El dilema del primer celular
¿A los 8 como piden los chicos? ¿A partir de los 12 como sugieren los expertos? La tecnología obliga a los padres a dar respuesta a edades cada vez más tempranas
Es el caso de Guido del Mónaco. Tiene 12 años y este año obtuvo su primer celular. No casualmente la decisión de sus padres coincidió con el momento en que comenzó a salir solo del colegio.
Según la Dra. Mariel Fernanda Musso, profesora de la licenciatura en Psicología e investigadora del Instituto de Ciencias Sociales de la UADE, la edad apropiada depende de varios factores que deben analizarse en cada caso particular: "Uno de ellos es el nivel madurativo del niño; es decir, qué tan preparado está para comprender su uso como una herramienta de comunicación para una necesidad concreta. Además, debe ser capaz de hacerse responsable de un uso adecuado del mismo y cuidarlo para evitar posibles robos".
Musso estima que entre los 10 y 12 años de edad las personas empiezan a contar con mayores y mejores recursos cognitivos para reconocer la diferencia entre un uso instrumental o lúdico del celular. Norma Coria, directora general de Instituto Educativo Moruli, que cuenta con jardín de infantes, primario y secundario, opina que, aunque hay niños de 8 años que ya asisten al colegio con su propio teléfono, recién a las 12 años una persona tiene el nivel intelectual apropiado para utilizar un equipo de este tipo.
Al cumplir 12 años, Camila recibió de sus padres el regalo que más deseaba: una BlackBerry. "Ella directamente pidió ese modelo y a nosotros nos pareció apropiado comprárselo, ya que cuando está en la casa de una amiga, yo estoy tranquila porque puedo comunicarme con ella rápidamente", dice Flavia Gil, su mamá. Para el pediatra Santiago Walsh, los jóvenes deberían adquirir su primer equipo cuando comienzan a asistir a los cumpleaños de 15. "Esta edad coincide, más o menos, con las primeras salidas permitidas sin los progenitores", justifica el especialista.
El abogado Christian Albor está de acuerdo. Padre de Ignacio, de 14 años y Dolores, de 10, considera que su hijo tendrá su propio celular entre los 15 y 16 años, cuando las salidas con amigos sean más habituales. "Ellos insisten desde hace tiempo con el deseo de tener un teléfono. Dolores pide un BlackBerry desde los 8 años, pero con mi mujer ejercemos nuestra autoridad de padres para explicarles que aún son chicos y que no necesitan un dispositivo todo el tiempo. En casa tenemos un teléfono muy básico y viejo. Cuando ellos tienen alguna salida puntual, se lo entregamos. Se trata de un dispositivo que comparten y que utilizan para situaciones determinadas a fin de que podamos estar comunicados. De todos modos, esas circunstancias son esporádicas ya que se manejan en un círculo de amistad muy acotado y conocemos a todos los padres. Además, son alumnos del Centro Cultural Italiano de Olivos, donde no está permitido tener el móvil encendido durante las clases", explica.
Cómo y cuánto
Desde su smartphone, Camila, que concurre al Buckingham Quilmes' Schools, accede a sus cuentas de Facebook y Twitter. También usa los jueguitos y la cámara de fotos. "No pactamos usos determinados con respecto al teléfono. Tampoco se lo reviso ya que con ella tenemos un diálogo muy fluido y confío en ella", cuenta Gil, y aclara que el gasto mensual del teléfono de su hija ronda los $ 120. "Ella sabe que es un equipo caro, y que si lo pierde o se rompe no puedo comprarle otro, por eso lo cuida mucho", explica."Los hijos deben saber que el uso del teléfono puede ser restringido de acuerdo con el cumplimiento de ciertas normas o reglas, ya explicitadas de antemano", dice Musso. Por ejemplo: no usar el celular cuando está realizando la tarea escolar. Si esto no se cumple, se pierde el derecho durante cierta cantidad de días a utilizarlo. Walsh agrega que "los padres deberían tener control sobre el equipo, restringir el acceso a aplicaciones y sitios inapropiados, limitar el uso, y observar qué tipo de fotografías toma con su cámara".
Otro consejo está referido al posible riesgo de "bullying", es decir, la recepción de mensajes o llamados agresivos o inapropiados como burlas y fotos obscenas, entre otros. "Los padres deben insistirles a los chicos para que no le entreguen su número telefónico a extraños y que les avisen en caso de recibir un acoso de este tipo", agrega la psicóloga. En un estudio que se está llevando a cabo en la UADE con adolescentes de la ciudad de Buenos Aires, se encontró que alrededor del 7% de los encuestados recibían algún tipo de agresión a través del móvil o de Internet. Y esto se presentó en mayor medida en los de menor edad, en púberes de 12 años, justamente porque son más vulnerables ante los pares u otros compañeros mayores.
Según comenta Norma Coria, los progenitores son muchas veces cómplices del uso inadecuado del celular: "En el colegio les pedimos a los alumnos y docentes -porque tienen que dar el ejemplo- que mantengan sus teléfonos apagados o en vibrador, porque en la clase se genera un clima de aprendizaje que no queremos que sea interrumpido con las llamadas telefónicas. Lo bueno es que un 99% de los casos los chicos aceptan las reglas establecidas por nosotros, aunque hay padres que le indican a sus hijos que mantengan encendido el teléfono y que atiendan sus llamados aunque estén en clase. De esta manera, son los papás lo que instan a los menores a transgredir las normas".
En este sentido, la presencia de un teléfono sonando interfiere en el aprendizaje del niño: "En los primeros años de su escolaridad, las personas aún están desarrollando la atención controlada, es decir, la capacidad para focalizar la atención en función de un objetivo y un plan de trabajo, controlando los estímulos que interfieren en su logro. Para alcanzar ciertos objetivos de aprendizaje, el niño debe concentrarse, en un tiempo y espacio organizado, desarrollando hábitos de estudio. El uso del celular en esos espacios podría ser un elemento distractor que quitaría recursos cognitivos que son limitados y que aun están consolidándose a esta edad escolar", concluye la doctora Musso.
A los padres que saben que no desean que sus chicos tengan aún su propio teléfono, pero se sienten abrumados por la insistencia, la Dra. Musso les responde: "Se sabe que los niños utilizan argumentos que incluyen elementos de presión, y a veces es muy difícil rebatirlos sin enojos de parte del hijo. Pero los padres deben sentirse, en primer lugar, seguros de estar haciendo lo correcto, dado que mucho más importante que complacer al hijo es educarlo"..
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