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domingo, 19 de diciembre de 2010

tendencias

El ciber pasó de moda y hoy sobrevive con el mail “al paso”

18/12/10
Es por el boom de la banda ancha en el hogar: es seis veces más rápida que hace 10 años y vale casi lo mismo. Ahora empiezan a surgir nuevos sitios donde los jóvenes van con su propia notebook.

Los cibercafés están a punto de entrar en la célebre lista de rubros comerciales que, una vez encumbrados por su propio boom, caen en la agonía y no paran hasta ser (casi) parte del recuerdo. A pesar de los múltiples intentos por sobrevivir –agregando variantes a la oferta original o mejorando el servicio– los locales que brindan Internet sufren la amenaza implacable de la banda ancha en los hogares –cada vez más masiva, cada vez más barata– y la modalidad de conexión Wi-Fi gratis por todos lados. La decadencia de estos locales, que fueron furor y se multiplicaron entre 2002 y 2005, parece así inevitable. Ahora empiezan a surgir nuevos sitios donde los jóvenes van con su propia notebook.
El delicado estado de salud de los cibercafés es admitido por los propios comerciantes y por la cámara que los nuclea, ágiles a esta altura para encontrarle la vuelta al negocio, y reforzado por las estadísticas: según un estudio de una consultora privada, el acceso a Internet desde un ciber en Argentina cayó más de cuatro veces en los últimos cinco años. En 2005, cuando la banda ancha era un servicio para las clases acomodadas, el 57% de los usuarios se conectaba a la Web desde estos lugares. Pero este año, sobre 5.000 consultados, apenas el 14% dijo hacerlo. Como si fuera el otro lado del espejo, que complementa y justifica el dato, el relevamiento que hizo Ipsos Media y al que tuvo acceso exclusivo Clarín , arroja que la conexión hogareña subió, en ese período, del 38% (2005) al 83% (2010).
En ese contexto, los dueños de los ciber saben que no pueden competir contra la comodidad de la conexión en casa y en el trabajo, pero han encontrado la manera de mantenerse vivos gracias a los turistas, los chicos que aún se juntan allí para jugar en red y los clientes ocasionales que usan el servicio “al paso” (los que todavía no tienen teléfonos inteligentes).
“Depende de la zona donde esté el ciber. Nosotros sobrevivimos gracias a los turistas y a los que no tienen Internet en casa, que son pocos. También están los ciber de los barrios más pobres que laburan bien”, explica Sergio, que atiende un local de San Telmo desde 2004 y reconoce haber sido testigo del declive durante estos años.
La Cámara Argentina de Locutorios, de hecho, dice que cada año cierra el diez por ciento de los ciber abiertos. “Estimamos que hay entre 15 mil y 20 mil en Capital y Provincia. Y cierra, como mínimo, uno de cada diez por año. El sector no avanza”, reconoce Bernardo Montenegro, presidente de la entidad. Un estudio de hace dos años hecho por la consultora de Enrique Carrier dio la misma tendencia: entre 2006 y 2008 había caído 20% la cantidad de ciberlocutorios. Ese mismo trabajo afirmaba que ya en ese momento había apenas 15 mil en todo el país. “Hoy quedan los que entran a ver los mails 15 minutos”, explica Carrier. “Vivo en Avellaneda, pero trabajo en la calle en Capital y lo uso para chequear mails y definir con un cliente la hora y el punto de encuentro. Pero entro y salgo enseguida”, explica Matías, uno de los usuarios ocasionales.
El incremento de posesión de PC en casa –que, según el relevamiento pasó del 25% en 2005 al 43% en 2010– hizo que también aumente la conectividad hogareña gracias a la banda ancha, que según el INDEC creció 23% este año y, de acuerdo con datos de Telefónica, el 17%. Los datos son clave a la hora de entender la crisis de los ciber. Y la evolución de la relación precio-calidad de la banda ancha en la última década termina de explicarlo: en 2001 el servicio de banda ancha costaba 110 pesos y la velocidad de conexión era de 512 Kbps. Hoy, en promedio, cuesta lo mismo y la velocidad es de 3 MB, es decir, seis veces más rápida que hace 10 años.
Ipsos y Carrier coinciden que uno de los motores de supervivencia de los ciber son los jugadores en red, que según las encuestadoras representan casi la mitad de los clientes. “Es un público adolescente que no crece pero está. Quizá tarde o temprano se vea afectado por el crecimiento de los juegos online desde casa”, entiende Carrier. Con ellos encontró rentabilidad Juan Arrarás, dueño del ciber más grande del país, con cinco pisos y 100 máquinas, en La Plata. “Antes venían a usar Internet estudiantes, pero ahora ellos comparten la banda ancha entre varios en el edificio. Así que los ciber que se mantienen son los que apuntan a los juegos. Para nosotros es fundamental, por eso cambiamos los equipos todos los años”, detalla.
Horacio Garderes, director de la Unidad de Medios de Ipsos, vislumbra un futuro oscuro para los ciber pero deja un hilo de luz: “La tendencia de caída va a continuar, pero de ahí a la desaparición total lo veo difícil. El locutorio siempre es útil pero, eso sí, cada vez será más difícil encontrar uno”.

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