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martes, 30 de octubre de 2012

EL LANZAMIENTO DE WINDOWS 8

De cómo desempañar las ventanas en época de lluvia

Aunque Microsoft perdió terreno en el mundo móvil, en los buscadores, navegadores y en los servidores de Internet, apuesta con la nueva versión de su sistema a influir en sus mil trescientos millones de usuarios.
 
Por Mariano Blejman
Con la inercia propia de un elefante gigante que camina lento y se lleva todo por delante: así llega Windows 8 al mercado móvil y táctil con la nueva versión del sistema operativo de computadoras de escritorio de Microsoft Corporation que también anda en otros tantos artefactos. Windows 8 es bonito, hay que concederlo: las ventanas son cuadraditas, muy configurables y las aplicaciones y pantallas están integradas de una forma que fluyen de una manera inédita en la larga historia de la computación personal. Básicamente, Windows 8 pretende romper las barreras de escritorio /móvil/tableta para convertir “la experiencia del usuario” en algo único. El nuevo sistema operativo incorpora el Windows Store, funciones en la nube e integra funciones. ¿Se acuerdan de Windows, no? Las nuevas generaciones apenas si conocen el loguito de las ventanitas. ¿Se acuerdan de las PCs, no? Era eso que uno usaba cuando llegaba a casa de noche, y ponía el CD ROM con Encarta. En pocos años, la cantidad de dispositivos móviles triplicará el mercado de las computadoras personales. ¿Se acuerdan del menú de inicio, del panel de control? ¿De los fondos de pantalla? Todo eso empezará a desaparecer también como concepto, y también gracias justamente a Windows. Gabriel Gordon, director de Windows para Argentina y Uruguay, atiende a Página/12 durante una lluviosa tarde porteña y por delante de una ventana empañada (ehe) ofrece su visión sobre el futuro del gigante informático y de todos nosotros. “En la nueva versión de su sistema operativo, Microsoft presenta una versión reimaginada”, dice Gordon sobre la plataforma que continúa con una tradición que inició allá lejos y hace tiempo, en los oscuros ’90, cuando era el rey de lo digital: la tradición de Microsoft es copiar lo mejor de su entorno y poner toda su fuerza de lobby para que la industria se acomode a sus designios.
Amo y señor de la “informática” del siglo pasado, monopolio del desktop y criminalizador de usos cotidianos, Microsoft tardó años en comprender el mundo de los buscadores dejándole ese lugar a Google, le llevó décadas en meterse de lleno a la tecnología móvil. Perdió ese lugar con Apple y luego con Android que también es Google y también es Linux, hasta que arregló con Nokia que quería ser Linux. Microsoft tardó siglos en comprender las redes sociales hasta que compró una porción de Facebook. Ha perdido estrepitosamente presencia en el mundo de los navegadores en manos de Chrome y en el de los servidores en manos de Linux. Hay más, Windows también llega tarde al mundo de la publicidad on line: Google copó la parada, y se pretende el grupo monopólico por excelencia. En ese marco, Windows 8 propone un mundo de ventanitas algo empañadas en modo mosaico –¡de las licencias pagas!– y habrá que prestarle atención al menos por la fuerza de su historia: Microsoft posee presencia en 140 mercados, se puede usar Windows en 37 idiomas, tiene “reservas” de 1300 millones de usuarios de Windows alrededor del mundo, mil millones de Office instalados y con 680 millones de licencias de Windows 7 vendidas.
El jueves pasado, el día del anuncio, Jim Zemlin, director de la Fundación Linux, recibía al Windows 8 con caluroso “bienvenido Windows 8 al mundo post-escritorio”. Zemlin analizaba todo lo que cambió desde la salida de Windows 7, hace apenas tres años: era el año de las netbooks, se habían vendido apenas 172 millones de teléfonos móviles contra casi el cuádruple que se estima para 2012, y los teléfonos Android de Google representaban apenas el 3,9 por ciento del mercado, contra el 64 por ciento en 2011. “Con cientos de millones de usuarios de Android, los usuarios están acostumbrados a los sistemas basados en Linux”, dice Zemlin en su artículo publicado en el blog oficial de la Fundación.
La comunidad de software libre lleva años diciendo “éste es el año de Linux” y, mal que les pese a los seguidores de Linus Torvalds, la única forma de vencer al gigante de Seattle ha sido apostar por cualquier otro entorno, menos el del escritorio. Satisfactoriamente para el mundo del software libre, el escritorio está desapareciendo. En la Argentina, Windows 8 vendrá preinstalado y cobrado de prepo en equipos importados y producidos en el país de Bangho, Dell, Eurocase, Exo, HP, Lenovo, Positivo BGH, Samsung y Sony. Los competidores tienen otros planes: “Venimos prediciendo que el hardware será gratis, subsidiado por las empresas que usan software libre y quieren ofrecer aparatos a bajo costo”, dice Zemlin: los casos del Kindle y la Chromebook pueden ser sintomáticos, están dispuestos a perder plata por cada aparato vendido a cambio de llegar a los usuarios. Ni qué hablar de los iPads, presuntamente subsidiados por Apple para llegar a irrisorios 500 dólares en Estados Unidos, precio que ninguna otra tableta similar puede lograr todavía.
Zemlin sobraba a la “competencia”, aduciendo que ya Microsoft es una empresa que gana bastante menos dinero por empleado que Google, y que vale menos que Apple. “Este será un mundo bastante diferente al que estaban acostumbrados”, escribió Zemlin. Para mal de males, Gabe Newell, jefe de la empresa de juegos Valve, ex empleado de Microsoft, advirtió que la salida de Windows 8 sería “una catástrofe” y que estaría dispuesto a adoptar Linux, un entorno casi ausente de buenos videojuegos. El centro de aplicaciones de Windows Store pareciera ser todavía más restrictivo que el de Apple, proponiendo un entorno cerrado y controlado, y con participación de un iniciático 20 a 30 por ciento de comisión. Es hora de desempañar.

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