un altísimo compromiso con las causas populares, con sus principios, como un excelente amigo, un militante del sentimiento de la amistad y de compartir con su gente querida, de un diálogo extraordinariamente ameno, de alguien muy generoso con quienes se acercaban a conversar con él o a aprender de él, como un maestro infatigable. Nicolás se va en un momento en el cual él estaba fuertemente comprometido con el trabajo intelectual y de posicionamiento de modo descollante en Carta Abierta, en la cátedra, había publicado hacía muy poco Las cuestiones. Estaba con energías renovadas, con vocación de intervención en el debate público y en la defensa de lo que eran sus principios y sus convicciones”.
- Oscar González (secretario de Relaciones Parlamentarias de Jefatura de Gabinete): “Casullo fue un ciudadano ejemplar e intelectual comprometido. Continuó hasta el final de sus días con su compromiso de juventud y últimamente, a través de Carta Abierta, brindó su maduro esfuerzo a la defensa del Gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner”.
- Jorge Bernetti (periodista): “Estoy hablando de uno de mis mejores amigos. Nicolás Casullo fue un ejemplo de intelectual crítico, que trabajó siempre con la conciencia de que debía refutar su propio trabajo, cuestionar su propio trabajo, para alcanzar una comprensión de la sociedad y del proceso histórico. Pudo trabajar tanto los temas de la historia y del debate político inmediatos como los problemas más acuciantes del tiempo histórico universal, desde la modernidad hasta la crisis de paradigmas o el mundo infernal de los medios. Era un hombre dotado de un extraordinario sentido del humor, de una gran capacidad de análisis corrosivo, el adversario consecuente de toda solemnidad, amante de lo refinado y de las causas y sentidos populares. Y un irrenunciable hincha de Racing”.
-Eduardo Luis Duhalde> (secretario de Derechos Humanos): “El fallecimiento de Casullo es una sensible pérdida para la cultura nacional, que mucho dependía de sus aportes, como los realizados en el campo de la memoria. Fue un hombre comprometido con su tiempo, de larga trayectoria, y un claro defensor de los derechos humanos que sufrió persecuciones por sus firmes posiciones en defensa de la dignidad humana en la búsqueda de un mundo mejor y más igualitario. Quiero expresar mi profundo pesar por su fallecimiento y hacerles llegar mis más sinceras condolencias a sus familiares y amigos”.
Producción: Oscar Ranzani.
//

No hay comentarios: