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viernes, 9 de octubre de 2009

Opinion interesada

Opinión
Publicidad, el alma de los medios
Philip Perez Para LA NACION
La publicidad privada es la principal fuente de ingresos de los medios privados y los hace económicamente viables, asegurando así su autonomía financiera y su independencia editorial, lo que garantiza la libertad de expresión. Restringir el legítimo derecho de comercializar publicidad es una forma de limitar a los medios y sus contenidos.
El proyecto de ley de medios crea una situación que altera la competencia leal: los privados ven limitada su oferta publicitaria y, por ende, sus ingresos genuinos, por limitación artificial de audiencia al ámbito regional para las señales de aire (Arts. 45.1, 62, 63 y 81); por reducción de tiempo en las señales de cable (Art. 82) y por castigo fiscal al anunciante en señales extranjeras (Art. 83). Todo esto frente a medios estatales y paraestatales que gozan de libertad de difusión (Art. 64), exenciones de gravámenes (Arts. 98 y 137), derecho de emitir publicidad aunque reciban subsidios en oposición a las recientes tendencias mundiales (136), derecho privilegiado en el espacio radioeléctrico (89) y en la ocupación de la grilla de cable (Art. 65.3) y licencias sin vencimiento (41).
A esto se agrega la indebida intromisión estatal en la contratación privada de publicidad entre anunciantes y medios, por la obligación de intermediación a través de empresas inscriptas obligatoriamente en un registro llevado por la autoridad federal y cuya reglamentación se desconoce (Arts. 59 y 61).
Lo resume muy bien Francisco Pinto Balsemano, ex primer ministro de Portugal: "La publicidad es una parte integral de la libertad de expresión. En democracia, es imposible separar libertad de publicar o transmitir noticias, opiniones o entretenimiento, de la libertad de publicitar".
El autor es Director General de la Cámara Argentina de Anunciantes

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