EL PERIODISMO QUE VIENE
La consagración de Twitter
Por Roberto Guareschi
Hindelita sacó al embajador de Chile en la Argentina. Y Marquitospena le pegó un frenazo a Francisco de Narváez. Sólo usaron 140 caracteres.
Para los que no conocen Twitter, el párrafo anterior tiene 140 caracteres, el máximo que permite esa red social y de comunicación en Internet. No puedo explicar más porque me quedo sin espacio; por favor usen Twitter si necesitan más información.
Hindelita es el nombre de usuario de la periodista Hinde Pomeraniec (Clarín). El otro usuario de Twitter es Marcos Peña, secretario general del Gobierno porteño. Los hechos que ellos desencadenaron marcan la consagración de Twitter en la Argentina como herramienta periodística y política, capaz de producir efectos y acciones concretas. “Twitter demostró que afecta la secuencia de los acontecimientos”, dice Julián Gallo, consultor de medios interactivos.
Ahora, las dos historias. Hinde entrevistó al embajador Miguel Otero; el antiguo pinochetista defendió, suelto de cuerpo, a aquella dictadura. En Chile se desató un escándalo. Otero lo neutralizó diciendo que había sido una conversación privada, una entrevista a una persona. Hindelita le mandó un “tweetazo” de 119 caracteres, publicado por los grandes medios chilenos: “Aclaración: la entrevista al embajador Otero fue en su despacho, o sea, fue al embajador de Chile y no a una ‘persona’”. Fin de Otero.
El bonachón De Narváez cargó de pronto contra Macri: le dijo derechoso, bipolar. Peña le descargó varias tandas de 140 caracteres. De Narváez reculó en público. Lo más importante para este análisis es la decisión de usar Twitter: porque es más cálido que un comunicado, porque llega rápido al periodismo y a la militancia, dice Peña. Y, pienso, porque les confiere imagen de juventud, eficacia, cercanía.
Twitter no es, sin embargo, algo nuevo. Esa herramienta ya era popular en Internet; la usan periodistas y políticos, gente de la farándula, académicos, etc. Pero Twitter es un universo chiquito en nuestro país: tiene sólo 375 mil usuarios, y de ellos apenas 180 mil participan activamente. El resto sólo lee o ni siquiera eso. Era algo marginal.
Ahora comienza a ser conocida por el público; por eso pienso que influirá en la expresión. Ojalá nos ayude a ser más concretos y concisos. Cuando escribimos, a los argentinos nos interesa parecer profundos más que claros.
En cambio Twitter impone atributos que benefician al periodismo, sobre todo al que está en formación. Algunos de ellos:
◆ Escritura: Darío Gallo, editor general de Perfil.com, entiende que Twitter contribuye a la formación periodística, enseña a titular y sintetizar, mejora la redacción, limpia de paja las frases rimbombantes o huecas, mata los adjetivos superfluos. El receta diez “tweeteos” por día, mínimo.
◆ Interactividad: Momi Peralta, gerente de Desarrollo Mulltimedia de La Nación, cuyos periodistas son, quizá, los más activos en Twitter, dice que esa herramienta les permite una relación más rica con sus públicos.
◆ Desmediación: Los periodistas pueden dirigirse directamente a sus lectores sin necesidad de un medio establecido que los legitime y distribuya.
◆ Plataforma para la acción: Bruno Menarvino, licenciado en Comunicación, cuenta que él y otros jóvenes de Villegas, avergonzados porque muchos vecinos apoyaban a los presuntos violadores de una menor, usaron Twitter para expresarse y conocerse. De allí surgieron talleres en escuelas para pensar Villegas a partir de algo que los enorgullece: la literatura de Manuel Puig, hijo de la ciudad.
◆ Nuevos géneros: Carolina Muzi, periodista, docente en la Universidad de La Plata, cree que Twitter quizá esté alumbrando nuevos géneros periodísticos.
Puede ser. En China existe un servicio noticioso para celulares que ya tiene 40 millones de suscriptores pagos: sus textos son poco más que títulos, igual que Twitter. Sí, puede ser; en cinco años, más gente accederá a Internet con celulares que con PCs.
Seguro que habrá un género periodístico mínimo. Puede ser una apoteosis de la palabra, pleno de significado, potente y convocante, igual que los mejores títulos, igual que los mejores tweets. Puede ser también una herramienta de comunidad y acción. Ojalá
La consagración de Twitter
Por Roberto Guareschi
Hindelita sacó al embajador de Chile en la Argentina. Y Marquitospena le pegó un frenazo a Francisco de Narváez. Sólo usaron 140 caracteres.
Para los que no conocen Twitter, el párrafo anterior tiene 140 caracteres, el máximo que permite esa red social y de comunicación en Internet. No puedo explicar más porque me quedo sin espacio; por favor usen Twitter si necesitan más información.
Hindelita es el nombre de usuario de la periodista Hinde Pomeraniec (Clarín). El otro usuario de Twitter es Marcos Peña, secretario general del Gobierno porteño. Los hechos que ellos desencadenaron marcan la consagración de Twitter en la Argentina como herramienta periodística y política, capaz de producir efectos y acciones concretas. “Twitter demostró que afecta la secuencia de los acontecimientos”, dice Julián Gallo, consultor de medios interactivos.
Ahora, las dos historias. Hinde entrevistó al embajador Miguel Otero; el antiguo pinochetista defendió, suelto de cuerpo, a aquella dictadura. En Chile se desató un escándalo. Otero lo neutralizó diciendo que había sido una conversación privada, una entrevista a una persona. Hindelita le mandó un “tweetazo” de 119 caracteres, publicado por los grandes medios chilenos: “Aclaración: la entrevista al embajador Otero fue en su despacho, o sea, fue al embajador de Chile y no a una ‘persona’”. Fin de Otero.
El bonachón De Narváez cargó de pronto contra Macri: le dijo derechoso, bipolar. Peña le descargó varias tandas de 140 caracteres. De Narváez reculó en público. Lo más importante para este análisis es la decisión de usar Twitter: porque es más cálido que un comunicado, porque llega rápido al periodismo y a la militancia, dice Peña. Y, pienso, porque les confiere imagen de juventud, eficacia, cercanía.
Twitter no es, sin embargo, algo nuevo. Esa herramienta ya era popular en Internet; la usan periodistas y políticos, gente de la farándula, académicos, etc. Pero Twitter es un universo chiquito en nuestro país: tiene sólo 375 mil usuarios, y de ellos apenas 180 mil participan activamente. El resto sólo lee o ni siquiera eso. Era algo marginal.
Ahora comienza a ser conocida por el público; por eso pienso que influirá en la expresión. Ojalá nos ayude a ser más concretos y concisos. Cuando escribimos, a los argentinos nos interesa parecer profundos más que claros.
En cambio Twitter impone atributos que benefician al periodismo, sobre todo al que está en formación. Algunos de ellos:
◆ Escritura: Darío Gallo, editor general de Perfil.com, entiende que Twitter contribuye a la formación periodística, enseña a titular y sintetizar, mejora la redacción, limpia de paja las frases rimbombantes o huecas, mata los adjetivos superfluos. El receta diez “tweeteos” por día, mínimo.
◆ Interactividad: Momi Peralta, gerente de Desarrollo Mulltimedia de La Nación, cuyos periodistas son, quizá, los más activos en Twitter, dice que esa herramienta les permite una relación más rica con sus públicos.
◆ Desmediación: Los periodistas pueden dirigirse directamente a sus lectores sin necesidad de un medio establecido que los legitime y distribuya.
◆ Plataforma para la acción: Bruno Menarvino, licenciado en Comunicación, cuenta que él y otros jóvenes de Villegas, avergonzados porque muchos vecinos apoyaban a los presuntos violadores de una menor, usaron Twitter para expresarse y conocerse. De allí surgieron talleres en escuelas para pensar Villegas a partir de algo que los enorgullece: la literatura de Manuel Puig, hijo de la ciudad.
◆ Nuevos géneros: Carolina Muzi, periodista, docente en la Universidad de La Plata, cree que Twitter quizá esté alumbrando nuevos géneros periodísticos.
Puede ser. En China existe un servicio noticioso para celulares que ya tiene 40 millones de suscriptores pagos: sus textos son poco más que títulos, igual que Twitter. Sí, puede ser; en cinco años, más gente accederá a Internet con celulares que con PCs.
Seguro que habrá un género periodístico mínimo. Puede ser una apoteosis de la palabra, pleno de significado, potente y convocante, igual que los mejores títulos, igual que los mejores tweets. Puede ser también una herramienta de comunidad y acción. Ojalá
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