gimnasia cerebral
Diez clases para mejorar la memoria
Teniendo en cuenta que el cerebro es como un músculo, expertos en neuroentrenamiento proponen ejercicios de manera que en 10 sesiones se puedan mejorar las principales funciones cognitivas. Se entrenan capacidades como la atención y la memoria. Lo usan empresas para la selección de personal que debe llevar adelante tareas de mucho estrés.
Por Clarisa Ercolano/F.B.
La unión de los conceptos de neurociencia, entrenamiento y gimnasia cerebral puede explicarse si se recurre a la comparación que utilizan los especialistas precursores de esta técnica que gana adeptos en todo el mundo: el cerebro es como un músculo más que si no se lo ejercita pierde su estado, pero también, como todo músculo, puede recuperarse con constancia y entrenamiento. Y así su portador mejora desde su desempeño profesional hasta su trato con el entorno, su capacidad de anticipación y sus relaciones personales.
Los gimnasios cerebrales que proporcionan programas de entrenamiento neurocognitivo eficaces, y que según sus promotores, incrementan en forma notable el rendimiento individual y de grupos, ya desembarcaron en la Argentina. El especialista en neuromarketing, Néstor Braidot, es uno de los pioneros y explicó a PERFIL que este tipo de entrenamiento pone a punto al cerebro y permite operar con mayor velocidad y eficiencia, acorde a las necesidades actuales.
“Imagine que está leyendo el último informe sobre la participación en el mercado de la compañía en la que trabaja. Si fuera posible realizar un escaneo de su cerebro con un resonador mientras lo hace, se detectaría un mayor flujo sanguíneo en las áreas que activa dicha lectura. Ello sucede porque el cerebro demanda importantes cantidades de energía para las regiones que están trabajando, lo cual indica un correlato directo entre el flujo sanguíneo necesario y el metabolismo neural”, precisó Braidot, que está decidido a expandir estas técnicas en ámbitos universitarios, laborales y corporativos.
Anatómicamente, la explicación es la siguiente: la sangre que llega al cerebro no sólo sirve como sustento para las neuronas, además modula la forma en que éstas procesan la información. Cuanta más sangre fluye hacia una región cerebral, mayor actividad se detecta, potenciando la función de la zona que representa. Si esto se sostiene en el tiempo, es posible lograr una modificación a largo plazo, facilitando el procesamiento de la información que una persona decidió entrenar.
Contra el declive. Guste o no, el deterioro de las redes neuronales comienza pasados los 35 años y se incrementa luego de los 60. Pero Braidot aseguró que con esta nueva gimnasia, los procesos pueden frenarse o revertirse. “Esto no significa que exista un deterioro funcional a esa edad, ya que un cerebro que se mantenga ocupado contará con mayor número de neuronas y una mejor conexión entre ellas”, insistió.
¿Todas las personas obtienen los mismos resultados? Si bien la inteligencia y las habilidades cognitivas que la sustentan poseen un peso genético o hereditario, esto es parcial. “Constituye una base sobre la que se puede edificar tan alto como lo deseemos”, estimuló Braidot. Con ejercicios lúdicos y adaptados a cada persona, los precursores de esta técnica en el país aseguran que en sólo diez sesiones se mejoran las principales funciones cognitivas.
Se necesita una computadora, un software especial, un casco y unos cuantos sensores que se conectan en distintas partes del cuerpo para desarrollar tareas tales como la identificación y ordenamiento de imágenes, resolución de pruebas de lógica, comprensión rápida de textos que aparecen de modo simultáneo, realización de movimientos distintos y al mismo tiempo con brazos y piernas mientras se intenta seguir una serie de imágenes, etc. “El potencial del cerebro para producir ciertas conductas no depende de la variedad de células nerviosas, sino del número de conexiones que éstas generan entre sí a partir de los estímulos que reciben del entorno”, concluyó Braidot.
El neurólogo Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, explicó a PERFIL que “hay estudios que demuestran que el entrenamiento mental o cerebral reduce la aparición de demencia o retarda el deterioro de los procesos cognitivos, pero esto no puede ser un quiosco, algo similar a quienes venden implante de pelo, donde cada cual abre su franquicia. Debe ser hecho siempre por neuropsicólogos especializados, pese a que no hay todavía una regulación sobre la actividad”.
Además, Manes explicó que la gimnasia cerebral “es una de las tantas formas que hay de reducir los daños en el sistema cognitivo, pero también lo son tener bajo colesterol, no tener hipertensión, tomar un vaso de vino tinto por día, preferir al pescado y las verduras por sobre otros alimentos, en resumen, todo lo que le hace bien al corazón también le hace bien al cerebro”.
Sigue
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Para mejorar el rendimiento deportivo
Según una investigación realizada por especialistas del Cenard, el entrenamiento de las habilidades visuales mejora hasta un 19% los tiempos de reacción en deportistas de alto y mediano rendimiento. Por eso, no sorprende que, tal como informó PERFIL en abril del año pasado, deportistas como la Leona Luciana Aymar, el Puma Felipe Contepomi y los tenistas Gastón Gaudio, José Acasuso y Juan Ignacio Chela hayan pasado por Acumen, un centro pionero en entrenamiento físico y mental.
Allí, durante el entrenamiento visual por computadoras se le presenta al deportista una serie de estímulos visuales positivos y negativos a los que debe responder en forma rápida y correcta, tratando de acortar cada vez más el tiempo de reacción. Estas pruebas de rapidez y velocidad de reacción se combinan con técnicas de relajación y control del estrés para que en poco tiempo el deportista llegue a un alto nivel de concentración.
Este tipo de preparación mental se aplica con éxito en EE.UU., Australia, China y Japón, pero es relativamente nuevo en el país.
Diez clases para mejorar la memoria
Teniendo en cuenta que el cerebro es como un músculo, expertos en neuroentrenamiento proponen ejercicios de manera que en 10 sesiones se puedan mejorar las principales funciones cognitivas. Se entrenan capacidades como la atención y la memoria. Lo usan empresas para la selección de personal que debe llevar adelante tareas de mucho estrés.
Por Clarisa Ercolano/F.B.
La unión de los conceptos de neurociencia, entrenamiento y gimnasia cerebral puede explicarse si se recurre a la comparación que utilizan los especialistas precursores de esta técnica que gana adeptos en todo el mundo: el cerebro es como un músculo más que si no se lo ejercita pierde su estado, pero también, como todo músculo, puede recuperarse con constancia y entrenamiento. Y así su portador mejora desde su desempeño profesional hasta su trato con el entorno, su capacidad de anticipación y sus relaciones personales.
Los gimnasios cerebrales que proporcionan programas de entrenamiento neurocognitivo eficaces, y que según sus promotores, incrementan en forma notable el rendimiento individual y de grupos, ya desembarcaron en la Argentina. El especialista en neuromarketing, Néstor Braidot, es uno de los pioneros y explicó a PERFIL que este tipo de entrenamiento pone a punto al cerebro y permite operar con mayor velocidad y eficiencia, acorde a las necesidades actuales.
“Imagine que está leyendo el último informe sobre la participación en el mercado de la compañía en la que trabaja. Si fuera posible realizar un escaneo de su cerebro con un resonador mientras lo hace, se detectaría un mayor flujo sanguíneo en las áreas que activa dicha lectura. Ello sucede porque el cerebro demanda importantes cantidades de energía para las regiones que están trabajando, lo cual indica un correlato directo entre el flujo sanguíneo necesario y el metabolismo neural”, precisó Braidot, que está decidido a expandir estas técnicas en ámbitos universitarios, laborales y corporativos.
Anatómicamente, la explicación es la siguiente: la sangre que llega al cerebro no sólo sirve como sustento para las neuronas, además modula la forma en que éstas procesan la información. Cuanta más sangre fluye hacia una región cerebral, mayor actividad se detecta, potenciando la función de la zona que representa. Si esto se sostiene en el tiempo, es posible lograr una modificación a largo plazo, facilitando el procesamiento de la información que una persona decidió entrenar.
Contra el declive. Guste o no, el deterioro de las redes neuronales comienza pasados los 35 años y se incrementa luego de los 60. Pero Braidot aseguró que con esta nueva gimnasia, los procesos pueden frenarse o revertirse. “Esto no significa que exista un deterioro funcional a esa edad, ya que un cerebro que se mantenga ocupado contará con mayor número de neuronas y una mejor conexión entre ellas”, insistió.
¿Todas las personas obtienen los mismos resultados? Si bien la inteligencia y las habilidades cognitivas que la sustentan poseen un peso genético o hereditario, esto es parcial. “Constituye una base sobre la que se puede edificar tan alto como lo deseemos”, estimuló Braidot. Con ejercicios lúdicos y adaptados a cada persona, los precursores de esta técnica en el país aseguran que en sólo diez sesiones se mejoran las principales funciones cognitivas.
Se necesita una computadora, un software especial, un casco y unos cuantos sensores que se conectan en distintas partes del cuerpo para desarrollar tareas tales como la identificación y ordenamiento de imágenes, resolución de pruebas de lógica, comprensión rápida de textos que aparecen de modo simultáneo, realización de movimientos distintos y al mismo tiempo con brazos y piernas mientras se intenta seguir una serie de imágenes, etc. “El potencial del cerebro para producir ciertas conductas no depende de la variedad de células nerviosas, sino del número de conexiones que éstas generan entre sí a partir de los estímulos que reciben del entorno”, concluyó Braidot.
El neurólogo Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, explicó a PERFIL que “hay estudios que demuestran que el entrenamiento mental o cerebral reduce la aparición de demencia o retarda el deterioro de los procesos cognitivos, pero esto no puede ser un quiosco, algo similar a quienes venden implante de pelo, donde cada cual abre su franquicia. Debe ser hecho siempre por neuropsicólogos especializados, pese a que no hay todavía una regulación sobre la actividad”.
Además, Manes explicó que la gimnasia cerebral “es una de las tantas formas que hay de reducir los daños en el sistema cognitivo, pero también lo son tener bajo colesterol, no tener hipertensión, tomar un vaso de vino tinto por día, preferir al pescado y las verduras por sobre otros alimentos, en resumen, todo lo que le hace bien al corazón también le hace bien al cerebro”.
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Para mejorar el rendimiento deportivo
Según una investigación realizada por especialistas del Cenard, el entrenamiento de las habilidades visuales mejora hasta un 19% los tiempos de reacción en deportistas de alto y mediano rendimiento. Por eso, no sorprende que, tal como informó PERFIL en abril del año pasado, deportistas como la Leona Luciana Aymar, el Puma Felipe Contepomi y los tenistas Gastón Gaudio, José Acasuso y Juan Ignacio Chela hayan pasado por Acumen, un centro pionero en entrenamiento físico y mental.
Allí, durante el entrenamiento visual por computadoras se le presenta al deportista una serie de estímulos visuales positivos y negativos a los que debe responder en forma rápida y correcta, tratando de acortar cada vez más el tiempo de reacción. Estas pruebas de rapidez y velocidad de reacción se combinan con técnicas de relajación y control del estrés para que en poco tiempo el deportista llegue a un alto nivel de concentración.
Este tipo de preparación mental se aplica con éxito en EE.UU., Australia, China y Japón, pero es relativamente nuevo en el país.
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