Cómo evitar la “vejez” de los diarios impresos
Cuando un matutino sale a la calle no puede jactarse de ofrecer informaciones nuevas, salvo entrevistas o investigaciones exclusivas. La radio, la televisión y, en especial Internet, les ganaron de mano con las noticias más importantes.
Entonces, ¿qué hacer para interesar a los lectores y no sucumbir ante el “tsunami” tecnológico? Sobre ese gran dilema de los editores de los diarios en papel, opinan once colegas consultados.
Aquel antiguo axioma “no hay nada más viejo que un diario de ayer” tiene hoy, con la revolución digital, otras connotaciones -más dramáticas y apremiantes- para los diarios impresos, ya que las noticias que publican son viejas porque, en su gran mayoría, fueron difundidas el día anterior -y casi al instante- por la radio, la televisión y los sitios web.
Ese dicho comenzó a cobrar fuerza hace unas tres décadas cuando la televisión empezó a salir a la calle a transmitir “en vivo y en directo”, pero adquirió su real dimensión con Internet, cuya masificación en los últimos años transformó radicalmente el mundo de las comunicaciones y forzó abruptos cambios en el negocio tradicional de las noticias.
La crisis mundial, que tuvo a los gigantes de la informática Google y Yahoo como aliados involuntarios por la captación -aún no demasiado significativa- de ingresos publicitarios, amén de la piratería de noticias, aceleró ese proceso de transformación de la industria periodística, lo que alentó variados pronósticos sobre el inmediato fin de los diarios en papel.
Si bien muchos periódicos sucumbieron ante el avance arrollador de Internet y no tuvieron otra alternativa que despedirse de sus lectores, los que siguen en pie debieron adaptarse -rápidamente y con suerte diversa- a los cambios que forzaron las nuevas tecnologías, pero como la revolución digital no se detiene la gran pregunta de los editores es qué hacer.
Precisamente, ése fue el interrogante que la revista de ADEPA planteó a colegas de nuestro país y del exterior, quienes -como se puede apreciar a continuación- coincidieron, aunque con diversidad de matices y comentarios, en que el mejor elixir para la “vejez” de los diarios impresos es contar con buenas plumas para profundizar y analizar las noticias.
Calidad de escritura
John Carlin De la Torre, periodista británico que se inició en la profesión en 1982 en el matutino porteño Buenos Aires Herald y actualmente es colaborador del diario El País, de España, dijo desde Barcelona, donde reside, que “sobrevivirán” aquellos diarios que “tengan calidad en la escritura, originalidad y rigor periodístico en las historias que narren, historias donde el lector sepa que encontrará un valor añadido bien claro”.
Mientras Adriana Martínez de Brum, codirectora del diario El Pueblo, de Salto, Uruguay, sostuvo que “no se puede perder de vista lo que le interesa al lector” y que frente a la avalancha noticiosa de Internet es necesario para los periódicos impresos “conocer y abordar los intereses y necesidades” de su público “sin caer en el sensacionalismo”.
“El objetivo de nuestro diario es informar, entretener y formar opinión, todo un desafío diario. En los medios chicos como el nuestro la prensa escrita tiene un prestigio y una credibilidad que debemos cuidar y alimentar, porque es lo que marca la diferencia con los medios electrónicos”, explicó. Al igual que Carlin De la Torre, consideró fundamental para que los diarios en papel no pierdan vigencia “la calidad” de su redacción, pues “hay lectores que esperan aún poder tener una buena lectura”.
En el caso del diario que codirige, Martínez de de Brum precisó que “en los últimos tiempos” han tratado de llegar a “familias de lectores, es decir, que toda la familia encuentre algo interesante para leer según sus intereses” y también apuestan “a la información atractiva con jóvenes y para jóvenes como forma de captarlos a la lectura diaria”.
Santiago Estrella Garcés, corresponsal en la Argentina del diario El Comercio, de Ecuador, dijo que “para seguir manteniendo lectores, el periodista de un medio impreso debe tratar de ser un escritor, es decir, sin dejar la rigurosidad periodística, debe tener una pasión por la palabra, su ritmo, su sonoridad”. No obstante, citó al argentino Martín Caparrós que en un artículo planteaba “la paradoja mayor de nuestro oficio: escribir en un tiempo en que nadie lee, lo que convertiría inútil nuestro trabajo”.
El colega ecuatoriano lamentó que los periodistas de los diarios en papel estén “sometidos por los diseñadores gráficos que ven el texto como una mancha gris”, tras lo cual mencionó el caso de un diario -al que no identificó- cuyos editores “convencidos de que ahora nadie lee, lo convirtieron en un mercado de pulgas noticioso, lleno de imágenes, una reproducción barata de la televisión”. Explicó que el resultado de esa experiencia fue que “las ventas cayeron drásticamente”, lo cual “era obvio, porque los lectores no encontraron ninguna lectura extra”.
A juicio de Santiago Estrella Garcés los diarios en papel tienen que “buscar esa historia que no está en la noticia presentada en vivo” por los medios electrónicos, aunque eso derive en “un reto teórico en la redacción de la información”, pues consideró que surge el interrogante de “si se debe relatar la noticia en los primeros párrafos o bien construir una historia que seduzca al lector de principio a fin”.
Pensar en el lector
Andrea Vittori, coordinadora de redacción de El Diario, de Paraná, y profesora no concursada de las carreras de Comunicación Social de las universidades nacionales del Litoral(carrera a termino paga) y de Entre Ríos, sostuvo que “la riqueza” de los diarios impresos reside en la posibilidad de “un tratamiento informativo distinto” al que ofrecen la radio, la televisión e Internet, pues pueden encarar las noticias “con mayor profundidad, diversidad de perspectivas y de voces, recurrir al archivo y desplegar datos”.
Incluso, advirtió que los medios electrónicos “tienen un manejo distinto de los tiempos” que los periódicos tradicionales y que “con los canales 24 horas de noticias se persigue la intención de un presente permanente que contagia al espectador de que estar presenciando el transcurrir de los hechos ‘en vivo’, pese a que toda noticia es el relato construido de un suceso”.
También consideró “indispensable” que el editor de un diario en papel “piense en el lector, que es quien va a elegir y armar su propio recorrido de lectura”. Otra cuestión en la que Vittori puso énfasis es la redacción de las noticias: “No puedo pasar por alto que la escritura periodística tiene una estrecha vinculación con la literatura y con el placer que proporciona la lectura”.
Por su parte, Agustina Sucri, editora del suplemento Ciencia y Salud del diario La Prensa, de Buenos Aires, dijo que los periodistas de medios impresos deberían “procurar un nuevo enfoque en el manejo informativo” ante la instantaneidad noticiosa que ofrecen los medios electrónicos. Al respecto, sostuvo que la tarea “ya no es sólo informar y analizar los hechos, sino que, a partir de esos hechos, elaborar proyecciones sobre cuáles serían eventualmente las consecuencias, cómo incidirán, o podrían incidir en la vida de las personas, de un sector de la población, del país o del mundo. De esa forma -concluyó- el periodismo de las ediciones impresas asumiría el rol de anticipar, valiéndose de la voz de expertos, lo que puede pasar, qué medidas se pueden tomar y cómo evitar ciertas derivaciones o consecuencias”.
Cuando un matutino sale a la calle no puede jactarse de ofrecer informaciones nuevas, salvo entrevistas o investigaciones exclusivas. La radio, la televisión y, en especial Internet, les ganaron de mano con las noticias más importantes.
Entonces, ¿qué hacer para interesar a los lectores y no sucumbir ante el “tsunami” tecnológico? Sobre ese gran dilema de los editores de los diarios en papel, opinan once colegas consultados.
Aquel antiguo axioma “no hay nada más viejo que un diario de ayer” tiene hoy, con la revolución digital, otras connotaciones -más dramáticas y apremiantes- para los diarios impresos, ya que las noticias que publican son viejas porque, en su gran mayoría, fueron difundidas el día anterior -y casi al instante- por la radio, la televisión y los sitios web.
Ese dicho comenzó a cobrar fuerza hace unas tres décadas cuando la televisión empezó a salir a la calle a transmitir “en vivo y en directo”, pero adquirió su real dimensión con Internet, cuya masificación en los últimos años transformó radicalmente el mundo de las comunicaciones y forzó abruptos cambios en el negocio tradicional de las noticias.
La crisis mundial, que tuvo a los gigantes de la informática Google y Yahoo como aliados involuntarios por la captación -aún no demasiado significativa- de ingresos publicitarios, amén de la piratería de noticias, aceleró ese proceso de transformación de la industria periodística, lo que alentó variados pronósticos sobre el inmediato fin de los diarios en papel.
Si bien muchos periódicos sucumbieron ante el avance arrollador de Internet y no tuvieron otra alternativa que despedirse de sus lectores, los que siguen en pie debieron adaptarse -rápidamente y con suerte diversa- a los cambios que forzaron las nuevas tecnologías, pero como la revolución digital no se detiene la gran pregunta de los editores es qué hacer.
Precisamente, ése fue el interrogante que la revista de ADEPA planteó a colegas de nuestro país y del exterior, quienes -como se puede apreciar a continuación- coincidieron, aunque con diversidad de matices y comentarios, en que el mejor elixir para la “vejez” de los diarios impresos es contar con buenas plumas para profundizar y analizar las noticias.
Calidad de escritura
John Carlin De la Torre, periodista británico que se inició en la profesión en 1982 en el matutino porteño Buenos Aires Herald y actualmente es colaborador del diario El País, de España, dijo desde Barcelona, donde reside, que “sobrevivirán” aquellos diarios que “tengan calidad en la escritura, originalidad y rigor periodístico en las historias que narren, historias donde el lector sepa que encontrará un valor añadido bien claro”.
Mientras Adriana Martínez de Brum, codirectora del diario El Pueblo, de Salto, Uruguay, sostuvo que “no se puede perder de vista lo que le interesa al lector” y que frente a la avalancha noticiosa de Internet es necesario para los periódicos impresos “conocer y abordar los intereses y necesidades” de su público “sin caer en el sensacionalismo”.
“El objetivo de nuestro diario es informar, entretener y formar opinión, todo un desafío diario. En los medios chicos como el nuestro la prensa escrita tiene un prestigio y una credibilidad que debemos cuidar y alimentar, porque es lo que marca la diferencia con los medios electrónicos”, explicó. Al igual que Carlin De la Torre, consideró fundamental para que los diarios en papel no pierdan vigencia “la calidad” de su redacción, pues “hay lectores que esperan aún poder tener una buena lectura”.
En el caso del diario que codirige, Martínez de de Brum precisó que “en los últimos tiempos” han tratado de llegar a “familias de lectores, es decir, que toda la familia encuentre algo interesante para leer según sus intereses” y también apuestan “a la información atractiva con jóvenes y para jóvenes como forma de captarlos a la lectura diaria”.
Santiago Estrella Garcés, corresponsal en la Argentina del diario El Comercio, de Ecuador, dijo que “para seguir manteniendo lectores, el periodista de un medio impreso debe tratar de ser un escritor, es decir, sin dejar la rigurosidad periodística, debe tener una pasión por la palabra, su ritmo, su sonoridad”. No obstante, citó al argentino Martín Caparrós que en un artículo planteaba “la paradoja mayor de nuestro oficio: escribir en un tiempo en que nadie lee, lo que convertiría inútil nuestro trabajo”.
El colega ecuatoriano lamentó que los periodistas de los diarios en papel estén “sometidos por los diseñadores gráficos que ven el texto como una mancha gris”, tras lo cual mencionó el caso de un diario -al que no identificó- cuyos editores “convencidos de que ahora nadie lee, lo convirtieron en un mercado de pulgas noticioso, lleno de imágenes, una reproducción barata de la televisión”. Explicó que el resultado de esa experiencia fue que “las ventas cayeron drásticamente”, lo cual “era obvio, porque los lectores no encontraron ninguna lectura extra”.
A juicio de Santiago Estrella Garcés los diarios en papel tienen que “buscar esa historia que no está en la noticia presentada en vivo” por los medios electrónicos, aunque eso derive en “un reto teórico en la redacción de la información”, pues consideró que surge el interrogante de “si se debe relatar la noticia en los primeros párrafos o bien construir una historia que seduzca al lector de principio a fin”.
Pensar en el lector
Andrea Vittori, coordinadora de redacción de El Diario, de Paraná, y profesora no concursada de las carreras de Comunicación Social de las universidades nacionales del Litoral(carrera a termino paga) y de Entre Ríos, sostuvo que “la riqueza” de los diarios impresos reside en la posibilidad de “un tratamiento informativo distinto” al que ofrecen la radio, la televisión e Internet, pues pueden encarar las noticias “con mayor profundidad, diversidad de perspectivas y de voces, recurrir al archivo y desplegar datos”.
Incluso, advirtió que los medios electrónicos “tienen un manejo distinto de los tiempos” que los periódicos tradicionales y que “con los canales 24 horas de noticias se persigue la intención de un presente permanente que contagia al espectador de que estar presenciando el transcurrir de los hechos ‘en vivo’, pese a que toda noticia es el relato construido de un suceso”.
También consideró “indispensable” que el editor de un diario en papel “piense en el lector, que es quien va a elegir y armar su propio recorrido de lectura”. Otra cuestión en la que Vittori puso énfasis es la redacción de las noticias: “No puedo pasar por alto que la escritura periodística tiene una estrecha vinculación con la literatura y con el placer que proporciona la lectura”.
Por su parte, Agustina Sucri, editora del suplemento Ciencia y Salud del diario La Prensa, de Buenos Aires, dijo que los periodistas de medios impresos deberían “procurar un nuevo enfoque en el manejo informativo” ante la instantaneidad noticiosa que ofrecen los medios electrónicos. Al respecto, sostuvo que la tarea “ya no es sólo informar y analizar los hechos, sino que, a partir de esos hechos, elaborar proyecciones sobre cuáles serían eventualmente las consecuencias, cómo incidirán, o podrían incidir en la vida de las personas, de un sector de la población, del país o del mundo. De esa forma -concluyó- el periodismo de las ediciones impresas asumiría el rol de anticipar, valiéndose de la voz de expertos, lo que puede pasar, qué medidas se pueden tomar y cómo evitar ciertas derivaciones o consecuencias”.
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