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domingo, 3 de octubre de 2010

el periodismo que viene, tendencia

El periodismo que viene
Romina, el periodismo y las redes

Por Roberto Guareschi 
 La muerte de Romina Yan tuvo un gran despliegue en los medios tradicionales. Pero no modificó la venta de los principales diarios de papel, según sus estimaciones preliminares. Los ratings de la televisión no crecieron mucho, excepto el noticiero de la noche de Telefe, el canal de la actriz: ocupó el cuarto puesto del día.
En la versión digital de los diarios, hubo, sí, un aumento enorme de las visitas únicas. En las primeras 24 horas 756.418 personas llegaron hasta las noticias que abordaban el acontecimiento en Clarín, el diario más visitado en la red.

Pero en las redes sociales, el impacto relativo fue aún mayor. La empresa Infoxel, dedicada a evaluar tráficos en la Web, informó que en Twitter, la muerte de Romina Yan se convirtió en uno de los “trend topics“; así se llama a los temas más frecuentes en ese medio a nivel mundial.
En Facebook, se crearon más de mil grupos y páginas. El más numeroso se llama “No puedo creer que murió Romina Yan”: integró a más de 300 mil personas en menos de 24 horas. El viernes, tenía 433.880 personas y estaba en el cuarto puesto entre las búsquedas de Google.

Las páginas web de Hace instantes, un blog sencillo muy bien rankeado entre las búsquedas de Google, tuvieron 250 mil visitas sólo en las primeras ocho horas de conocida la noticia.
¿Cómo explicar el eco distinto que tuvo la noticia en los medios tradicionales y en las redes sociales? En estos medios, los individuos –no celebrities– aparecen sobre todo como ejemplos de un fenómeno que los trasciende: la inseguridad, la lucha política, la fatalidad, etc.; son los periodistas los que los eligen y les dan voz. En las redes sociales no hay un editor, todos los individuos pueden expresarse, no tienen que esperar a ser elegidos; voces individuales configuran una voz colectiva, una audiencia activa.
Julián Gallo, asesor en medios audiovisuales, observa que “la importancia de una noticia es cada vez más una negociación entre editores y audiencias“.

Esa “negociación”, para decirlo con palabras de Gallo, es una tensión entre medios sociales y medios tradicionales; una lucha que se entabla, en torno de temas de gran repercusión social, para establecer de qué hablaremos y qué puntos de vista e intereses expresarán nuestras conversaciones. Es una negociación entre medios de distinta naturaleza. En las redes sociales predomina lo emocional, la espontaneidad, no las noticias. En cambio, los medios masivos tradicionales llegan a nosotros con mensajes previamente elaborados y estructurados; noticias y opiniones que permiten una reflexión. Es más fácil ejercer un espíritu crítico.

Aquella emocionalidad es la debilidad de las redes sociales; no son confiables como fuente de información: el mismo día en que moría Romina Yan, circulaba como noticia una falsedad, la muerte de Ceratti. La debilidad de los medios tradicionales reside en su exclusión de la audiencia en el proceso de elección y producción periodística. Ese es uno de los motivos que explican su declinación.
Posiblemente por esas diferencias de temperatura y de fortalezas y debilidades, las redes sociales y los medios masivos tradicionales son a veces complementarios. Un ejemplo que ya mencioné semanas atrás: en la última emisión del Grammy, Oscar de música popular, la audiencia veía el acontecimiento por televisión y lo comentaba en redes sociales, tal como uno hace en el living de su casa cuando invita a amigos a compartir un partido de fútbol. Se creó así un circuito que aumentó el rating televisivo y la participación en las redes. Es posible que acá haya ocurrido algo así.

El New York Times anunció que intentará construir una red social. La estrategia es usar “la influencia de las redes sociales en el consumo de noticias”. Buscará que esas noticias sean sobre todo, las elaboradas por el diario; y que la gente utilice su red social para compartir noticias y muchas más actividades. Puede tener lo mejor de ambos mundos, aprovechar las fortalezas de cada medio –incluidas las que tiene en su edición digital, tal como demostró Clarín estos días– y convertir la “negociación entre editores y audiencias” en un factor de calidad. Parece un buen camino.

*Periodista. www.robertoguareschi.com

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